jueves, 29 de agosto de 2019

Por alusiones

Me escriben amigos muy queridos para decirme que me pasé unos cuantos pueblos hablando del tema de la gente que realiza servicios domésticos y de sus empleadores.

En primer lugar, mis sinceras disculpas si alguien se ha sentido directamente aludido. No era mi intención ofender a nadie. Me dejé llevar por la pasión del momento, la imagen del niño levantando un pico de su propia altura. Creo que es un tema complejo que levanta ampollas.

Intentaré hilar más fino, como corresponde a un señor majete de mi edad. Un hombre que peina canas -cuando peina algo- y que resulta a ratos cómico, a ratos venerable. Hasta puede que haya personas que emplearan el vocablo "adorable", pero será por simple similitud sonora, una confusión, vaya.

Vayamos por partes (Jack, siempre te citamos...)

¿El hecho de contratar personal de servicio nos convierte automáticamente en deleznables burgueses? No. No es así. Hay casos en que la ayuda en casa resulta esencial y la familia o el individuo en cuestión difícilmente podría funcionar sin esa asistencia.

Cabe afirmar, por otro lado, que a día de hoy el personal de servicio difícilmente encontraría colocación en otro puesto de trabajo.

Quede claro que considero el trabajo tan digno como cualquier otro. No es eso. Hablaba de una estructura de pensamiento e intentaré explicarme.

Mi comentario estaba centrado en América Latina porque pude comprobarlo personalmente en mis viajes. La mano de obra para realizar las tareas domésticas es muy barata. La contratación "en blanco" con todos los derechos sociales es una novedad reciente o en muchos casos se salta a la torera. Pero hay algo que creo más profundo: no verás muchos "hombres o mujeres de piel nívea" realizando estas tareas. No. Suelen ser personas con la piel oscura y con formación escasa o nula, que aceptan agradecidos lo que se les da y no plantean ninguna clase de reivindicación: es eso o nada. También se podría decir lo mismo del trabajo en el campo, el trabajo de peón en una estancia o de cosechador en una zafra.

La élite blanca ocupa los mejores puestos de la sociedad. Hágase una estadística de los presidentes desde la Independencia de América hasta el día de hoy. ¿Qué presidentes son siquiera mestizos? Hay que buscar los nombres con lupa.

Ni siquiera la Revolución Cubana, que en su momento fue un faro de esperanza para nuestra gente. Fidel Castro y Ernesto Guevara eran hijos de la burguesía y blancos. Como lo fueron la mayor parte de los revolucionarios franceses o el propio Marx.

El cambio siempre viene desde adentro. Son los hijos de la clase media los que aún tienen la capacidad de conmoverse ante el dolor humano. Los macris y demás pijos/recontrachetos son mudos, sordos y ciegos al sufrimiento. No lo perciben. Están programados para dar órdenes y decir "muy rico, Edelmira, puede retirarse". Es problema de todo el software, agravado por un hardware duro como la roca.

Quise llamar la atención sobre cuestiones cotidianas que damos por sentado. Que la composición demográfica de nuestros territorios sea la que es y el hecho de que haya una bolsa enorme de gente que nunca ha contado para los "estados nacionales latinoamericanos", salvo cuando se trataba de utilizarlos como carne de cañón, como se vio en la cobarde y salvaje guerra de la Triple Alianza, que diezmó el Paraguay y desequilibró su población durante décadas, no debe distraernos del hecho de que nunca podremos ser realmente libres si no integramos a esa parte de la población, si no logramos que se sientan ciudadanos de primera clase.

Ocurre igual que con la incorporación de la mujer a la sociedad moderna. Hace siete décadas se publicaban aberraciones como la que pueden ver más abajo, manuales de la Sección Femenina para dar consejos a las esposas. Cosas que resultan hasta graciosas de lo absurdas.

Hoy la mujer ha dejado de hacer "trabajos no remunerados y no reconocidos como tales" prácticamente en exclusiva -me dirán: y queda un mundo por hacer. Así es- y se ha incorporado al mercado de trabajo. Cuando se la ha dejado volar libremente, no ha tenido inconveniente en llegar a lo más alto, tanto en la política mundial como en los consejos de dirección de las grandes empresas.

Durante años se afirmó que las ingenierías industriales eran cosa de hombres. Véase la composición del alumnado hoy en día. Compárense los expedientes académicos de hombres y mujeres. Viví con una arquitecta española de la nueva horneada durante una década, una persona muchísimo más inteligente y preparada que yo.

Con el personal de servicio, con la gente de origen humilde que vende su fuerza de trabajo al precio que sea y en las condiciones que dicte el empleador, sucede igual. El daño es mayúsculo: es la propia persona la que termina creyendo que no sirve para nada mejor. Ni siquiera puede llegar a imaginar un futuro alternativo, no tiene las herramientas para hacerlo. Ha visto a sus padres y a sus abuelos servir, bajar la cabeza.

La mujer no tenía ningún defecto estructural que le impidiera tener una vida digna. Obama demostró que un negro puede ocupar la presidencia del país más poderoso del mundo (ahora lo estamos pagando con intereses insoportables. Un payaso capaz de negar el cambio climático y, al mismo tiempo, lanzar planes inmobiliarios en Groenlandia). Las mujeres, los negros, los mestizos, los indios, no tienen ninguna tara genética que les impida vivir sin servir a otros. Es un cambio de perspectiva.

El personal de servicio, las prostitutas, la gente que hace cosas que nadie querría hacer... todos contribuimos con nuestro silencio a perpetuar el statu quo.

Y se oye la frase constante: "este es un negro resentido" o "negro tenía que ser". Pregúntate tú cómo actuarías si estuvieras en esa situación.

La denostada Revolución Cubana -normalmente habla a gritos de ella gente que ni la conoce ni se ha acercado a Cuba jamás- cambió el destino de la población negra de la isla. Y estamos hablando de un porcentaje importante de la población.

La Revolución Rusa aplastó a la Alemania nazi en solitario. La historia de la Segunda Guerra Mundial debe reescribirse de cero. Los aliados entraron en Europa cuando los soviéticos ya habían perdido más de 20 millones de personas. Cifras de sufrimiento humano que ningún cerebro puede siquiera llegar a imaginar. Y puso a un hombre en órbita por primera vez en 1957. Cuarenta años después de haber salido de un régimen feudal que enviaba a los soldados al frente sin botas para la nieve y sin armas. Miento. Había un arma para cada cuatro soldados. Cuando caía uno la tomaba el que venía detrás.

La revolución fracasó, pero nos puso en el límite de las posibilidades. Y después de la revolución las cosas no pueden volver atrás. ¿Alguien cree que los avances sociales en Occidente son concesiones de los dueños del mundo por su simple "bondad natural"? Costaron toda la sangre y el dolor del mundo.

Voy a ver si localizo el apunte que hizo en su diario personal el Zar Nicolás II la misma tarde en que su guardia cosaca abrió fuego contra una multitud desarmada - hombres, mujeres y niños- en San Petersburgo. Habla de una partida de caza y de que el tiempo está cambiando creo recordar. Pedazo de mierda. Sorry... otra vez habla el siberiano, el Dersu Uzala que habita en mí. Tómate un vodka, anda.

La historia de la infamia se construye día a día. Con cada acto, con cada decisión. Y cuando un hombre o una mujer -así, tomados de uno en uno- toma conciencia de la injusticia, de que hay algo que está intrínsecame mal, entonces cabe avanzar.

¿Es una utopía pensar que resulta posible liberar a los verdaderos parias de la tierra? Aquellos que resultan invisibles. No. En ningún caso. Estamos asistiendo a cambios vertiginosos de la mano de la evolución tecnológica.

Empezando por la velocidad de diseminación de las ideas y los debates hasta la Inteligencia Artifical y la robótica. Estamos a las puertas de una revolución industrial que modificará el mundo hasta volverlo irreconocible. Decenas de millones de puestos de trabajo dejarán de existir en tiempo récord. Aún no sabemos ni cómo se llamarán las profesiones más demandas en los próximos 10 años. ¿Quién oyó hablar de Big Data, de Blockchain, de criptodivisas, de aprendizaje de máquina, de tantas cosas, hace solo unos años?

Hasta el momento, los cambios nos están trayendo lo peor. Gente espantosa sube a lo más alto apoyándose justamente en Twitter o cualquier red social. Es el imperio de la posverdad. Pero lo mismo que ha servido para fabricar engendros puede tener un potencial liberador. Solo es cuestión de corregir el tiro y redefinir las prioridades.

De qué lado estamos. Qué podemos hacer cada uno para mejorar el statu quo. Cada decisión cuenta.

Y hoy más que nunca, quien salva a una sola persona -de las miles de formas en que se puede salvar a un ser humano- salva a la Humanidad entera.

miércoles, 28 de agosto de 2019

Cuadernos para Pablo - II

Continúo con la serie "Cuadernos para Pablo", que tuve que interrumpir por cosas de la vida. Lo he intentado por todos los medios, hasta he recurrido al soborno sentimental y material, pero finalmente mi queridísimo y admiradísimo Pablo va a estudiar filosofía. Y en la Autónoma... como su padre. Gott im Himmel, qué he hecho mal. ¿Mal? Y un jamón. La filosofía, el pensamiento, resulta fundamental en esta época de Tinders e Instagrams, la era de los jeroglíficos, del analfabetismo funcional y Rosalía en el puesto de Mozart.

Y háganme caso. Dedíquense a cosas económicamente "inútiles" pero que les hagan sentir bien. No hay sitio para tanto analista de Big Data. Si logran trabajar en algo que les guste no será un trabajo, sino un disfrute.

Bien, como decíamos ayer, Cuadernos para Pablo en su segunda entrega. Textos, reflexiones de grandes autores que me parecen interesantes como punto de partida para debatir. Una tertulia abierta. Dedicada a mis queridos alumnos de España y de allende los mares. Abro esta ventana pensando en ellos y en aquellos jóvenes que comienzan a hacerse preguntas.

*

En "El hombre unidimensional", el pensador Herbert Marcuse reflexiona sobre las necesidades humanas. Distingue entre "necesidades verdaderas" y "necesidades falsas". En la era del consumo desaforado y la obsolescencia programada - sufro la obsolescencia en silencio, como se sufren las hemorroides, sobre todo cuando me cruzo en la calle con un grupo de bellas damas que reafirman mi destino literario al hacerme sentir protagonista de "El hombre invisible", ¡con lo que yo he sido...! Tened en cuenta que Ava Gardner dijo de mí: "es muy injusto que tanta belleza esté concentrada en un solo hombre". ¿O lo dijo de Paul Newman? Si os soy sincero, no me acuerdo... - conviene volver a revisar sus escritos. ¿Qué resulta realmente necesario? ¿Qué se nos impone socialmente como elementos que, de no tener, nos hacen sentir miserables y fracasados?

Vivimos en un mundo represivo. Todo comenzó cuando las sociedades humanas se hicieron más complejas: había que controlarlas. Y el primer sistema de control fue la religión, el miedo a un castigo eterno, el concepto de pecado. Las cosas había que hacerlas de determinada manera no porque estuviera bien, sino porque, en caso contrario, arderías en el infierno.

El mecanismo de la represión es clave para entender por qué resulta imposible ganar la carrera de la felicidad material que promete nuestra sociedad de consumo. Nunca puede ser satisfecha la sed, siempre habrá alguien que tenga una casa más grande, un coche más potente, etc. etc. Es una carrera de ratas que no tiene fin. Esta carrera se da en casi todos los órdenes de la existencia, no es preciso ser un magnate.

Todo puede reducirse a un problema de poder. Quién lo tiene, qué hace con él. El mecanismo más perverso es el que hace que el poder deba usarse sí o sí, si no, carece de sentido por definición. Ahí es cuando comienzan a tomar forma las ideas de martirización de otro ser humano: alguien con poder de verdad no tiene que comportarse de forma racional. Antes al contrario. De tanto en tanto debe castigar aleatoriamente a algún pobre infeliz para producir terror en el resto de los monos que, asustados ante la perspectiva, se pondrán a cuatro patas a merced de "la luz que ilumina nuestros pasos". Esa es la esencia del poder. Es irracional, destructivo, ciego e impredecible. Una especie de cisne negro.

Un fragmento de "El hombre unidimensional" de Herbet Marcuse.

"La intensidad, la satisfacción y hasta el carácter de las necesidades humanas, más allá del nivel biológico, han sido siempre precondicionadas. Se conciba o no como una necesidad, la posibilidad de hacer o dejar de hacer, de disfrutar o destruir, de poseer o rechazar algo, ello depende de si puede o no ser vista como deseable y necesaria para las instituciones e intereses predominantes de la sociedad. En este sentido, las necesidades humanas son necesidades históricas y, en la medida en que la sociedad exige el desarrollo represivo del individuo, sus mismas necesidades y sus pretensiones de satisfacción están sujetas a pautas críticas superiores.

Se puede distinguir entre necesidades verdaderas y falsas. «Falsas» son aquellas que intereses sociales particulares imponen al individuo para su represión: las necesidades que perpetúan el esfuerzo, la agresividad, la miseria y la injusticia. Su satisfacción puede ser de lo más grata para el individuo, pero esta felicidad no es una condición que deba ser mantenida y protegida si sirve para impedir el desarrollo de la capacidad (la suya propia y la de otros) de reconocer la enfermedad del todo y de aprovechar las posibilidades de curarla. El resultado es, en este caso, la euforia dentro de la infelicidad. La mayor parte de las necesidades predominantes de descansar, divertirse, comportarse y consumir de acuerdo con los anuncios, de amar y odiar lo que otros odian y aman, pertenece a esta categoría de falsas necesidades.

Estas necesidades tienen un contenido y una función sociales,determinadas por poderes externos sobre los que el individuo no tiene ningún control; el desarrollo y la satisfacción de estas necesidades es heterónomo. No importa hasta qué punto se hayan convertido en algo propio del individuo, reproducidas y fortificadas por las condiciones de su existencia; no importa que se identifique con ellas y se encuentre a sí mismo en su satisfacción. Siguen siendo lo que fueron desde el principio; productos de una sociedad cuyos intereses dominantes requieren la represión.

El predominio de las necesidades represivas es un hecho cumplido, aceptado por ignorancia y por derrotismo, pero es un hecho que debe ser eliminado tanto en interés del individuo feliz, como de todos aquellos cuya miseria es el precio de su satisfacción. Las únicas necesidades que pueden inequívocamente reclamar satisfacción son las vitales: alimento, vestido y habitación en el nivel de cultura que esté al alcance. La satisfacción de estas necesidades es el requisito para la realización de todas las necesidades, tanto de las sublimadas como de las no sublimadas....

...En última instancia, la pregunta sobre cuáles son las necesidades verdaderas o falsas sólo puede ser resuelta por los mismos individuos, pero sólo en última instancia; esto es, siempre y cuando tengan la libertad para dar su propia respuesta. Mientras se les mantenga en la incapacidad de ser autónomos, mientras sean adoctrinados y manipulados (hasta en sus mismos instintos), su respuesta a esta pregunta no puede considerarse propia de ellos. Por lo mismo, sin embargo, ningún tribunal puede adjudicarse en justicia el derecho de decidir cuáles necesidades se deben desarrollar y satisfacer. Tal tribunal sería censurable, aunque nuestra repulsa no podría eliminar la pregunta: ¿cómo pueden hombres que han sido objeto de una dominación efectiva y productiva crear por sí mismos las condiciones de la libertad?

Cuanto más racional, productiva, técnica y total deviene la administración represiva de la sociedad, más inimaginables resultan los medios y modos mediante los que los individuos administrados pueden romper su servidumbre y alcanzar su propia liberación. Claro está que imponer la Razón a toda una sociedad es una idea paradójica y escandalosa; aunque se pueda discutir la rectitud de una sociedad que ridiculiza esta idea mientras convierte a su propia población en objeto de una administración total. Toda liberación depende de la toma de conciencia de la servidumbre, y el surgimiento de esta conciencia se ve estorbado siempre por el predominio de necesidades y satisfacciones que, en grado sumo, se han convertido en propias del individuo. El proceso siempre reemplaza un sistema de precondicionamiento por otro; el objetivo óptimo es la sustitución de las necesidades falsas por otras verdaderas, el abandono de la satisfacción represiva.

El rasgo distintivo de la sociedad industrial avanzada es la sofocación efectiva de aquellas necesidades que requieren ser liberadas —liberadas también de aquello que es tolerable, ventajoso y cómodo— mientras que sostiene y absuelve el poder destructivo y la función represiva de la sociedad opulenta. Aquí, los controles sociales exigen la abrumadora necesidad de producir y consumir el despilfarro; la necesidad de un trabajo embrutecedor cuando ha dejado de ser una verdadera necesidad; la necesidad de modos de descanso que alivian y prolongan ese embrutecimiento; la necesidad de mantener libertades engañosas tales como la libre competencia a precios políticos, una prensa libre que se autocensura, una elección libre entre marcas y gadgets.

Bajo el gobierno de una totalidad represiva, la libertad se puede convertir en un poderoso instrumento de dominación. La amplitud de la selección abierta a un individuo no es factor decisivo para determinar el grado de libertad humana, pero sí lo es lo que se puede escoger y lo que es escogido por el individuo. El criterio para la selección no puede nunca ser absoluto, pero tampoco es del todo relativo. La libre elección de amos no suprime ni a los amos ni a los esclavos. Escoger libremente entre una amplia variedad de bienes y servicios no significa libertad si estos bienes y servicios sostienen controles sociales sobre una vida de esfuerzo y de temor, esto es, si sostienen la alienación. Y la reproducción espontánea, por los individuos, de necesidades súperimpuestas no establece la autonomía; sólo prueba la eficacia de los controles".

Herbert Marcuse, El Hombre Unidimensional
(págs 34-38)

Cuadernos para Pablo - I

El niño yuntero

Cuando oigo a personajes como Javier Milei o similares, gente que ha estudiado economía, que parece competente en lo suyo y habla con un aplomo total sobre las bondades del liberalismo extremo, me pregunto en qué mundo viven. El capitalismo en su versión más salvaje, el capitalismo sin control alguno, ha generado condiciones de esclavitud en todo el mundo. Muchísimo más con la globalización. ¿No te gustan las condiciones? Me llevo la producción al quinto mundo donde no tengo que pagar más que lo que me cuesta un tazón de arroz en mal estado.
Cuando se habla de "progreso" no se tiene en cuenta de quién se está hablando. Tomemos mi país natal. ¿Cuánta gente dispone de servicio doméstico para no tener que tocar un inodoro en su vida o de "Marías" (LA TRATAMOS COMO UNA MÁS DE LA FAMILIA. Y me recontracago en tu alma. ¿Una más de la familia y le pagan centavitos o la hacen dormir en la peor habitación de la casa?) que le cuidan a los niños para que ellos puedan dedicarse a tareas más elevadas? ¿3, 5, 7 millones de personas en todo el país? ¿Qué significa eso en un país de 44 millones de habitantes? Nadie debería limpiar la basura de otro ser humano, salvo por amor a su pareja, a sus hijos, a su gente, y menos por un salario de miseria.
El capitalismo salvaje, sin ningún grado de control, funciona bien para la gente a la que le funciona bien. Como mucho y siendo muy generoso, un tercio de la humanidad. Los pijos/recontrachetos de hoy no necesitan robar: ya lo hicieron sus padres o sus abuelos. Ellos son unos simples inútiles que se encargarán de acabar con todo lo acumulado. Y aún sentirán "vacío existencial", se meterán toda clase de sustancias o tratarán de encontrar en el sexo compulsivo o la actividad más peregrina alguna clase de respuesta a la Nada. Los ponía a cavar una zanja desde La Quiaca hasta Ushuaia como terapia de choque. ¿Y después...? A taparla, hombre. No queremos que nadie se accidente.
Los que afirman que el capitalismo en su versión globalizada genera progreso tienen la hipocresía suficiente como para circular por la vida sin mirar ni ver. Es fácil decir esas chorradas sentado en un bonito café europeo o en un centro comercial de Miami o Los Ángeles. O un salón de té en Buenos Aires o México DF, nuestro maravilloso continente de desigualdades al estilo Bangladesh. Porque si nadie se ha parado a pensarlo, América Latina es una de las regiones más desiguales del mundo.
Cuando estuve de cooperante en Nicaragua tuve que tratar con toda clase de personas. Recuerdo una señora de la alta burguesía local que me confesó "odio este país, lo odio con todas mis fuezas. No tiene solución. Pero jamás podría tener el nivel de vida que tengo aquí en Europa o en los Estados Unidos". Lógico, el precio del esclavo en el tercer mundo apenas cotiza.
El sistema funciona para 1 de cada 3 o 4 personas de la población mundial. Hay casi 100 países que dependen de la suerte y la buena voluntad de los amos del mundo. Una mala cosecha, un microcambio en los precios de las materias primas, un movimiento especulativo de un fondo buitre y millones de personas se verán abocadas a la pobreza. En un abrir y cerrar de ojos. Véase lo que ocurrió en la bolsa argentina y en el cruce del peso una vez que se conocieron los resultados de las PASO (y no eran presidenciales). En SEGUNDOS se hunde un país. Y la llave para hacerlo o contenerlo no está en manos de ningún gobierno.
Muy conveniente ver la película "The Big Short" para comprender cómo funcionan los capitales mundiales y cómo nadie está a salvo.
En otro orden de cosas, se sabe que la ausencia de ciertos nutrientes en la infancia provoca un retraso prácticamente irrecuperable. ¿Qué hacemos con esa gente? ¿En qué se emplearán? ¿Cómo los sacamos adelante? ¿Qué hacemos con los ancianos, con los dependientes, con la gente que nunca contó para el sistema productivo? ¿Los tiramos a la puta calle como hacen tus admirados yanquis de los cojones, "gordito libertario"? Porque la primera potencia mundial es todo un ejemplo a la hora de cuidar la salud de sus 325 millones de habitantes. Su sistema es muy sencillo de entender. ¿Tienes dinero para pagar la factura del hospital? Welcome, ¿una copita de champagne? ¿Que no tienes pasta? Hazte un cursillo de primeros auxilios por Internet. Opérate tú mismo en casa. A su lado, la Seguridad Social española es un milagro propio de un ideario socialista de manual. Hasta nuestros amigos del PP se atendía a todo el mundo, viniera de donde viniese. Ya fuera Siria o Inglaterra.
¿Contempla tu "respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo" de signo "libertario" a aquellos que no tienen voz, que no conocen otra cosa que la esclavitud, que viven muchísimo peor que un perrito de Barrio Norte?
Quien defiende este sistema basado en los más bajos instintos del ser humano, que no tiene ningún problema en emplear niños en régimen de esclavitud, que ignora la existencia de millones de personas "prescindibles", realmente se merece que Dios finalmente exista -aunque habría que averiguar por qué razón se inhibe cada vez que muere un niño en este planeta de aprendices de burgués. ¿Para qué nació si ni siquiera vivió?- y que, una vez atravesada la Estigia, el Ser Supremo le ajuste las cuentas. ¿Cómo era aquello del camello y el ojo de la aguja...? Si lo que dice la Biblia es verdad, mucha gente de misa diaria y riñón bien forrado acabará en un lugar donde el calentamiento global será el menor de sus problemas.
Por si no lo sabías Milei, el niño de la foto no está "posando". No sabe ni lo que es una foto. Nació exclusivamente para el dolor y dudo mucho que tenga un proyecto de vida que el libertario de pro pueda "respetar de manera irrestricta". Su vida será un túnel más que oscuro.
Hoy como en 1930 sigue habiendo niños yunteros. Y hay que liberarlos.


lunes, 26 de agosto de 2019

Einstein y la concentración

Albert Einstein tenía una capacidad que le permitía concentrarse en un problema durante horas, días o incluso años. La ciencia se construye intuitivamente. Existen lagunas lógicas. Los científicos pasan años deambulando en la nada, se frustran, se tiran de los pelos.

He ahí el poder de la genialidad: la fuerza de voluntad para cometer los errores necesarios que te conducen a la respuesta correcta.

Cuando se encontraba en un aparente callejón sin salida, sacaba el violín de su estuche e interpretaba a Mozart, cuya música según él "captaba el espíritu del Universo".

martes, 6 de agosto de 2019

Pampeano



Comparto este tema mío, "Pampeano", montado sobre cuadros de mi señor padre, el pintor y escultor Abel Rasskin. Soledades de donde da la vuelta el aire. Allá lejos y hace tiempo.

Cabalgando hacia el horizonte hasta enterrarlos en el mar. Va por ustedes!