Veo amanecer en Madrid. Lentamente, la luz se va enseñoreando de los tejados. Uso sombrero de ala ancha.
Cuando los dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único, desde Cícerón hasta Marco Aurelio, en que solo estuvo el hombre.
Dueño de su destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
La voz del pueblo