¡Qué magnífico partido de baloncesto entre España y Rusia! Tras un comienzo titubeante, rozando en ocasiones el desastre, el quinteto español supo remontar un partido que se había puesto muy cuesta arriba. Demostraron una vez más que la grandeza está relacionada con las veces que eres capaz de sobreponerte a la adversidad. Las veces en que plantas cara, te levantas y dices "aquí estoy yo", sé que viene la tormenta, oriento las velas y a por ellos. Si hay que morir, que te encuentren luchando a brazo partido.
El baloncesto tiene un ritmo trepidante que en el fútbol se da en raras ocasiones. No me extraña que en los Estados Unidos, país acostumbrado a vivir "al toque", no haya hecho fortuna. El noventa por ciento del tiempo de un partido de fútbol es tedio químicamente puro. Perder una hora y media para contemplar nueve minutos de acción es mal negocio. En el baloncesto, en el buen baloncesto, te quedas literalmente sin respiración.
Los hermanos Gasol, Calderón, Felipe Reyes, Navarro, Ibaka, San Emeterio, Rudy... todos ellos, han hecho historia. ¡Siete finales en ocho años! No se puede pedir más.
Solo en casa, ayer pegaba gritos y saltos de alegría -tanto es así que se acercaron algunos vecinos a ver si me pasaba algo. Fue un momento pleno que me recordó una final de un europeo de baloncesto de hace muchos años entre Grecia y la antigua Unión Soviética. Uno ya tiene una edad...;)
Well done, boys! Ole, ole y ole. Esta es la actitud que necesita el país para salir del pozo, ya está bien de duelos y quebrantos por doquier. Y que se anden con cuidado los americanos en la final, que como os pillemos con el pie cambiado, arderá Troya...
sábado, 11 de agosto de 2012
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