jueves, 1 de noviembre de 2012

Rara temporum felicitas

Se acaba de marchar un gran intelectual. Agustín García Calvo. Un genio que superaba con mucho los estrechísimos y asfixiantes márgenes de la endogámica universidad española. Alguien profundamente comprometido con la transformación de la realidad, que es lo único que verdaderamente importa.

Apartado de la universidad por la policía del pensamiento del franquismo, García Calvo revivió a los clásicos. Innolvidables sus traducciones y sus ensayos sobre los presocráticos. No obstante, también sometió a riguroso análisis conceptos tales como la familia, la pareja, Dios, la realidad y el tiempo. Ahí es nada.

Además, cuentan las crónicas que celebró ceremonias paganas en el Manzanares, ataviado con ínfulas e invocando a deidades olvidadas. Hasta se dice que sacrificó palomas a Poseidón, a Apolo (medén agán) o vete a saber a quién. ¡Be dakéon pará Thina poluflóis­boio Thálas­saes!

Hasta el último día mantuvo sus encuentros semanales en el Ateneo dirigido por otro histórico, Carlos París.

Ya estará charlando animadamente con Heráclito, Anaxágoras y Sócrates. Aquiles pies ligeros y el perspicaz y astuto Odiseo se han sentado a escuchar junto al fuego. ¡Jaire, querido profesor!

Fallece Agustín García Calvo.


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