La tristeza en un coñazo patatero. Está bien para un ratito, pero resulta un pestiño. Es preferible reír que llorar, ya lo decía Peret.
Leyva y Taby, los locos lindos de La Habana, me envían estas pruebas irrefutables de que la tecnología se ha extendido por toda la isla. Nenes, abran cancha que voy. Preparen los tambores que los vamos a reventar.
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