miércoles, 11 de abril de 2018

Siesta

En la litera de arriba descansa mi hermano. Contemplo cómo cuelga su mano. La tarde es muy espesa, húmeda. Respira pesadamente sobre el viscoso aire del Plata.

Iremos juntos al otro lado del mar. Seremos soldados de fortuna en Sicilia, besaremos las arenas rosadas de Creta. Los dos. Compartiremos amores y trenes de carga.

Doy vueltas en mi cama. No puedo dormir la siesta, nunca he podido. Algo se agita en mí más allá de las palabras, porque las palabras tienen peso propio, color, claridad.

Mi hermano retira la mano, intenta acomodarse. Hace calor.

Aún no sabe que su extraña vida llegará a su fin antes de que cumpla los treinta.

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