tag:blogger.com,1999:blog-19436600393283559102024-03-09T23:25:45.591+01:00Martín Ariel GutmanMartin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.comBlogger1531125tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-83454195048406700782024-02-08T11:36:00.013+01:002024-03-09T23:25:13.315+01:00Bebo más<p>Cicatrices</p><p>Unos</p><p>Ceros</p><p>Hemisferios</p><p>Metales</p><p>Falanges</p><p>Luces</p><p>Párpados</p><p>Insomnes</p><p>Febriles</p><p>Labios</p><p>Deicidas</p><p>Desesperados</p><p>Homicidas</p><p>Oye cómo retumba</p><p>La soledad</p><p>Del mundo</p><p>Mientras tu vida</p><p>Y tu muerte</p><p>No se detienen.</p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-60272315861862382392024-02-08T09:42:00.001+01:002024-02-08T09:42:37.262+01:00Tiovivo<p>Esta noche</p><p>Iremos a bailar</p><p>Tú y yo</p><p>Más allá de las colinas</p><p>Las suaves,</p><p>Las onduladas colinas</p><p>Bailaremos por los vivos</p><p>Y todos nuestros muertos</p><p>Que llevamos tatuados</p><p>En trenes nocturnos</p><p>Barcos hundidos</p><p>Y ciudades invisibles</p><p>Con jarras de cerveza</p><p>El deseo en los ojos</p><p>Ardiendo hasta</p><p>El amanecer</p><p>El primer albor</p><p>Nos encontrará</p><p>Ebrios</p><p>Tú escanciada</p><p>Sobre mí</p><p>Yo abrazao </p><p>A tus esculturas</p><p>De humo y sudor</p><p>Dormidos y</p><p>Yertos de reír</p><p>Sintiendo la tierra</p><p>Rodar</p><p>Hasta caer rendidos</p><p>Vuelos,</p><p>Nanas,</p><p>Fuentes,</p><p>Rejones</p><p>Y estará todo bien.</p><p>Mano.</p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-85266514163294526572024-01-27T19:03:00.006+01:002024-01-27T19:13:09.650+01:00 Entraremos en París<p><span style="font-family: georgia;"><b><span style="font-size: x-large;">S</span></b><span style="font-size: medium;">í. Me gusta conducir por la noche contigo dormida a mi lado. Siento la velocidad, el frescor, el viento. Tomo el volante con firmeza, como el timón de un barco en pleno Atlántico norte. Me gusta pensar que la seguridad de otros depende de mí, me hace sentir que la vida tiene un propósito.</span></span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Procuro tomar las curvas con tacto de seda. Acelero suavemente dentro de la curva para rectificarla y para que apenas sientas la diferencia. Hago que el coche se pegue al suelo. Sé cómo hacerlo, frenando con el motor, sin tocar el freno salvo para corregir el rumbo imperceptiblemente. Uso el doble embrague en los adelantamientos. No arriesgo nada. Voy sobre seguro.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">De vez en cuando te contemplo dormida y percibo una leve sonrisa en tus labios. Qué estarás soñando... </span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Pararé en Lerma a por pan al amanecer. Es el pan del Cid. Cruzaremos la frontera y atravesaremos las Landas a toda velocidad. Es un tramo de la carretera que no tiene peajes. Un desierto con bosques de eucaliptos que huelen a día de playa. Playa de la infancia, sin horario.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Nos desviaremos para desayunar en La Rochelle. En un bar del puerto al que sólo van pescadores. Tienen un café único. Lo traen especialmente desde Brasil. Ah... que tú no eres muy de café. Pues nada, te pedimos un colacao con algún bollito de ocasión.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Poitiers, Tours -¡mi ciudad! Saint Martin de Tours- ...y una sorpresa de caja de música... Blois... iremos a ver los castillos del Loira. Son una aparición. Un canto a la vida. Comeremos allí.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Por la tarde, Orleans y ya enfilo para París. El cuento de Cortázar ahora somos nosotros. La autopista del sur. Dauphine se enamora de Peugeot. Hasta las trancas. Toi et moi.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Entraremos en París por la Périphérique, con ese efecto hipnótico... llevaré el coche por el mismísimo centro. Boulevard Saint Michel, Notre Dame, l'Île de Saint-Louis, le Quai d'Orsai y aparcaré justo en el Campo de Marte, en un rincón que conozco. Nos quedaremos mirando la Torre Eiffel y el río.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Hay una cervecería pequeña de un antiguo oficial de la Legión Extranjera en la Avenida de la Bourdonnais. El viejo capitán de artillería llora con las canciones de Edith Piaff, Ma Liberté de Moustaki y los tangos, así que las cervezas nos saldrán gratis. Y no hablo de cualquier cerveza... tiene las mejores cervezas belgas. ¡Duvel! Trappistes Rochefort...</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Estamos en París. He conducido desde Madrid. Hemos bebido seis Duvels cada uno y aún tengo ganas de hacerte el amor hasta que abran las panaderías de Le Marais: no hay pasteles como los de ese barrio, saben a Marsella, a velas desplegadas. </span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Hacer el amor contigo es volver a nacer una y otra vez, como si no existiera la muerte. Entre grito y risa, junto al fuego y el agua. Un tobogán eterno en Plaza de España, una noche en los columpios.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Ahora duermes dulcemente. Hasta mañana, vida. Dors bien.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Las almenas en fuego. Los dos para los dos.</span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfGCY6eLacCzBH-PKE4XwsQZSPJj9R14uwOv4GP1z_f1tVhhuF5hcG0B_1gRk-IBud5I9S0yqdCsRny536nuEmjqeZt9pTS6OIDjStg35nCe1CIWCodTF2HAFNj1VvQzK-o3Q_WSDhS43WvJxOiFQegYXRS9AkZ-ipBqR2jYZR8JFUaevsCzLSb81-REE/s818/PARIS%20OSCURA.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="545" data-original-width="818" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfGCY6eLacCzBH-PKE4XwsQZSPJj9R14uwOv4GP1z_f1tVhhuF5hcG0B_1gRk-IBud5I9S0yqdCsRny536nuEmjqeZt9pTS6OIDjStg35nCe1CIWCodTF2HAFNj1VvQzK-o3Q_WSDhS43WvJxOiFQegYXRS9AkZ-ipBqR2jYZR8JFUaevsCzLSb81-REE/w640-h426/PARIS%20OSCURA.jpg" width="640" /></a></div><br /><span style="font-family: georgia; font-size: medium;"><br /></span><p></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-12898066321474036482024-01-10T22:23:00.006+01:002024-01-27T18:28:28.079+01:00Mi viejo Fidel<p><span style="font-family: georgia;"><b><span style="font-size: x-large;">L</span></b><span style="font-size: medium;">a gente viene a despedirse, los perros no. Aquel mes de agosto, Manuel llegó hasta mi casa en el campo. Vino a decir adiós. Estuvimos charlando toda la tarde. Iba a encontrarse con Eduardo Falú, a quien los dos admirábamos. Fue hasta la esquina, dio la vuelta y saludó. Cuando volví a verlo su vida había tomado un rumbo distinto de la mía. Noche en blanco. Chistes del gordo Amor. Cementerios.</span></span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Soñé que estaba paseando con mi perro. Él me paseaba a mí. Juntos recorríamos soledades infinitas. Mi perro aún sueña conmigo.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Los dos solos, como solíamos hacer tantas veces. Ese frío castellano, piedra sobre piedra.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Fidel corría muchos metros por delante de mí. Mientras yo avanzaba en línea recta por campos de girasoles y cepas enanas, él subía y bajaba, subía y bajaba. Hasta el valle. Y vuelta a empezar.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Era inútil llamarlo. Venía cuando quería. O no venía. La alegría es un compuesto simple, de viento en vez de agua.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Viviendo solo en medio de la nada con mi perro. El sol de invierno en la espalda. A qué más.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Fidel. Filemón. Filete. Filetón Ciclón. La gente tienen la mala costumbre de morirse. Pero los perros puede que aparezcan al doblar cualquier esquina y corran hacia ti como si no fuera 2 de diciembre de 2009 y no hiciera este frío de camposanto que se te mete en los huesos, esa certeza de no volverte a ver.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Fui a buscarlo tantas veces, patinando en un barro infernal, a kilómetros de la aldea. Regresaba exhausto a casa y me derrumbaba en el sillón frente al fuego. Tantas veces lo di por perdido.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Pero siempre regresaba. Tres o cuatro días más tarde, con un cuerno de toro o media oveja como trofeo. Que estamos en Castilla, hombre. Volvía aunque lloviera a cántaros o la nieve cubriera el camino de los almendros. Se quedaba en la puerta de casa esperando que le abriera, moviendo la cola como si tuviera dos. Esa alegría tan perruna.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">—</span>Dónde has estado... mira qué facha...</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Con un aspecto horrible, habiendo intimado con todas las perras de la granja, se tiraba a dormir como un adolescente que vuelve de marcha y ya podían sonar los cañones de Navarone. Yo feliz. Estás conmigo, volviste a casa, a mis brazos otra vez.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">¿Habéis visto un perro blanco?</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Tuviste hijos lejos de mí. ¿Se me parece alguno...?</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Fidel, mi viejo, mi querido perro, camina a mi lado.</span></p><p><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Todas las noches.</span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4-X1bT29v9x8IipQVH2ZPqMaKOosbV5w3kETc449-hZdauZ5LV11j931HJfW1K4VJ-EHdL-I8JIA4oEHa3tVoQeyOeW8w0MQAI6JMZLJTnzNsBa5YDtzCPO6DanzAgMulxoNEZ-cPjf-jLQWxKxKgzoxuLA1piUnKV11r4rnHvWOEpI2TdD36D4LB9ug/s1800/14-noviembre-134%20NEGRO.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1800" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4-X1bT29v9x8IipQVH2ZPqMaKOosbV5w3kETc449-hZdauZ5LV11j931HJfW1K4VJ-EHdL-I8JIA4oEHa3tVoQeyOeW8w0MQAI6JMZLJTnzNsBa5YDtzCPO6DanzAgMulxoNEZ-cPjf-jLQWxKxKgzoxuLA1piUnKV11r4rnHvWOEpI2TdD36D4LB9ug/w640-h426/14-noviembre-134%20NEGRO.jpg" width="640" /></a></div><br /><span style="font-family: georgia; font-size: medium;"><br /></span><p></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-26402933954726266342024-01-08T11:58:00.018+01:002024-03-09T18:14:43.850+01:00De mares y puertos<p><span style="background-color: white; color: #050505; white-space-collapse: preserve;"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="font-size: x-large;">C</span></b><span style="font-size: medium;">uando sales de la Escuela Náutica sabes muchas matemáticas, pero no te preparan para lo que te aguarda. Te confundes hasta con las banderas y haces cualquier cosa, poniendo a prueba la paciencia del capitán.</span></span></span></p><div class="x11i5rnm xat24cr x1mh8g0r x1vvkbs xtlvy1s x126k92a" style="background-color: white; color: #050505; margin: 0.5em 0px 0px; overflow-wrap: break-word; white-space-collapse: preserve;"><div dir="auto"><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">En el mar no hay paredes sino mamparos. No existen las cuerdas: se llaman estachas. Y tus compañeros son todo lo que tienes. Así que ya puedes caerles bien por muy peculiar que seas. Hasta tu vida podría depender de su buena voluntad en una noche de mar <span><a style="color: #385898; cursor: pointer;" tabindex="-1"></a></span>gruesa.</span></div></div><div class="x11i5rnm xat24cr x1mh8g0r x1vvkbs xtlvy1s x126k92a" style="background-color: white; color: #050505; margin: 0.5em 0px 0px; overflow-wrap: break-word; white-space-collapse: preserve;"><div dir="auto"><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Frío. Calor. Tormentas. Vientos huracanados… Calma chicha. Olas solitarias que barren la desolada cubierta! Meses y más meses hasta dar la vuelta al mundo y vuelta a empezar. Hasta perder la noción de estar vivo. O muerto.</span></div></div><div class="x11i5rnm xat24cr x1mh8g0r x1vvkbs xtlvy1s x126k92a" style="background-color: white; color: #050505; margin: 0.5em 0px 0px; overflow-wrap: break-word; white-space-collapse: preserve;"><div dir="auto"><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Puertos oxidados, trifulcas, mujeres… Promesas de retorno que nunca se cumplen. Palabras de amor gastadas, sin esperanza. Cuando volvamos a vernos… </span></div></div><div class="x11i5rnm xat24cr x1mh8g0r x1vvkbs xtlvy1s x126k92a" style="background-color: white; color: #050505; margin: 0.5em 0px 0px; overflow-wrap: break-word; white-space-collapse: preserve;"><div dir="auto"><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Y la sensación única al separarse de tierra por primera vez. Soledades infinitas, océanos que huelen a tabaco, la resignada certeza de que tu destino no le importa a nadie. Nadie te está esperando. Un silencio de camposanto. El estruendoso silencio del mar. </span></div></div><div class="x11i5rnm xat24cr x1mh8g0r x1vvkbs xtlvy1s x126k92a" style="background-color: white; color: #050505; margin: 0.5em 0px 0px; overflow-wrap: break-word; white-space-collapse: preserve;"><div dir="auto"><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">El alma del marino, plena de surcos donde habitan todos los olvidos. Mendigando amor en las tascas lisboetas donde anclaron todos nuestros barcos. De mares de azulejos y botellas vacías. Mapas del tesoro que no conducen a ningún sitio. </span></div></div><div class="x11i5rnm xat24cr x1mh8g0r x1vvkbs xtlvy1s x126k92a" style="background-color: white; color: #050505; margin: 0.5em 0px 0px; overflow-wrap: break-word; white-space-collapse: preserve;"><div dir="auto"><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">¿Acaso sabes quién te aguarda en Manila, en Luanda, en San Petersburgo…? Tú mismo, con distintas edades. Todos los puertos son uno y el mismo. </span></div><div dir="auto"><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Sí. Sin ti la casa es un barco a la deriva. <br /></span></div><div dir="auto"><span style="font-family: georgia; font-size: medium;">Un enorme agujero por donde se cuela el viento.</span></div></div><div class="x11i5rnm xat24cr x1mh8g0r x1vvkbs xtlvy1s x126k92a" style="background-color: white; color: #050505; font-family: "Segoe UI Historic", "Segoe UI", Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; overflow-wrap: break-word; white-space-collapse: preserve;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtmLDBa4UV6ISULrX4vOVk82NVDfHtEf8bgG4ZYs7uPCniRYNFHH6tg1jiulRjEnXG60lhIWYO6nXAQg8xjcoo1K2lTIXGfjhcReil59_2n0m-EyjmRfr5_keAphmARSZEFNupwtANqvhpTH13UZf8ttd56ETXoy6qO4NOvpmQZo2VMGtDiiBie0rsJLY/s600/MAR.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="600" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtmLDBa4UV6ISULrX4vOVk82NVDfHtEf8bgG4ZYs7uPCniRYNFHH6tg1jiulRjEnXG60lhIWYO6nXAQg8xjcoo1K2lTIXGfjhcReil59_2n0m-EyjmRfr5_keAphmARSZEFNupwtANqvhpTH13UZf8ttd56ETXoy6qO4NOvpmQZo2VMGtDiiBie0rsJLY/w640-h426/MAR.jpg" width="640" /></a></div><br /><div dir="auto" style="font-family: inherit;"><br /></div></div>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-46669123769895245392023-06-30T23:20:00.003+02:002023-06-30T23:20:37.956+02:00Cartas de Ultramar<p>Un avance de mi próximo libro, Cartas de Ultramar.</p><p>Dedicado a todos los que tuvieron que marchar de la tierra que los vio nacer.</p><p><br /></p><p>... Y un día las cartas dejaron de llegar.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6JbQp94sdZvFUvCmkYCAR9LV1L7R705wbwj4X3kkRM-qsdLzI_bQ_s6l3A5EAblpzNLLvv_4N__uy2RbbxCntud0JJUn5ECFiSV3hlY8aM3G4mW9vWSddvxmbxscOg81bsoUmnqDvtAcdNyF7DXCVmbvdyu47sllaQCqEpEcFsI2cD2lej_o7Isf2qPo/s1731/PORTADA%20CUltramar%203%20OK.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1731" data-original-width="1293" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6JbQp94sdZvFUvCmkYCAR9LV1L7R705wbwj4X3kkRM-qsdLzI_bQ_s6l3A5EAblpzNLLvv_4N__uy2RbbxCntud0JJUn5ECFiSV3hlY8aM3G4mW9vWSddvxmbxscOg81bsoUmnqDvtAcdNyF7DXCVmbvdyu47sllaQCqEpEcFsI2cD2lej_o7Isf2qPo/w478-h640/PORTADA%20CUltramar%203%20OK.jpg" width="478" /></a></div><br /><p><br /></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-12136411089891205502023-04-19T16:55:00.008+02:002023-04-19T17:10:01.865+02:00La gran diagonal - Capítulo I - Solo y mal acompañado<p style="text-align: center;"><b> </b><b><a href="https://www.amazon.es/gran-diagonal-Martin-Ariel-Gutman/dp/B0BRLVRTDN/ref=sr_1_1?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&crid=WHYIQ8J0EBWF&keywords=martin+ariel+gutman&qid=1681915719&sprefix=martin+ariel+gutmn%2Caps%2C99&sr=8-1&asin=B0BTRRGMJN&revisionId=e0ca879d&format=1&depth=1">👉</a></b><b><a href="https://www.amazon.es/gran-diagonal-Martin-Ariel-Gutman/dp/B0BRLVRTDN/ref=sr_1_1?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&crid=WHYIQ8J0EBWF&keywords=martin+ariel+gutman&qid=1681915719&sprefix=martin+ariel+gutmn%2Caps%2C99&sr=8-1&asin=B0BTRRGMJN&revisionId=e0ca879d&format=1&depth=1">👉</a></b><b><a href="https://www.amazon.es/gran-diagonal-Martin-Ariel-Gutman/dp/B0BRLVRTDN/ref=sr_1_1?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&crid=WHYIQ8J0EBWF&keywords=martin+ariel+gutman&qid=1681915719&sprefix=martin+ariel+gutmn%2Caps%2C99&sr=8-1&asin=B0BTRRGMJN&revisionId=e0ca879d&format=1&depth=1">👉</a></b><b><a href="https://www.amazon.es/gran-diagonal-Martin-Ariel-Gutman/dp/B0BRLVRTDN/ref=sr_1_1?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&crid=WHYIQ8J0EBWF&keywords=martin+ariel+gutman&qid=1681915719&sprefix=martin+ariel+gutmn%2Caps%2C99&sr=8-1&asin=B0BTRRGMJN&revisionId=e0ca879d&format=1&depth=1">Pulsa para leer el primer capítulo</a> 👈👈👈</b></p><p style="text-align: center;"><b>👻</b><b>(espera unos segundos, se abrirá una pantalla y sólo debes hacer scroll hacia abajo)</b><b>👻</b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgATPSg0CwMv3-ti2OTthyyo4aMY4KRm2YL6_b711hIigiKWa-naBjdUWWiHIiB9BkpZOuCXeiJ-G8s7wtwoWkbmVSfzU1276FNnDKJtLOIlwZGLpqlTLz5lrhOQ_nFaL9ugNPI9LSXf_tpmTNY63YEcLnDK-eg6r1cU5IyEB22mDD8Q-rv4kM0X6M9/s1139/Portada%20LGD%20+++.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1139" data-original-width="741" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgATPSg0CwMv3-ti2OTthyyo4aMY4KRm2YL6_b711hIigiKWa-naBjdUWWiHIiB9BkpZOuCXeiJ-G8s7wtwoWkbmVSfzU1276FNnDKJtLOIlwZGLpqlTLz5lrhOQ_nFaL9ugNPI9LSXf_tpmTNY63YEcLnDK-eg6r1cU5IyEB22mDD8Q-rv4kM0X6M9/s320/Portada%20LGD%20+++.jpeg" width="208" /></a></div><br /><p><br /></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-14637935404611367432023-03-21T19:50:00.010+01:002023-03-21T19:51:39.045+01:00La gran diagonal - Buenos Aires<p>A la Costanera</p><p>Después de aquel incidente decidimos continuar la joda en la ciudad, junto al río. Nos pusimos a bailar milongas en la Costanera con los altavoces del coche a todo lo que daban y, después de una hora o así de sacarle viruta al pavimento, a Pedro le entraron ganas de comer asado. Tenía que ser asado completo con chorizo, morcilla, mollejas, entraña y vacío, hasta un par de provoletas era capaz de engullir, así que buscamos un lugar que estuviera abierto a esa hora totalmente absurda. Pedro era una máquina de morfar.</p><p>Buenos Aires es volver a ser adolescente. Como si la muerte, la tuya y la de tus amigos, no fuera a ocurrir nunca. Como si no pudiera suceder por imposibilidad metafísica. Porque Dios hubiera decidido demoler las puertas del cielo. Se cansó de tanta muerte. Y todo el tiempo perdido, cada instante de separación de la gente que vive en tu alma para siempre, deja de existir. Se volatiliza. El espacio-tiempo del corazón colapsa. Si nombras a alguien querido en sus calles repletas de locura y violencia desatada, vuelve a la vida. En su mejor momento. Con su mejor aspecto. Brillando como una moneda nueva.</p><p>Todo en Buenos Aires son palabras y abrazos de no te vayas. En una sola palabra habita la Creación, el universo entero. Si te quedas conmigo te haré la mujer más feliz del mundo. Si te vas, me mato. Ya no quiero seguir viviendo.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAowX-i8cCWy2g1LRbQqA5a0vzJSqTJKLbJ5gnK70lDOVeV6bqFc3noVRjlezV99tIp3hS8AoNl2j0a9n_jIqOF68gFIaNrFgGigKOKDkeaF_W24aYCOWk-NXsWy7YrHNkqxbu6OINl3C1yfRvPVu6BWVLY6sOBaGJQ6zQYsYrUn8I0WKti5BPMkVL/s1139/Portada%20LGD%20+++.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1139" data-original-width="741" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAowX-i8cCWy2g1LRbQqA5a0vzJSqTJKLbJ5gnK70lDOVeV6bqFc3noVRjlezV99tIp3hS8AoNl2j0a9n_jIqOF68gFIaNrFgGigKOKDkeaF_W24aYCOWk-NXsWy7YrHNkqxbu6OINl3C1yfRvPVu6BWVLY6sOBaGJQ6zQYsYrUn8I0WKti5BPMkVL/w416-h640/Portada%20LGD%20+++.jpeg" width="416" /></a></div><br /><p><br /></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-7932368917008257792023-02-23T16:21:00.003+01:002023-02-24T16:02:11.334+01:00La gran diagonal - La trama<p><span style="font-family: times; font-size: medium;">Escribí esta novela como homenaje a mis queridos abuelos, Szeyna y Leizer, que participan en la acción. Por eso la firmo con mi apellido materno, Gutman, y con mi nombre compuesto como gustaba de llamarme mi abuelo.</span></p><p><span style="font-family: times; font-size: medium;">El primer tercio del siglo XX coincidió con el momento de mayor esplendor del tango. Triunfó en todas partes y Carlos Gardel fue la primera "estrella pop", el Elvis Presley de su tiempo. Sus discos y sus películas se conocieron en el mundo entero.</span></p><p><span style="font-family: times; font-size: medium;">Paralelamente, en el lejano sur del continente americano florecieron redes de tráfico de mujeres llevadas desde Europa a Montevideo o Buenos Aires con toda clase de engaños. Esas redes llegaron a acumular un poder inconmensurable, abriendo incluso "sucursales" en muchos países.</span></p><p><span style="font-family: times; font-size: medium;">Tango, redes de prostitución, impunidad en territorios sin ley. Se supone que todas esas mafias se disolvieron en 1930. Pero la historia no resulta tan sencilla, enormes fortunas que surgían de la noche a la mañana. Eran las redes de tráfico de drogas de la época. Todo el mundo en el ajo... ¿Quién iba a renunciar a semejante botín?</span></p><p><span style="font-family: times; font-size: medium;">La gran diagonal >>> </span><a href="https://amzn.eu/d/0qKsQ8n" style="font-family: times; font-size: large;">https://amzn.eu/d/0qKsQ8n</a></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAHC7TGLQcPpR8zzpU5fGV64G56XXlSTui-jAWZnIhQyJS863EDukR2KT8mfsSqHRXQiJXJjNOhh5iqk5k3pNmqm61XEj1N-bqnAFzWfKH1XK1xKZdvt5oyXuKfMPtl7fVGUi3AsPwJXxSXjhlVIt9BmGIQ0bBeoyukDyzDPgu2zAR-nbJ8Or38bHq/s900/dia-nacional-del-tango-3.jpg.imgo.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="474" data-original-width="900" height="338" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAHC7TGLQcPpR8zzpU5fGV64G56XXlSTui-jAWZnIhQyJS863EDukR2KT8mfsSqHRXQiJXJjNOhh5iqk5k3pNmqm61XEj1N-bqnAFzWfKH1XK1xKZdvt5oyXuKfMPtl7fVGUi3AsPwJXxSXjhlVIt9BmGIQ0bBeoyukDyzDPgu2zAR-nbJ8Or38bHq/w640-h338/dia-nacional-del-tango-3.jpg.imgo.jpg" width="640" /></a></div><br /><p><br /></p><p><span style="font-family: times; font-size: medium;"><br /></span></p><p><span style="font-family: times; font-size: medium;"><br /></span></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-67348524871386312582023-01-10T10:35:00.006+01:002023-02-23T16:21:30.370+01:00La gran diagonal<p><span style="font-family: times; font-size: medium;">Mi novela ya está disponible en Amazon.</span></p><p><span style="font-size: medium;">>>> <a href="https://amzn.eu/d/0qKsQ8n">La gran diagonal</a><br /></span></p><p><span style="font-size: medium;">Va por ustedes!</span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_o2CXgd2nmx_JQNjegw1ut6ngoQ5EU7PY9Esj86VIwTkB2ud5s_4a6Wl9XunclhPYAXqaGKq3P-zQEZ5JiNaPdeBb4hefTEsSOCemA1V-F5r_GgYxjoPHN0cu4QaVR29CvcFIP3DLHd-oEMPU5w0mBKc-iN8cRyGJALO3gRFZWk10vmOhUoqIhkzK/s1600/Portada%20LGD%20+.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1148" data-original-width="1600" height="460" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_o2CXgd2nmx_JQNjegw1ut6ngoQ5EU7PY9Esj86VIwTkB2ud5s_4a6Wl9XunclhPYAXqaGKq3P-zQEZ5JiNaPdeBb4hefTEsSOCemA1V-F5r_GgYxjoPHN0cu4QaVR29CvcFIP3DLHd-oEMPU5w0mBKc-iN8cRyGJALO3gRFZWk10vmOhUoqIhkzK/w640-h460/Portada%20LGD%20+.jpeg" width="640" /></a></div><br /><span style="font-size: medium;"><br /></span><p></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-75586833247793073292022-11-27T16:10:00.005+01:002022-11-27T16:43:25.782+01:00Cartas de Ultramar XVI - Diego<p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span><b><span style="font-size: x-large;">E</span></b><span style="font-size: medium;">sa mirada encierra todo el dolor del mundo, de chiquilín de Bachín, de mil noches sin sueño. El pibe vale, el pibe tiene talento... lo vinieron a ver de un club...</span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="font-size: medium;">Diego salió de la nada, como salieron Gatica o el propio Gardel. El pueblo los reconoce como uno de los suyos y se quedan a vivir en el imaginario colectivo. Para toda la Eternidad.</span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="font-size: medium;">A las almas miserables les encanta hacer leña del árbol caído. Es una compensación por las nadas de sus vidas. Más insignificante el ser, más leña hace del león inmóvil. Bancate vos ser Maradona. Ahí te quiero ver.</span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="font-size: medium;">A diferencia de Messi y de otras decenas de tipos que tienen la pelota imantada al pie, buenos artesanos, Diego Armando Maradona no solo era un artista, sino un líder, un tipo que levantaba partidos imposibles como Nadal. A base no solo de talento, sino de cojones, carisma y espíritu de sacrificio. Encontrar todas esas cualidades en una misma persona es prácticamente una imposibilidad matemática. En Maradona estaban todas juntas. Cuando triunfó, al tipo que le compraba una Coca-Cola después de sus primeros partidos lo convirtió en magnate. Porque una Coca-Cola en el mundo de donde venía Diego es como tomar un plato de caviar.</span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="font-size: medium;">¿No te gustaba como persona? Vaya por Dios...</span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="font-size: medium;">Diego Maradona fue un jugador de fútbol. Punto. Un jugador de fútbol que se echó a la espalda a un país entero que acababa de perder una guerra y lo hizo sonreír. </span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="font-size: medium;">A mí y a otros millones como yo esa sonrisa aún nos dura, décadas después. Se ganó el respeto de sus enemigos en la cancha, que es donde se ven los pingos. Muy poca gente tuvo lo que tuvo el Diego. Gardel, Pelé, Muhammad Ali... Nadal y cuatro más.</span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="font-size: medium;">Ningún pijo, cheto, fresa o el Sursum Corda puede siquiera llegar a rozar ese vértigo. Solo los hijos del pueblo. Solo los pibes con esta mirada de niño yuntero, envejecido antes de nacer. Con la edad del mundo. Y el fuego de los dioses.</span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtHwbgl2NmyvRRK9hyAg2Vk6Ej9BE6T6OraeGjEpiCEcdZr-mCiuU5xlF8dkDatWSViraKkRpsEhPj7VUbA4QvFG4gZdbJfmT-6e35cN8NMFA3rkSFfAvc9ZC4JQ_r5OIQgIv-eetTjwcOevpBPIhW7t1pWi1zu_XpPTjwSQkWEhVYL76Pi_dMlPDu/s640/Diego.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="394" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtHwbgl2NmyvRRK9hyAg2Vk6Ej9BE6T6OraeGjEpiCEcdZr-mCiuU5xlF8dkDatWSViraKkRpsEhPj7VUbA4QvFG4gZdbJfmT-6e35cN8NMFA3rkSFfAvc9ZC4JQ_r5OIQgIv-eetTjwcOevpBPIhW7t1pWi1zu_XpPTjwSQkWEhVYL76Pi_dMlPDu/w394-h640/Diego.jpg" width="394" /></a></div><br /><span style="font-size: medium;"><br /></span><p></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-60170003294941409372022-11-15T00:50:00.019+01:002022-11-15T11:23:50.611+01:00 Cartas de Ultramar XV – Córdoba<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><b>V</b></span><span style="font-size: medium;">erano madrileño. Paso por casa a cambiarme. Recibo una llamada. Es una voz muy querida que no oía hace bastante tiempo. Una voz que siempre me paraliza.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">—Estoy en Córdoba y me dije “tengo que hacer el amor contigo antes de que sea demasiado tarde”.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">—No sabes hasta qué punto estoy de acuerdo. Veamos…, puedo estar ahí en unas cinco horas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">—Intenta que sea menos tiempo. Tú inténtalo al menos. Necesito verte.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">—Para verte, lo que haga falta.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Correcto. No tengo coche. Estamos a finales de los ochenta. Vengo de una fiesta en Castellana y me iba a otra en Argüelles. Estoy medio borracho, pero estas cosas pasan una vez en la vida. Ella y yo nos hemos estado persiguiendo desde antes del Big Bang. Desde mucho antes.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">¿Cómo hago para llegar a Córdoba mientras aún queda noche? Habrá que tomar un vehículo en fideicomiso: es por una buena causa. Soy un chaval. No tengo tarjeta de crédito. ¿Quién me iba a dar un crédito a mí? Solo tengo mis sueños y la vida que podría compartir contigo. No tengo nada más. Si me pidieras que me arrancase la piel te la daría. Mis ojos, mis manos. Todo lo que soy y lo que puedo llegar a ser. Contigo. Por cierto, ¿qué coño es un fideicomiso?</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Como una centella bajo abajo (previamente había subido arriba)</span><span style="font-size: large;">. </span><span style="font-size: medium;">Este parece bien. Un Renault 19. Venga, coño. Da igual. A ver…, cómo se hacía el puente. Soy un chaval de barrio. Otra cosa no pero lo que es abrir coches… Ya está.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Pero si hasta tiene el tanque casi lleno... ¡Gracias, Estrella del Norte! M-30. Nacional IV. Dirección Andalucía. Por Aranjuez todavía no está hecho el desvío. Se pasa por la parte monumental. El coche va de cine. Acelero en las curvas hasta rectificarlas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Te recuerdo. Te recuerdo en un parque de noche. Recuerdo tus ojos brillantes de niña.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">A la altura de Valdepeñas paso por pueblos en fiestas. Todo el mundo está de fiesta porque voy a ti. Huele a melocotones maduros. Abro las ventanas para embriagarme.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Despeñaperros. No puedo llamarte. No existen los teléfonos móviles. Querría transmitirte todo el viaje, todo lo que voy sintiendo. Todo lo que siento por ti desde la primera vez que te vi. Querría decírtelo todo. Todavía quiero.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Llego al Guadalquivir. Pues sí que está lejana y sola. Estoy lejos del centro. Solo hay un hombre tambaléandose en la calle. Le pregunto cómo hago para llegar hasta la Mezquita.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">—Tiras todo el río p’arriba…, tú sigue p’arriba y no pierdas de vista el agua. Cuando encuentres el tercer puente tuerces a la derecha y sigue to el puto camino p’adelante. ¿Qué? ¿Una noche de amor, chaval?</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">—Eso creo. Estoy algo nervioso… Es el amor de mi vida —y le dije lo que me había sucedido esa extraña noche.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">—Anda, anda… no me cuentes historias. A cumplir como un torero. ¡Estás en Córdoba, niño! ¿Qué podría salir mal? Todas las sangres, todas. Hala. ¡Que Dios reparta suerte!</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Llego por fin. Subo p’arriba otra vez. No recuerdo qué bola le conté al de la recepción, algo inverosímil. Era un tío joven. Se rió como si fuera un hermano. Toda esa gente que me iba encontrando en el viaje eran extras contratados. Todos estaban en el ajo. Alguien los puso ahí.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Toco tu puerta. Me abres. Nos abrazamos. Nos besamos hasta el alma. Nos quedamos trenzados en el marco de la puerta. Madrugada cordobesa. El río, las calles, el rumor de alguna pareja que se abraza haciendo dueto con nosotros.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Las ventanas abiertas de par en par. El perfume de melocotones y madreselvas ahora se ha convertido en albaricoques. Ah… que es tu boca, que son tus labios. La Reina Ginebra y Sir Lancelot. Y todos los bosques de Inglaterra. Que tenemos toda la vida por delante, mi amor.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">—Eres una droga poderosa —me susurras al oído.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">—Eres la gracia y el aire que respiro. Guardar el oro de tu puerta es cuanto deseo —debe ser Córdoba, porque yo no hablo así. Solo soy un golfillo de la Prospe.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Sentimos toda la tierra rodar. Sentimos la sal marina. Navegados nuestros cuerpos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Ebrios de sed y edad. Todo el mar.</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmlxX__ucSXYc9oBIfnl3yEqfJWixMKDinAYDuuqrftxS0FrktBSQ7bbRQy6iqeGq8iaQUi1ccl3OV1UOJiTzR9nAqVL_BtUn9jk3PPABxkmRjhL-5fXXDIvb2R98V-zYZ47e0HsD9SvAg0daDybQCoU4Huwr9Sx11Qf75MdDWDl6ds0UzdFZ4s2aB/s598/CORDOBA.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="366" data-original-width="598" height="392" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmlxX__ucSXYc9oBIfnl3yEqfJWixMKDinAYDuuqrftxS0FrktBSQ7bbRQy6iqeGq8iaQUi1ccl3OV1UOJiTzR9nAqVL_BtUn9jk3PPABxkmRjhL-5fXXDIvb2R98V-zYZ47e0HsD9SvAg0daDybQCoU4Huwr9Sx11Qf75MdDWDl6ds0UzdFZ4s2aB/w640-h392/CORDOBA.JPG" width="640" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-51542379225717166872022-11-06T19:28:00.004+01:002022-11-06T19:31:33.337+01:00Cartas de Ultramar XIV - Ella<p><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span><b><span style="font-size: x-large;">E</span></b><span style="font-size: medium;">lla creía que los lápices crecían en los árboles (con su mina y todo). Tampoco sabía en qué hemisferio vivimos.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="font-size: medium;">Solo sabía amar.</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmVKaHo2lWnT9_7UNiW_-0xZjcXyBrclL73NCU1c_EsThOQ8jP5Pao0o2GlAM4Zf8a4foPKg9H2icS5C8W6NAiu0HNzhUQ3vX9LzDWCDjCl89YnfmnXsTH5k8hs3H4QNjz0dr8jq9VmLxno4yYZeDEdhO46HPJxGQRLLejk3Eo8_fxxy3CKyKyO0iR/s1500/staedtler-lapices-de-colores-24-unidades-zoom.webp" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1125" data-original-width="1500" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmVKaHo2lWnT9_7UNiW_-0xZjcXyBrclL73NCU1c_EsThOQ8jP5Pao0o2GlAM4Zf8a4foPKg9H2icS5C8W6NAiu0HNzhUQ3vX9LzDWCDjCl89YnfmnXsTH5k8hs3H4QNjz0dr8jq9VmLxno4yYZeDEdhO46HPJxGQRLLejk3Eo8_fxxy3CKyKyO0iR/w640-h480/staedtler-lapices-de-colores-24-unidades-zoom.webp" width="640" /></a></div><br /><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><br /></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-28621897497759757202022-10-19T19:19:00.001+02:002022-11-06T19:31:19.896+01:00Cartas de Ultramar XIII - Nueve vidas<p><span><b><span style="font-size: x-large;">P</span></b><span style="font-size: medium;">ara aprender a amarte me hacen falta mínimo nueve vidas</span></span></p><p><span style="font-size: medium;">En esta primera vida todo sale mal.</span></p><p><span style="font-size: medium;">En la próxima recién empezamos a ver color, pero un día yo digo algo fuera de tono y chau Buenos Aires, no te vuelvo a ver.</span></p><p><span style="font-size: medium;">En la tercera llego tarde a la milonga. Vos te acabás de marchar.</span></p><p><span style="font-size: medium;">En la cuarta tú tienes una casa en la Toscana y yo soy fontanero. Nos vemos brevemente y tenemos un trato cordial, propio de cliente-plomero profesional. No te cobro el IVA.</span></p><p><span style="font-size: medium;">En la quinta nos enamoramos locamente y luego nos enfadamos sin saber por qué. Yo canto en la calle y tú haces mimo. Somos saltimbanquis con carné y nos emociona la gente que sufre. Y vuelta a empezar.</span></p><p><span style="font-size: medium;">En la sexta aparecemos en el cuadro de El Bosco y no nos reconocemos. Tú eres un bebé mamut y yo, un monkiki.</span></p><p><span style="font-size: medium;">En la séptima hacemos el amor en Pratolino y el gigante cobra vida, nos toma en la palma de su mano y nos lleva volando al mirador, desde donde sobrevolamos toda la Toscana.</span></p><p><span style="font-size: medium;">En la octava no podemos hablar, porque solo nos miramos a los ojos y nos abrazamos como si fuéramos un mismo árbol.</span></p><p><span style="font-size: medium;">En la novena reímos, cantamos y vivimos en el Botánico.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Y fundamos una empresa de empanadas llaneras. Fracasamos estrepitosamente porque nos las comemos todas en la cocina, antes de que vengan a buscarlas. Terminamos besándonos encima de la mesa, enharinados hasta arriba. La empresa se llama "Al estado que llegó Montilla, Inc."</span></p><p><span style="font-size: medium;">Nuestros hijos se llaman Enzo y María.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Y son tan hermosos como tú.</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAdk7z5xze-gyLlvBsP6PhyCcRHT2lmPQRA74m_CLrrY5VjS1vyFP38rst9PcvScQVU6uX3R6MbX55TN6undob0lQrQgfpOhtkVX5GWxf9eg29olyvG_xa0QIfn_IrZ4iJIrlEdxw_wLoV8Poy4mE9aqQ3f6qKo55XVpGQsSKQ3TuRS6kMzO1TfyJz/s800/tierra-de-siena-piazza-del-campo-13953391.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="533" data-original-width="800" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAdk7z5xze-gyLlvBsP6PhyCcRHT2lmPQRA74m_CLrrY5VjS1vyFP38rst9PcvScQVU6uX3R6MbX55TN6undob0lQrQgfpOhtkVX5GWxf9eg29olyvG_xa0QIfn_IrZ4iJIrlEdxw_wLoV8Poy4mE9aqQ3f6qKo55XVpGQsSKQ3TuRS6kMzO1TfyJz/w640-h426/tierra-de-siena-piazza-del-campo-13953391.jpg" width="640" /></a></div><br /><p><br /></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-80457327352293188592022-09-28T21:28:00.009+02:002022-10-16T22:16:32.549+02:00Cartas de Ultramar XII - Frío<p><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="font-size: x-large;"><b>S</b></span><span style="font-size: medium;">olo la vi una vez. </span></span><span style="color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif; font-size: medium;">Todo ese misterio. Qué pasó, qué no pasó... ahora qué importa. Cosas de familia. Que yo sepa hay un sola foto, los dos, pequeños, debíamos tener cinco y tres. La abrazábamos. Un niño da sin proyectar: no hay después ni reproches. Tengo un recuerdo muy lejano de aquella tarde. Sin embargo, ha vuelto en esta madrugada extraña plena de premoniciones. Mirá vos. Los fantasmas, más reales que presuntos seres vivos. </span></p><p><span style="color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif; font-size: medium;">Apareció en casa, así sin más. Un cierto aire. Gestos. El árbol rebosaba mandarinas. El siguiente recuerdo, en una sucesión brutal sin paradas intermedias, es la noche de su muerte, uno o dos años después. Qué cosa tan vulgar la muerte. En seis horas podemos estar ahí, si querés. Hablan los mayores, los niños callan. No, no quiero. Dejalo estar. Bajo el emparrado, calor de enero. </span></p><p><span style="color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif; font-size: medium;">No sé quién era. No llegué a conocerla. Fue joven, soñó, quiso ser, se entregó. Amó y fue amada o simplemente se limitó a observar. Rozó el extraordinario vértigo de un amor que se acaba. Se sintió viva o tal vez solo orientó las velas. Deseó que alguien la llevara lejos. En vano esperó al viento. Por el mar, por el cielo. Y tú, todavía palpitas. </span></p><p><span style="color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif; font-size: medium;">Escuchó a Gardel cantando en directo por la radio, sí, seguro que era más de Gardel que de Magaldi. </span></p><p><span style="color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif; font-size: medium;">Tal vez fuera como yo, una persona solitaria, alguien con escasas habilidades sociales, después de todo era mi sangre. Cuarenta años de aquella tarde austral junto al mágico árbol de mandarinas y el sol rojo de otro cielo. Abrazarnos como si fuera costumbre, acariciarnos el pelo a mi hermano y a mí, chau querido, hasta pronto, comé todo, portate bien, hacele caso a mamá, qué linda sonrisa, no fue suficiente para evitar que se marchara sin decir adiós. Diego y yo corrimos tras ella, festejándola. Y la despedimos desde la esquina de casa. </span></p><p><span style="color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif; font-size: medium;">Sí, hasta la semana que viene, abuela.</span></p><div class="post-body entry-content" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif; line-height: 1.3em; margin: 0px 0px 0.75em;"><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMLHpkodf5cc1qWGL17yhG-qosR77scCIubfIpCqaKZ1IdegSTQmU2sb1Ike8ola9lUdzzWN0HmlHxPExkaQylatXnKpMCG68ooNp6BDfbClg--Ie3YpTiUeMctDMh26FlOmpZWU_dV04lcE8NQNh_wcSzPP6ocNvessLQjVM4Zr_W0T2SuIrZDLMZ/s400/mandarina_frutos.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="301" data-original-width="400" height="482" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMLHpkodf5cc1qWGL17yhG-qosR77scCIubfIpCqaKZ1IdegSTQmU2sb1Ike8ola9lUdzzWN0HmlHxPExkaQylatXnKpMCG68ooNp6BDfbClg--Ie3YpTiUeMctDMh26FlOmpZWU_dV04lcE8NQNh_wcSzPP6ocNvessLQjVM4Zr_W0T2SuIrZDLMZ/w640-h482/mandarina_frutos.jpg" width="640" /></a></div><br /><span style="font-size: medium;"><br /></span><p></p></div>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-60045994120402218272022-09-19T23:02:00.002+02:002022-09-19T23:03:08.720+02:00Cartas de Ultramar XI - Sobre mis hombros<p><span><b><span style="font-size: x-large;">C</span></b><span style="font-size: medium;">uando salí de la cárcel regresé al pueblo. Me condenaron por haber defendido el honor de uno de los patriarcas de mi clan, así que no me enviaron al este del Edén. No me cerraron las puertas.</span></span></p><p><span style="font-size: medium;">Al menos no del todo. Durante mi ausencia mi esposa no soportó la soledad. Me fue infiel. Me traicionó. Y eso en mi clan se paga con la muerte.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Así que cuando volví, el cuerpo y el alma repletos de heridas de las innumerables peleas que tuve que sostener para sobrevivir, los dos, ella y yo, éramos unos parias. El deshonor nos había alcanzado de lleno.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Ella por no haberme esperado, por haber sido débil. Yo por la insoportable vergüenza de haber sido engañado siendo un guerrero.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Según las leyes de mi gente, la ley que gobierna mi sangre, tendría que haber acabado con su vida. Los míos me afearon que no lo hiciera. "¿Has matado a cuchillo a decenas de hombres por honor y eres incapaz de acabar con una mujer que no pudo soportar tu ausencia? ¿qué clase de cobarde eres?".</span></p><p><span style="font-size: medium;">Pero yo no podía hacer lo que me pedían. Amaba a mi esposa por encima de todas las cosas. No concebía la vida sin su existencia.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Ella no logró levantar cabeza: tal era el peso de la tristeza que caía sobre su alma. Terminó por enfermar gravemente. </span></p><p><span style="font-size: medium;">Una mujer joven, hermosa y radiante al borde de la muerte. Debía llevarla a la ciudad, a que la viera un médico, pero cuando los caminos se cerraron por las tormentas de nieve nadie nos ayudó. Nos dejaron solos, sabedores de que el hielo y la montaña acabarían con nosotros.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Invisibles a los ojos de los demás. La cargué sobre mis hombros. Ella no hablaba, no decía nada. Me pedía con la mirada que terminara con su dolor de animal herido. Pégame un tiro y acaba con mi agonía. Hazlo. Sálvate tú.</span></p><p><span style="font-size: medium;">No sé de dónde saqué las fuerzas para llevarla en medio de la ventisca. Ciego de nieve y soledad, porque para uno de los míos no hay nada peor que ser despreciado por su clan. Un pueblo de guerreros que se rige por un código de honor anterior a Gengis Khan. El código de honor que barrió las estepas y asoló Europa cambiándola para siempre. Mis ojos orientales enmarcados en un rostro blanco. Que recreó la humanidad sobre sangres que se mezclan y se funden en otras sangres.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Ahí fuimos los dos. Lentos, torpes, cayéndonos en el hielo y la piedra una y otra vez. Avanzando a tientas. Ella aullaba de dolor.</span></p><p><span style="font-size: medium;">La transporté más de setenta kilómetros a pulso por caminos infernales desollándome las manos. No sentía nada.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Poco a poco el silencio se convirtió en sonidos aislados. Siempre he creído que lo que no se dice no existe. Poco a poco, apoyándonos uno en el otro, salimos a la superficie. </span></p><p><span style="font-size: medium;">Hasta que una mañana, lejos de todo, notamos el sol en la espalda y el viento se detuvo en seco.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Esa sola palabra.</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwIBccJF0SC6RcvbUYtpGIt_cWCv0ALFUrlk5SVGY_t76uGerzotDSW2PKbfBmzkQMVgAaIjL4nNfidAuNYfKjMB1-IQ2c4x81PgMDqdl87yak8A2efbRkxo59LXInKHgloNp9tGY8DACUUsT7DxDZUs7W9o6C9-zDQqJeahpz9kFg569KmIHu4tQ1/s640/Derrota.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="640" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwIBccJF0SC6RcvbUYtpGIt_cWCv0ALFUrlk5SVGY_t76uGerzotDSW2PKbfBmzkQMVgAaIjL4nNfidAuNYfKjMB1-IQ2c4x81PgMDqdl87yak8A2efbRkxo59LXInKHgloNp9tGY8DACUUsT7DxDZUs7W9o6C9-zDQqJeahpz9kFg569KmIHu4tQ1/w640-h400/Derrota.jpg" width="640" /></a></div><br /><p><br /></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-37842111896296476512022-09-16T09:47:00.004+02:002022-10-08T15:06:06.087+02:00Cartas de Ultramar X - Manuel y Concha<p><span><b><span style="font-size: x-large;">M</span></b><span style="font-size: medium;">anuel nació en un pueblo de Córdoba, en una familia de campesinos. Pobres hasta decir basta. Siempre estuvo fascinado con los aviones. Desde que vio "El águila solitaria" de Billy Wilder en un cine de Puente Genil se prometió que algún día sería piloto, piloto de su propio avión.</span></span></p><p><span style="font-size: medium;">En los años cincuenta, en plena posguerra, aquello era poco menos que un delirio. Pero Manuel era testarudo y era un hombre de una pieza. Trabajó como una mula, como tres mulas, hasta que logró pagar la entrada de una avioneta Fiat, un resto de la Guerra Civil. Y aprendió a pilotarla solo. Todo lo hacía solo. Aprendió mecánica también. A ver... los pilotos de aquella época tenían que conocer su avión como la palma de su mano.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Manuel estaba enamorado de Concha, una niña bien de Montilla. El padre de Concha lo odiaba: odiaba a aquel pretendiente que no tenía más que sus sueños, una avioneta de la que debía la mayor parte y un ser torero y echao palante que no se podía aguantar. Lo habría aplastado como a una chinche... ¡a su niña, ese muerto de hambre! Lo habría aplastado DE HABER PODIDO, porque menudo era Manuel... mejor no enfadarle. Tenía puños de hierro y era fuerte como un campesino.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Así que él no podía pasar por casa de Concha para verla. Se las ingenió para coincidir con ella en sitios estratégicos del pueblo y quedaban a una determinada hora. Entonces Manuel pasaba con la avioneta jugándose el tipo y la saludaba. Como estaba un poco loco, cuando veía a su amor hacía piruetas que iban mucho más allá de su dominio del avión. Una de dos... o aprendía o se mataba. Pero estaba decidido a que ella cayera desmayada en sus brazos. Como Garcilaso de la Vega tomando una fortaleza. Poner las almenas en fuego o morir a hierro.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Andando el tiempo, Manuel compró otro avión, y luego otro, y otro más. Montó una empresa de fotografía aérea que fue pionera y única en España. Concha, Doña Concepción, nunca olvidó a aquel muchacho. Y Manuel logró su mano. Se casaron, tuvieron seis hijos y se hicieron millonarios. Millonarios de verdad.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Concha aprendió a pilotar también. Fue la primera mujer en pilotar en una empresa comercial española que no fuera aerolínea. Lo hizo para estar con Manuel. En el aire, en tierra, a todas horas. Como cuando Manuel pasaba en vuelo rasante por Montilla arriesgando la vida solo para saludarla. Y ella sentía que el corazón se le salía del pecho.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Doña Concepción se ocupaba de que Manuel pilotara como si estuviera en el salón de casa. De hecho... en una tormenta sobre Soria la puerta de Manuel se estropeó en pleno vuelo. Y a Concha se le ocurrió atrancarla con una pata de jamón. Es que a Manuel le pirraba el jamón. Coño, que estamos en España.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Manuel se fue antes que Concha. Y ya en el hospital, rodeado de todos sus hijos, que lo querían con locura -porque todo lo que tenía de valiente y alocado Manuel lo tenía de generoso y entregado-, ya no podía hablar.</span></p><p><span style="font-size: medium;">No podía hablar porque ya se iba de esta vida. En presencia de toda su familia, Manuel hizo un último esfuerzo supremo con esa sonrisa de mozo aceitunado que salta a la plaza a torear sin saber, de espontáneo... estiró su mano derecha y miró a Concha con un cariño sobrenatural. Habían estado toda la vida juntos.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Señaló al cielo como diciendo "te espero allí, allí estaré lo que haga falta hasta que vengas"... ellos, que habían surcado juntos todos los cielos de España cuando volar era un arte.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Doña Concepción lo miró, sonrió y lloró por dentro. Lloró de alegría y de pena. Y se deshizo en besos como soles, de viento en vez de agua.</span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi87b_r-wdMHSCkQLzSjZpvDyfF88LRXyacQvUPU0eJpwidOhG-7aJvGtgRDGTtNN0wYGdAkXpDXjF0Azhzg-zaeVG1MWSrZ6ob-OKAUlO_j0NMmUuFknhthYDynPgQkjC0xwbNmOzRyopS-8qxZNh1xnkjIQX0I4e-QEF_L0HoQb1QbCwI5q5Cw6JK/s376/368px-FIAT_aviazione_1942.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="376" data-original-width="303" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi87b_r-wdMHSCkQLzSjZpvDyfF88LRXyacQvUPU0eJpwidOhG-7aJvGtgRDGTtNN0wYGdAkXpDXjF0Azhzg-zaeVG1MWSrZ6ob-OKAUlO_j0NMmUuFknhthYDynPgQkjC0xwbNmOzRyopS-8qxZNh1xnkjIQX0I4e-QEF_L0HoQb1QbCwI5q5Cw6JK/w517-h640/368px-FIAT_aviazione_1942.jpg" width="517" /></a></div><br /><span style="font-size: medium;"><br /></span><p></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-74040656048476616392022-09-13T17:24:00.007+02:002022-09-13T17:27:20.112+02:00Cartas de Ultramar IX - Un soplo la vida<p><span><b><span style="font-size: x-large;">C</span></b><span style="font-size: medium;">orro por las calles de Buenos Aires. Voy a mi casa, en busca de no sé qué. El barrio está igual. Han reformado la fachada. Aún sobrevive el árbol que se colaba por la habitación de mis viejos. ¡Grande!</span></span></p><p><span style="font-size: medium;">Si me sitúo en el Pasaje Los Andes mirando hacia Helguera tengo una visión de lo último que contemplé al irme. Hace treinta años.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Una tarde de verano subimos al coche del tío Santiago. Los abuelos se quedaron dentro, no quisieron, no pudieron salir a despedirnos. Su vida estaba hecha de adioses. De manos de niños que se sueltan en el bosque para no regresar jamás. De hundimientos. El arte de seguir viviendo.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Plomo ladraba y movía la cola. En su fuero interno pensó seguramente que nos íbamos al Planetario, que volveríamos esa misma noche. Que la abuela me colaría otra vez una porción de Mendicrim anunciándome que eran ¡duraznos con crema…! ¡duraznos con creeemaaa!. Una pionera del control mental. Qué se yo. Ese perro tenía un cráneo privilegiado.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Alguien me ve merodeando la casa. Sale una señora de generosas carnes.</span></p><p><span style="font-size: medium;">—¿Qué se le ofrece?</span></p><p><span style="font-size: medium;">—Disculpe. Yo vivía acá hace mucho tiempo.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Duda un instante.</span></p><p><span style="font-size: medium;">—¿…vos sos el pintor?</span></p><p><span style="font-size: medium;">—No —respondo— …soy el hijo del pintor. Caigo en la cuenta de que mi viejo tenía más o menos mi edad cuando dejaron definitivamente la casa. Ahora me parezco a él, aunque él tenía más éxito con las minas.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Me invita a entrar. Es como si nunca me hubiera ido. La escalera, el comedor, la habitación donde dormíamos mi hermano Diego y yo. En la casa hay objetos desvencijados que lentamente reconozco. Una estufa, un mueble. Con una pátina de tiempo como si hubieran sido rescatados del Titanic y el restaurador se hubiera ido de joda. Tal cual.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Las voces, las risas. El olor a tostadas recién hechas que subía por la escalera. Cuando Independiente tenía la mejor delantera del Universo, con Bertoni y Bochini. Dejate de joder, ¡eso era un equipo!</span></p><p><span style="font-size: medium;">Salgo al patio escoltado por la dueña de casa. Ajá. Ahí está. La escalera que sube al tanque de agua y la terraza por donde llegábamos a las casas vecinas. Gloria de las tardes ferruginosas del verano porteño, cuando aún quedaban muchos días de enero por tachar para irnos al mar.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Le advierto a la señora que el tercer escalón contando desde arriba está flojo. Uso el tiempo presente. De 1977.</span></p><p><span style="font-size: medium;">—Sí —me responde— sigue flojo. Sensación de haber caído en un agujero de gusano. Soy un pibe otra vez. Cierro los ojos y trepo al tanque. El vértigo, la adrenalina, los escalones que ceden… Se está bien en el techo.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Tengo que salir a la calle. El oxígeno escasea en el túnel del tiempo. Mi yo de trece años abre la puerta.</span></p><div style="text-align: left;"><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span><i>Venga compadre<br /></i></span><i>Tomemos mucho<br />Porque a mi barrio<br />Tal vez yo no vuelva nunca.</i></span></p></div><p><span style="font-size: medium;">La dueña de mi casa alcanza a decirme que está pensando en venderla para irse al sur. Y… ¿a usted no le interesaría…?</span></p><p><span style="font-size: medium;">¿Por qué me habla de “usted” si soy un pibe? Qué rara es la gente.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Sí, claro. Acá tenés, cien pesos. Tomate un taxi. Bajá en la Estigia, hablá con Caronte, saludá de mi parte al espectro de Aquiles pies ligeros, el más valeroso de los Aqueos y decile a mis abuelos, Lázaro y Sofía y a mi perro que ya he vuelto a casa. Que no volveré a irme jamás. Que nunca los olvidé. Que los estoy esperando para la cena. Tenemos que hablar de tantas cosas…</span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIRmIAzhQJA7cX5tpMc8hxvjpfAzLu850HYJvAUa3t-sUAvK5snmxWW4HV0WteI2IathuH5hHP2hYMzDh_6x-tnG7u0pTzBNSY37LFqTd-GwMC5l81xnxeZ3K6Mn8zbhPyQnh5H0ohdnpPzFVgiwKS1QUsWpbX7sQzVjXWP8QceB99WURAZZPawTuN/s810/buenos_aires.webp" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="473" data-original-width="810" height="374" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIRmIAzhQJA7cX5tpMc8hxvjpfAzLu850HYJvAUa3t-sUAvK5snmxWW4HV0WteI2IathuH5hHP2hYMzDh_6x-tnG7u0pTzBNSY37LFqTd-GwMC5l81xnxeZ3K6Mn8zbhPyQnh5H0ohdnpPzFVgiwKS1QUsWpbX7sQzVjXWP8QceB99WURAZZPawTuN/w640-h374/buenos_aires.webp" width="640" /></a></div><br /><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-54701314938285203632022-09-12T23:45:00.006+02:002022-09-13T18:10:06.019+02:00Cartas de Ultramar VIII - Memoria del beso<p><span style="color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="font-size: x-large;"><b>M</b></span><span style="font-size: medium;">adrid amanece nuevo </span></span><span style="color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif; font-size: medium;">hoy.</span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="font-size: medium;">El tibio sol de otoño se enseñorea de los tejados. Camino lenta, pausadamente por el Paseo del Prado. Cibeles, Plaza de la Lealtad, el Museo de Museos, el Botánico con sus palpitantes colecciones de la España universal... </span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="font-size: medium;">Que recibas rosas cuando no hay rosas, deseo. Que tu vida sea una infinita travesía. De tu talle a mis manos, de mi barba a tu pelo.</span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="font-size: medium;">En cada esquina atesoro un recuerdo en el que tú todavía no estás. Ha dejado de ser luz y aún no ha nacido memoria. De tanto soñar noche y día envejece el corazón...</span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="font-size: medium;">Por eso, como un niño travieso, cruzo los dedos.</span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif; font-size: 14.95px;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpNTblBzH-GhEJieveGitNXAcnvf7SqMXn7u0KsfCl3pO8tytOxvtCeGfYuHZ93rbQVLyw3aqobJdMRWTLkQWsSHvkTzIepVr4oEQewnu0ICs1xKJM863abHLwnCbykOrwDsdTmCxk8NaRMhGh2PI7ROTDMQSHI7AxV3dtBIk02yg0tFrSYE3uwQ0K/s2048/Oto%C3%B1o%20en%20MAdrid.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1284" data-original-width="2048" height="402" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpNTblBzH-GhEJieveGitNXAcnvf7SqMXn7u0KsfCl3pO8tytOxvtCeGfYuHZ93rbQVLyw3aqobJdMRWTLkQWsSHvkTzIepVr4oEQewnu0ICs1xKJM863abHLwnCbykOrwDsdTmCxk8NaRMhGh2PI7ROTDMQSHI7AxV3dtBIk02yg0tFrSYE3uwQ0K/w640-h402/Oto%C3%B1o%20en%20MAdrid.jpg" width="640" /></a></div><br /><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-75885803516360360872022-09-09T22:29:00.002+02:002022-09-09T22:30:56.936+02:00Cartas de Ultramar VII - Almirante Reis<p><span><b><span style="font-size: x-large;">R</span></b><span style="font-size: medium;">ecuerdo el café de Almirante Reis, esa parte oscura de Lisboa. Por las tardes íbamos a leer juntos. Nos sentábamos frente a frente y desplegábamos nuestros libros con delicada caligrafía oriental. <i>Um galão. Uma xícara de chá preto</i>. </span></span></p><p><span style="font-size: medium;">Había un camarero que nos tenía un cariño especial: hay que cuidar a esa pareja de enamorados tan jóvenes que devora libros y toma apuntes en libretas azules. Febrilmente. </span></p><p><span style="font-size: medium;">Se acercaba cada tanto y nos preguntaba con inusitada amabilidad si necesitábamos algo. Esa cortesía portuguesa hecha de silencios, de respeto.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Tú te hacías fuerte en las Odas elementales de Neruda y yo degustaba por segunda vez Los tres impostores de Arthur Machen. Recuerdo la sensación de quedarme varado con el protagonista en busca del Tiberio de oro, a diez kilómetros de Londres, regresando a la ciudad de madrugada. Las tres, la hora en que todos los fantasmas nos vienen a buscar. La hora en que los naufragios duelen más si cabe, perdida el ancla de un cuerpo aún joven. Demasiado lejos del puerto incierto de la medianoche, a siglos de distancia del amanecer. Una hora en que hasta Dios duerme y nada ni nadie podrá salvarte de la angustia de estar vivo.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Cierro los ojos y veo el resplandor de la ciudad. Lo veo ahora mismo. Nunca iríamos a Londres ni a Buenos Aires.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Vos, Isabel, mi querida novia, mi musa, estabas bella hasta el daño. No podía dejar de mirarte cada tanto. Y nuestro común amigo me tiraba guiños cómplices. <i>"Um belo casal..."</i> dijo con una media sonrisa. Um belo casal. Sí, eso éramos. Mirando la vida de frente.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Entonces no sabíamos nada de arenas ni de tiempo. Juntos, teníamos toda la vida por delante. Todo el mar.</span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIeS1We66rJoHbhaTRWrp9TX8ytkUTlF4d--XSiPFXvEN1vjzwKMByiQxJp-CT4ED92PdNGbqwYu40Nf9KMDC7QW5s6AJYOEQoiwg8k0hQ1nk140b_xMtOWpR9SzcRRt59uIJW3_u2tOXE0w6EmTUugfGg2eU3ZCXYPOIwoSgJ-5Q1u5SDwkgQHaRb/s516/Av_Almirante_Reis_n_1_7139.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="344" data-original-width="516" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIeS1We66rJoHbhaTRWrp9TX8ytkUTlF4d--XSiPFXvEN1vjzwKMByiQxJp-CT4ED92PdNGbqwYu40Nf9KMDC7QW5s6AJYOEQoiwg8k0hQ1nk140b_xMtOWpR9SzcRRt59uIJW3_u2tOXE0w6EmTUugfGg2eU3ZCXYPOIwoSgJ-5Q1u5SDwkgQHaRb/w640-h426/Av_Almirante_Reis_n_1_7139.jpg" width="640" /></a></div><br /><span style="font-size: medium;"><br /></span><p></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-68424750351887033312022-09-08T20:32:00.015+02:002024-01-19T18:19:03.104+01:00Cartas de Ultramar VI - Vuelos<p><span><b><span style="font-size: x-large;">E</span></b><span style="font-size: large;">l halcón vino a visitarme y me liberó de mi cárcel durante unos instantes. Cuando quise darme cuenta ya estaba lejos, muy lejos. Más allá de las onduladas colinas. Aún había café en mi taza cuando desapareció en el horizonte. Ya está allí, cuidándote. Contigo.</span></span></p><p><span style="font-size: large;">No sé hacia dónde mirar para sentir el mar. No hubo inviernos juntos. Olas de extraña belleza en las que gritabas mi nombre.</span></p><p><span style="font-size: large;">Nunca más he de poner tus almenas en fuego. No. A herbolar, leve, dulcemente tus sueños me condenó tu olvido.</span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcg5LQKOhF6uBnpqRN-o4GHmCeslawmCk6q5UEUwJbFl4YpG1inrXdkr7Mm6bLMJ4t7VlSuqc8JdHi3HlFQmMhOG13FBjCJI8QCPHNvBIvHRqct-moCeeB3OEWflrMyPIMh86wwD3upCLRd06_60aq4FAN0HqNymyZnEJJWaKmfRImTrsgAfcDnbba/s800/HALCON.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="592" data-original-width="800" height="474" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcg5LQKOhF6uBnpqRN-o4GHmCeslawmCk6q5UEUwJbFl4YpG1inrXdkr7Mm6bLMJ4t7VlSuqc8JdHi3HlFQmMhOG13FBjCJI8QCPHNvBIvHRqct-moCeeB3OEWflrMyPIMh86wwD3upCLRd06_60aq4FAN0HqNymyZnEJJWaKmfRImTrsgAfcDnbba/w640-h474/HALCON.jpg" width="640" /></a></div><br /><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-20224070148696764352022-09-06T22:57:00.001+02:002022-09-06T22:58:03.656+02:00Cartas de Ultramar V - Cuando regrese<p><span style="font-size: medium;">De un vuelo sin destino un día me verás. Será dentro de mucho. En otro lugar. La costanera, la playa de San Clemente, las fogatas. No es una máquina de hacer pájaros pero vuela y nos dejará caer en un punto del río, el más ancho del mundo. Lo calcularon, lo decidieron así. Es mucho mejor que enterrarnos en algún lugar de la República, que es muy grande y rica. Hay dinero para todos. Pocos.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Nadie podrá encontrarnos jamás, pero no te preocupes mi amor: yo voy a volver.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Veo muchos pibes de origen judío en el vuelo. El que levantó la mano para que todo esto sucediera también lo es. Un tal Kissinger. Morirá tranquilo en su cama. Las dos puntas. Qué es el mal, el bien. Una prueba más de que los judíos son como el resto de la gente. Ni mejor ni peor.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Qué extraño, no. Soy el primero de la familia que se sube a un avión. Y es para no ir. ¿Te acordás cuando planeábamos ir juntos a Europa? A París, a Roma, a Madrid. De Lisboa mejor no hablar. No va a haber nadie esperándome en el aeropuerto, no estará Manuel y su Seat 132 verde oliva. No lo veré jugar al fútbol. No iremos de gira.</span></p><p><span style="font-size: medium;">No salgas, no vayas. Mirá bien la calle al cruzar. Quedémonos acá.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Cómo quisiera decir algo que pudiera servirte. No hay una gran verdad, las últimas palabras. El misterio. No voy a envejecer, me iré así: intacto. Es más difícil vivir, créeme. Nunca logré verla venir hasta que se iba.</span></p><p><span style="font-size: medium;">No me dará tiempo a escribir un libro sobre todo lo que no sé.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Pero me verás volver.</span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtE5fbATRPy1PoGSikMGHDoyYp0-4MxeXWNiobDCOgjGuhx5sE2LOgHtJmq3N-Bx26nVYwlpbqFQUT6gAFbAgT5zSRMPXSwenpClAslUu69HPOXvy3RkswKbubSOwl9btFDGdL0dzcpVjtezlwwQ8Z-03BFLzc40qFjscKbT2o_3HSaG6u5EVy0bPP/s800/ESMA_2.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="599" data-original-width="800" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtE5fbATRPy1PoGSikMGHDoyYp0-4MxeXWNiobDCOgjGuhx5sE2LOgHtJmq3N-Bx26nVYwlpbqFQUT6gAFbAgT5zSRMPXSwenpClAslUu69HPOXvy3RkswKbubSOwl9btFDGdL0dzcpVjtezlwwQ8Z-03BFLzc40qFjscKbT2o_3HSaG6u5EVy0bPP/w640-h480/ESMA_2.JPG" width="640" /></a></div><br /><span style="font-size: medium;"><br /></span><p></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-54332890244866320502022-09-04T01:34:00.003+02:002022-09-04T01:36:17.838+02:00Cartas de Ultramar IV - Canción de las viejas lunas<p><span style="font-size: medium;">Muere la tarde sobre la playa desierta y las sombras buscan a tientas el abrigo de la bahía. El brillo del faro se adivina frío, mientras la tierra rueda infinita, con sus llantos y sus héroes, sonora, eterna, y los médanos suben y bajan.</span></p><p><span style="font-size: medium;">El cielo vierte el sueño redentor y envuelve al solitario caminante que transita la delgada línea gris que separa lo que ha dejado de ser luz de lo que aún no ha nacido memoria.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Entonces se quiebra el pulso generoso de los azules que pugnan por regresar al amor de la lumbre, al abrazo de los lugares que sólo medraron en el alma del marino, a los campos infinitos donde comenzó a ser soñado el océano. Y las formas se suceden y los tiempos, y las voces y las ansias quedan atrapadas en las redes salobres, y un somnoliento arpón alienta canciones que nunca volveremos a oír.</span></p><p><i><span style="font-size: medium;">Del mar al cielo, del cielo al mar...</span></i></p><p><span style="font-size: medium;">Náufragos que pierden la cuenta de las olas y los puertos... ¡Cuántos trabajos, cuántos días! Qué diosa taimada trenza el camino de vuelta a casa, a los rostros de nuestros mayores, a los vientos propicios para navegar una y otra vez sobre los mares de azulejos de las tascas lisboetas donde anclaron todos nuestros barcos, y aún poderse asombrar con el viento, y aún perderse frente a la brumosa isla de Ténedos: ebrios para siempre del vinoso color de lo que puede ser.</span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj14Ojw87-k66oUtsZ4aN1JW_5wYsm20Ab7Z1mjE4_ew0DRkFLFshAZDiuIi9acdZnM03Rx_8RSfNjqUTxPCErGNwqqfvwdzI1pAbu41gCprJtlEcEJSV7pgTK5a3RWJnzfiqDwLpo5U0i5Ae3KDwsexm8g1gdD3bfCuuo93-UMVBYVM8l2ICCWZedd/s1600/mar-enfurecido_97.webp" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj14Ojw87-k66oUtsZ4aN1JW_5wYsm20Ab7Z1mjE4_ew0DRkFLFshAZDiuIi9acdZnM03Rx_8RSfNjqUTxPCErGNwqqfvwdzI1pAbu41gCprJtlEcEJSV7pgTK5a3RWJnzfiqDwLpo5U0i5Ae3KDwsexm8g1gdD3bfCuuo93-UMVBYVM8l2ICCWZedd/w640-h360/mar-enfurecido_97.webp" width="640" /></a></div><br /><span style="font-size: medium;"><br /></span><p></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-56152567781805176022022-08-30T22:29:00.008+02:002022-08-30T22:50:49.610+02:00Cartas de Ultramar III - Suite Iberia<p><span style="font-size: medium;">Como de costumbre, llegué tarde a Barajas. Perdí el primer vuelo. Iba con más gente pero me entretuve. Sólo quedaban dos plazas en la última fila. Había un hombre joven trajeado en el lado del pasillo. Me senté junto a la ventana. Te vi llegar cuando cerraban las puertas. Despegamos.</span></p><p><span style="font-size: medium;">En pleno vuelo te pusiste a leer <i>Gli amori difficili</i>. Estaba acabando septiembre. El avión pegaba saltos como si fuera a aterrizar en Guatemala. Observé de reojo el perfil de tu nariz. Perfecta. A la altura del Ebro te pregunté algo sobre el libro. Ah, no... te pregunté si eras italiana. No recuerdo la respuesta exacta, pero respondiste en italiano, así que las primeras frases entre nosotros sonaron a música, a pinos de Roma, a mercado en la calle. Seguí el juego y te respondí en mi italiano porteño. Luego resultó que eras de Aranda y que acababas de cerrar un historia con un novio napolitano. Algo similar a <i>El talento de Mister Ripley</i>. Aunque pensándolo bien... quizá pensabas en volver con él. De ahí tu obsesión por leerlo todo y no perder palabra. Mucho más tarde me enseñaste fotos suyas. De ambos. No se puede andar fogoneando los celos con un escorpio, ragazzina. Es material inflamable.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Hablamos de Lisboa, de ciudades blancas, de sueños. De marineros suizos que se pierden en la Alfama. De poetas de abril. En su aproximación a El Prat, el avión dio una vuelta más amplia de lo habitual, entró en el mar en dirección Cerdeña y pensamos que algo no andaba bien. Así que decidimos hablar y hablar. Diez minutos, diez, veinte, treinta años.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Dios es ese ser invisible del que uno se acuerda cuando va a morir.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Finalmente, tras muchas cabriolas, aterrizamos. Nos dispersamos. Volví a verte en un pasillo hablando con varios hombres con pinta de ingenieros. Me acerqué como un miura interrumpiendo la conversación y, sin pensármelo dos veces, te pedí el teléfono. Para mi sorpresa, me lo diste. Sólo en otra ocasión una azafata me dio su número en una situación similar, pero entonces estaba en edad de merecer. Además, aquella mujer estaba como un cencerro. Ya se sabe, las radiaciones... Volvimos a vernos en la cola del taxi.</span></p><p><span style="font-size: medium;"><i>Ci vediamo dopo!</i> Uno de mis acompañantes había jugado al fútbol en Brescia y me miró con cara de pillo. <i>Brigante...! </i>Pensó que las reuniones me traerían al fresco. Acertó.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Te escribo un mensaje desde el Paseo de Colón. Me contestas al toque. También yo te buscaba en medio de esta niebla (risas). Pasamos el día así. Por la tarde íbamos a tomar unos vinos en la Barceloneta, pero tú no pudiste al final. Nos despedimos. Fue un placer conocerte en el cielo.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Llego al aeropuerto, último avión del día. Faltan cinco minutos para el embarque y te veo entrar en la terminal, corriendo atropelladamente. Atravieso el control en dirección opuesta y voy a buscarte. Llegamos por los pelos. ¿Qué tal te ha ido? Fui a ver las obras del AVE en moto. Fui traductor en otra vida. Nos sentamos en la mitad de un avión vacío. Para ser eternamente joven hay que aguantar la respiración y balancearse al mismo tiempo. Todo el mundo lo sabe...</span></p><p><span style="font-size: medium;">Hacemos planes para aprender a pilotar aviones juntos. Quién soy yo para cuestionar al destino. Nos reímos sin parar. Aterrizamos. Te acompaño al aparcamiento. Tu coche es rojo y el mío, azul. Todo al revés. Me haces una cobra de las más sincronizadas que he visto. Nos reímos más.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Regresamos a nuestras vidas. A la realidad. Breve encuentro.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Regresamos a Lisboa.</span></p><p><span style="font-size: medium;">Naturalmente.</span></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0o69U00yV-1UjBteAmOdStRxJwiW1IQG5mawxTQc44RYTx5ITYl127cBTlMa8CVOCw9EAoN-jAhtS2wa93Fnzw33e2PQhKf-Uyjt5KssMbgKawJr77J2uJEB_Kc4GUEyFSng5oKmDUkqV7HRqnnRPPjDmnLiTl2_Pghwj28lCb-czZUv8mArROFp8/s1400/Leonid-Starkov-20181108_1929312_1542113491.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1140" data-original-width="1400" height="522" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0o69U00yV-1UjBteAmOdStRxJwiW1IQG5mawxTQc44RYTx5ITYl127cBTlMa8CVOCw9EAoN-jAhtS2wa93Fnzw33e2PQhKf-Uyjt5KssMbgKawJr77J2uJEB_Kc4GUEyFSng5oKmDUkqV7HRqnnRPPjDmnLiTl2_Pghwj28lCb-czZUv8mArROFp8/w640-h522/Leonid-Starkov-20181108_1929312_1542113491.png" width="640" /></a></div><br /><span style="font-size: medium;"><br /></span><p></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1943660039328355910.post-6165173104800939512022-08-29T23:10:00.006+02:002022-08-30T10:56:44.553+02:00Cartas de Ultramar II - Garufera y vibradora<p><span style="background-color: white; color: #050505; font-family: georgia; white-space: pre-wrap;"><span><b><span style="font-size: x-large;">E</span></b><span style="font-size: medium;">n la mugrienta pensión en que vivo, con manchas de humedad en las paredes que van cambiando de forma según corren las estaciones, no hay gran cosa que hacer. Ya he perdido la cuenta de los días que navego solo. A partir de los cuarenta y cinco dejó de interesarme el amor. O el amor dejó de interesarse en mí. Con esta persona que soy… </span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia; white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">¿Cómo me gano la vida? Soy sicario. Bueno… sicario de primera clase si se quiere. Nunca he matado a nadie que no se lo haya ganado con creces. Gente especialmente jodida. Turros integrales. Escoria moral.</span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">Laburo por libre. Nunca pregunto cómo, ni por qué. Solo dónde y cuánto, sobre todo cuánto. Mi vida es bien simple. Simple como un cubo.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">¿Minas? Sí. Claro que hay minas. Pero nunca más de uno o dos días seguidos. Sigo bailando gotán y no he perdido las mañas. Pero bailo bien sencillo, caminado y al piso. Nada de florituras ni estupideces de academia. Las odio. A veces cuando algún pelotudo se hace el vivo en la pista de baile y se pone a exhibirse haciendo que su compañera tire boleos a diestro y siniestro, interrumpiendo la normal circulación de la milonga y repartiendo patadas a todo el mundo me quedo mirando al pobre sujeto… «Ah, salame atómico, infeliz de cuarta... si supieras a qué me dedico te lo ibas a pensar un poco antes de andar pelotudeando con las gambas». Pero a pesar de que ganas no me han faltado siempre he evitado las peleas con otros milongueros y muchísimo menos se me ha pasado por la cabeza pegarles un tiro con mi 38 Smith & Wesson. Sí. Prefiero los revólveres a las pistolas. Mi viejo me educó así. Cosas de familia.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">El viejo fue guardaespaldas de Perón –y amigo personal– y lo salvó de varios atentados que no tuvieron publicidad. Vivió cosas intensas porque lo acompañó en el exilio en Paraguay, Panamá y luego España. Mi viejo era un crack total. No tuve mucho contacto con él. Saltaba de cama en cama y no andaba sobrado de tiempo libre. Una bala llevaba escrita su nombre desde mucho antes de nacer. Él lo sabía y no le importaba gran cosa.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">¿Fusilar a otro milonguero? ¿Qué negocio hay en ello? Cero. Soy un profesional. Un artista del ajuste de cuentas. Está bien… confieso que he fantaseado muchas veces con que algún encargo de «retirar» a alguien coincidiera con alguno de los pescados que tenía entre ceja y ceja, pero nunca se dio. Y ya se sabe, la fantasía es necesaria para poder lidiar con la realidad. Te hace descargar tensiones, te libera. Eso no quiere decir que vayas a dar rienda suelta a todo lo que imaginás. Eso solo lo hace un rayado total y yo aún estoy en buen uso. Sobre todo si me comparo con mis compañeros de profesión. No bebo, no me drogo, no estoy en poliamor ni pelotudeces. Me levanto temprano… para mí el sicariato es un laburo de 9 a 5. Pura rutina.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">El encargo llegó de madrugada por los cauces habituales. Había que eliminar a una persona. No supe más. Una mujer. Silvia Garrido, 35 años, de complexión fuerte, estatura media y abundante pelo castaño.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">Me habían pasado por Deep Internet el paquete habitual: sus mails filtrados, sus whatsapps interceptados y clasificados, el resultado en Big Data de todos sus itinerarios del último año y medio y las predicciones de dónde podía encontrarse en las próximas 36 horas, datos de allegados, etc. No parecía un trabajo difícil.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">Con la cansada costumbre a cuestas me vestí y elegí el equipo. La iba a esperar en el centro a la salida de un teatro. Mejor usar silenciador, nada de 38. Una Nagant 7,62 y listo. Limpio y expeditivo. Con un poco de suerte, hasta me daba tiempo a ir a bailar a lo del armenio manco. Los jueves solía caer La Morocha. Esa mina me conocía de arriba abajo. Me jode profundamente tener que andar explicando las cosas. Ya no explico nada.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">Estuve esperando un par de horas en la zona donde sabía que iba a aparecer. La SIM de su teléfono estaba clonada y la seguíamos por GPS. El margen de error era cero.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">A veces me acuerdo de Dios cuando estoy esperando que aparezca un objetivo, pero esta vez no fue así. Empezaba a llover y refrescó rápidamente. El avance advertía de una sudestada en las próximas horas. A ver si zafo…</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">Ahí está. Dale, tengo la artillería a punto. Salió sola, llevaba un abrigo y tenía la cabeza cubierta pero era ella. No había duda. Me puse a seguirla a una distancia prudencial.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">A la altura del pasaje Duarte la encaré. Entonces pude ver su rostro a contraluz.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Qué hacés, Marcelo. Esta no te la esperabas…</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Pero vos… ¡Adriana! ─dudé un instante. ─¿Cómo es posible? Hace más de diez años que no sé nada de tu vida y estás irreconocible…</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─…y me tenés que matar esta noche, ya lo sé…</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Sí. Vos siempre supiste de más. Supongo que eso no te sirvió de mucho. La inteligencia, digo…</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Tranquilo. Te libero. Desde que lo dejamos he tenido una vida de mierda que no se la deseo a nadie. Me importa poco y nada partir esta misma noche.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─No hables así…</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Seguís siendo el mismo Salvador de la Humanidad de siempre. Tiene gracia que me digas eso y vos mismo debas ejecutarme. El cerdo de mi marido debe haberte pagado muy bien…</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─No, Adriana, yo nunca contacto directamente con los clientes. No sé quién hizo el encargo. Es la Agencia la que se ocupa de los detalles. A mí solo me señalan el objetivo.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Y esta vez tenés que matar al amor de tu vida. Pobre. Te acompaño en el sentimiento…</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">Nos quedamos en silencio. Nos besamos. Nos abrazamos. Diez años, diez segundos.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─¿Sabés…? No fue fácil olvidarte. Cuando te fuiste a España creí morir. Anduve rodando por ahí, empecé a beber más de la cuenta, pasé de mano en mano. Siempre a peor. No lo digo para reprocharte nada… además… vos estás armado hasta los dientes y tenés fama de no fallar jamás. Da igual lo que te diga o deje de decir.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">Volví a besarla con más fuerza aún. Buscamos un Telo. Nos acostamos y nos arrancamos la ropa. Nos penetramos.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Matame, loquito… ¡partime al diome!</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Sí. Que se abran las puertas del cielo de una puta vez.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">Hacia las seis de la mañana me dijo que fuéramos a bailar. Que antes de morir quería volver a sentir mi abrazo en la pista. Una vez más.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Dale, loco. Dame dos tandas de Di Sarli y una de Pugliese. Después hacé lo que tengas que hacer. Yo no voy a oponer resistencia. Me siento sucia por dentro. El tipo este me ha hecho todo el daño que un ser humano puede hacerle a otro. No quiero seguir viviendo. Prefiero que seas vos quien apriete el gatillo. A vos te quise mucho, varón. Y me regalaste esta última noche… ya está. Ya fue la vida. </span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">Nos levantamos como poseídos y fuimos a la milonga de Almagro, una de las cuatro que duraban hasta la hora del desayuno en Baires. Estaba tocando la orquesta de Gabriel Santos.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Cantate una, dale, como en los viejos tiempos ─me suplicó Adriana.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">Supe que no iba a escapar. Ni siquiera lo iba a intentar. Llevo demasiado tiempo en esto y conozco a la gente. Me subí al escenario. Le dije a Gabriel que me diera un hueco antes del descanso y me dejara un viola. Me trajeron una bien garufera. Garufera y vibradora. Así que la cacé y canté Confesión mirándola directamente a los ojos. Con toda el alma.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"></p><div style="text-align: center;"><span style="color: #050505; font-family: georgia; font-size: medium;"><span style="white-space: pre-wrap;"><i>Hoy después de un año atroz
Te vi pasar
Me mordí pa no llamarte
Ibas tan linda como un sol
¡... se paraban pa mirarte!
Yo no sé si el que te tiene así se lo merece
Solo sé que la miseria cruel que te ofrecí
Hoy me compensa el verte hecha una Reina
Sé que vivirás mejor lejos de mí!</i></span></span></div><p></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">Bailamos como nunca: fue nuestra mejor noche. Cada marca mía era leída con precisión y poesía. Ella estaba hecha para bailar conmigo. La gente se apartaba y dejaba de bailar para mirarnos. A la salida de la milonga nos fuimos al Alvear Art Hotel, uno que me gustaba especialmente y donde había acribillado a un par de capos de la droga. Un par de flor de hijos de puta. Lo que ocurrió en esa habitación cambió nuestras vidas. Hicimos pareja. Sus problemas pasaron a ser los míos. Pusimos las almenas en fuego, los muros construidos año tras año se resquebrajaron. Hartos de andar por el mundo sin amor ni quietud… de rodar sin morir. Sin pasado. Noche a noche.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Negra, oíme bien. Te voy a llevar a Ezeiza y salís para España en el primer vuelo. Mientras volás yo arreglo todo. Te van a venir a buscar al aeropuerto. Te envío los datos al teléfono. Usá este que te doy. El tuyo me lo das. Vos no te preocupés por nada. Yo llego a Madrid en cinco días. Tengo que cerrar cosas…</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Vos estás completamente loco… Nos encontrará y clavará nuestras cabezas en una lanza. Pero antes nos meterá en una máquina de picar carne. No tenés ni idea de la clase de hijo de puta que es mi marido. Un puto psicópata. Y tiene todo el poder del mundo. Gente metida en política, jueces, policías. Toda la cadena.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Yo también estoy harto de esta vida, Adriana. Tu aparición es la señal que estaba esperando. Tengo guita como para tirar varios años y, en caso de que resulte necesario, mis habilidades siempre tienen demanda. Además… lo mismo volvemos a bailar y dejo de matar por encargo…</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─De ahora en más concentrate en matarme a mí todas las noches, canalla irrecuperable. Como vuelvas a dejarme por otra te corto los huevos con una Gillette oxidada… y hablo muy en serio.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Tranquila, nena. Se acabaron mis hazañas, un chamuyo misterioso me trajo hasta vos… yo quiero morir contigo, sin confesión y sin Dios, acurrucao en mis penas…</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Pero abrazao a mí, capisci?</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Escuchame… largo todo y me pianto con vos. ¿Qué más prueba querés? Una última cosa antes de irte…</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Dispará, varonazo.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─La dirección de tu marido.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Anotá. Dale para que tenga.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─Pero antes toco tu boca.</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─¿Solo mi boca...?</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─En tu boca cabe el mundo, pebeta. La materia que conforma los sueños...</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">─¡Sicario y poeta! ¿Cómo puedo tener tanta suerte...?</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif; text-align: center;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"><span style="font-size: medium;">*</span></span></span></p><p style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, Times, serif; text-align: center;"><span style="color: #050505; font-family: georgia;"><span style="white-space: pre-wrap;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2tCK5OKdRW1tqZQgxjQMgkIpNEIdNsVA2-zYphRQ3d31B65SS4nZoi7kRUUorvZpR0Z9qQjnerhnjRlx8LYIcQTknVH--6cOh1Aii_YsUFmdHHLRIdXueXjZtEQ-lkDknqOVu6M0KFiQuAjS66u0iuhn0H6_B5GWh9eheOcj--cTDzteEkEd6yL07/s600/san-telmo-de-noche-600x450.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="450" data-original-width="600" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2tCK5OKdRW1tqZQgxjQMgkIpNEIdNsVA2-zYphRQ3d31B65SS4nZoi7kRUUorvZpR0Z9qQjnerhnjRlx8LYIcQTknVH--6cOh1Aii_YsUFmdHHLRIdXueXjZtEQ-lkDknqOVu6M0KFiQuAjS66u0iuhn0H6_B5GWh9eheOcj--cTDzteEkEd6yL07/w640-h480/san-telmo-de-noche-600x450.jpg" width="640" /></a></div><br /><span style="font-size: medium;"><br /></span><p></p>Martin Rasskinhttp://www.blogger.com/profile/12329946934950433430noreply@blogger.com0