Al hablar de la energía nuclear con los especialistas en el tema, la conversación suele entrar en un callejón sin salida cuando estos afirman que para sostener el nivel de consumo energético actual necesitamos nucleares sí o sí. Además, defienden que utilizando nucleares no se emite CO2 a la atmósfera. Es decir, se considera un mal necesario. Como si Chernóbil y Fukushima fueran un peaje a pagar en nombre del progreso. Por no hablar de los residuos...
Si se consulta el periódico español El Mundo en su edición de hoy podemos contemplar un ejemplo de manipulación de la información de manual. Nuestros inefables amigos de la derechona anuncian la medida de Alemania con el siguiente titular: "La factura eléctrica del usuario alemán subirá un 6% por el apagón nuclear". Está claro qué intereses representan.
Hace escasos días Suiza anunciaba que prescindía del uso de la energía nuclear. Ahora es Alemania quien da el siguiente paso, anunciando el apagón nuclear para dentro de 10 años. Estamos hablando de la superpotencia industrial de la Unión Europea, la gran locomotora económica. Si puede hacerlo Alemania ¿por qué no va poder hacerlo Francia, que cuenta con más de 50 centrales en activo o España, que apenas tiene 8?
Si Alemania renuncia voluntariamente al uso civil de esta clase de energía, ¿cuáles son los argumentos de los pronucleares para mantener su utilización en otros países? ¿No tendría más sentido impulsar la investigación en el uso masivo de un mix de tecnologías renovables y poner en marcha proyectos como el que hace poco presentaba Audi para aprovechar al máximo la energía eólica? Obviamente, todo esto acompañado de una reeducación, racionalización y fuerte reducción del consumo.
Parece que se puede vivir sin nucleares. Otra cosa es si los intereses económicos de los grandes grupos de poder nos van a dejar hacerlo. El ejemplo de Alemania marca el camino.
Merkel ha arrancado a sus socios liberales un acuerdo para fijar en 2021 el apagón nuclear alemán, tal y como había aconsejado la Comisión Ética en su informe definitivo y situándose así a la cabeza de la acometida contra una Bastilla energética que de todas formas iba a ser tomada con o sin la canciller alemana.
Unos 160.000 manifestantes se han lanzado de nuevo este fin de semana a las calles exigiendo la desconexión inmediata de los 17 reactores nucleares alemanes. Merkel ha conseguido el apoyo de todos los líderes regionales de su partido, un hecho que pocos hubiesen vaticinado hace sólo unos meses, para llevar a cabo un abandono acelerado de la energía nuclear. Y también ha salvado los obstáculos de última hora que habían surgido en la coalición con los liberales, que acababan de renovar su directiva y cuyos nuevos líderes deseaban distanciarse de la aventura antinuclear.
A cambio de la renuncia al "corredor temporal" que proponían, la canciller ha incluido una cláusula de escape que permitirá dar marcha atrás al proyecto en caso de crisis energética y ha accedido a dejar dos centrales nucleares en la reserva, en situación de 'stand by'. Ahora falta saber qué han acordado para la financiación del proyecto. Los costes del apagón, según un informe interno del partido de Merkel, la CDU, filtrado a la prensa, ascenderán a 40.000 millones de euros.
Los efectos del apagón
Además del coste que asumirá el Estado, están los que calculan las empresas del sector y que algunas de ellas tratan de contrarrestar a marchas forzadas. RWE, por ejemplo, ha decidido a toda prisa la inversión de 5.000 millones de euros para la construcción de una central nuclear en Seeland, Holanda, a escasos 200 kilómetros de la frontera alemana, para producir desde allí energía atómica con objeto de exportarla hacia Alemania.
Sin este tipo de aportaciones externas, y a pesar de la poderosa inversión que planea inyectar el gobierno alemán en el mercado de las renovables, hay quien cree que Alemania sufrirá, en cuando sigan desconectándose reactores, cortes eléctricos y problemas de suministro. Eso es lo que mantiene Reiner Brüderle, hasta hace unos días ministro de Economía y que acaba de pasar a la reserva del Partido Liberal. El Instituto de Investigación Económica, sin embargo, predice que Alemania se convertirá en líder mundial en renovables y que obtendrá además efectos económicos muy positivos.
Los expertos del DIW calculan que la posición de vanguardia que el apagón nuclear obligará a asumir a este país en nivel tecnológico en energías limpias se traducirá en un aumento adicional del 3% del PIB, tras comprobar que sólo el impulso de la demanda de energías renovables del año pasado generó un volumen de negocio de 35.500 millones de euros, además de la creación de 370.000 empleos.
El consumidor, por su parte, cargará con un aumento del 6% en la factura energética además de un alza del 9% en la emisión de gases de efecto invernadero, que supondrá unos 26 millones de toneladas más al año, debido a que las plantas que producen energía eléctrica a base de gas y carbón tendrían que incrementar su producción para compensar el faltante a causa de la desconexión de las plantas nucleares.
lunes, 30 de mayo de 2011
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