Mi abuela Sofía, Dios la tenga en su gloria, solía decir que los ricos saben vivir. Dicho así, la frase hasta tiene carga literaria. Ahora, tras arduos y arriesgados trabajos de campo, un sesudo estudio de investigación de mentes preclaras ha establecido que efectivamente es así, que los ricos no sólo saben vivir sino que viven más.
Propongo otros temas de investigación igualmente cruciales: ¿La gente prefiere ser feliz o desdichada? ¿Es mejor vivir en la musaraña o trabajar como una bestia parda en algo que odias? ¿Se está mejor solo o mal acompañado? ¿Se disfruta más tocando en una banda de rock'n'roll o diciendo "Sí, señor" a todas horas? ¿Es mejor ser como George Clooney o resulta preferible tener el aspecto de El Dioni? Será un dinero y un tiempo muy bien empleado.
El 1% de la población no sólo tiene más dinero, sino más tiempo para disfrutarlo. Los hombres ricos viven más tiempo que sus conciudadanos con menores ingresos, principalmente, porque los segundos tienen mayor predisposición a tener un estilo de vida menos saludable.
Hoy en día, los hombres más pudientes viven de media 80,4 años, casi seis años más que un hombre en un grupo socioeconómico más bajo, según un estudio llevado a cabo por el Longevity Science Advisory Panel, un grupo sin ánimo de lucro -menos mal- con sede en Reino Unido. El informe apunta que la diferencia existente entre la esperanza de vida de ricos y pobres va en aumento: hace 20 años, un hombre nacido en un grupo socioeconómico más alto tenía una esperanza de vida de 75,6 años, casi cinco años más que una persona en una clase social inferior.
Por qué
La razón subyacente parece residir en la forma en la que la gente elige gastar su dinero, dice el estudio, el cual cita una amplia gama de investigaciones y concluye que los trabajadores con menores ingresos son más propensos a fumar, beber en exceso y tener altas tasas de obesidad. Como ejemplo, se cita el caso de un estudio del Gobierno británico publicado el pasado año que concluye que en 2009 hubo más de 6.500 muertes en Inglaterra atribuidas directamente al alcohol. Las tasas más altas de mortalidad entre esa población correspondían a los pobres.
En EEUU, un creciente número de investigaciones muestra una tendencia parecida. Un estudio de 2010 de la Oficina de Seguridad Social estadounidense demostró que los hombres de 65 años afiliados a los programas de Seguridad Social en el escalón más bajo de la distribución económica vivían 2,3 años menos que aquéllos que lo hacían en el primero.
Monique Morrissey, una economista del Instituto de Política Económica, un centro de estudios sin ánimo de lucro, asegura que las tasas de obesidad y de consumo de cigarrillos sólo cuentan parte de la historia. "Estos factores de comportamiento aún no pueden explicar la diferencia en la esperanza de vida". Morrissey añade que el acceso a un servicio de salud de calidad también es un factor importante.
La economista apunta que elevar la edad de jubilación podría empeorar las cosas. "Esto afectaría desproporcionadamente los estándares de vida de lo jubilados de bajos recursos que dependen de estos programas".
lunes, 6 de febrero de 2012
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