Jorge bebió su octava ginebra de la noche. Entonces se hizo la luz.
-No me dejó por otro. ¡Me dejó por mí!
Lo salieron del local.
-Sí, es verdad. Sí que importa el modo en que un hombre se hunde- alcanzó a trasegar su mente alcohólica antes de estrellarse contra el puño de un sofá con acento del Este.
-No me dejó por otro. ¡Me dejó por mí!
ResponderEliminarDemoledor