Ayer, a la caída del sol, mi hora favorita, regresé caminando de Aranzueque. Un halcón me acompañó durante toda la travesía a la vera del cauce del Tajuña. Tuve la impresión de que ese pájaro mítico conocía cada uno de mis pensamientos. Sabe más que yo.
Llevaba un cayado y las manos vacías. La noche me sorprendió cruzando el puente de Armuña. Bebí un vaso de vino rojo escuchando el sonido del río y el viento en las hojas de los árboles.
Me arrullé solo.
Se adivina un otoño de fuegos. Como un lieder del viejo Richard Strauss.
lunes, 29 de agosto de 2011
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2 comentarios:
http://open.spotify.com/artist/2uuAaf6yCHYDZDVCdMUlA3
Cuando se tienen lieder así en la cabeza arrullarse solo es una quimera.
En el link, Lucia Popp canta esa vieja canción de Strauss con Tennstedt a la batuta. Para mi, el mejor registro posible.
Recuerdo haber escuchado Schwarzkopf/Szell contigo, Martin.
Hermoso post. Un abrazo.
(creo que he hecho el link a otra canción del ciclo; no importa)
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