lunes, 30 de noviembre de 2009

Seamos realistas, pidamos lo imposible

Tres meses antes de la caída del muro de Berlín, Gorbachov, por entonces máximo dirigente de la Unión Soviética, aseguraba que la desaparición del muro que dividía en dos la capital germana era una cuestión que se resolvería, como muy pronto, en el siglo XXI.

En noviembre de 1989, el muro caía aplastado y los berlineses se daban un abrazo gigantesco en Unter den Linden. Era el fin de la guerra fría y el comienzo de una nueva era.

Nadie podía prever que aquello iba a ocurrir. Una vez más se confirma que no hay nada peor que un especialista. Nuestro cerebro racional está preparado para lo posible, pero es lo imposible, lo imprevisto, lo que acaba sucediendo. De otro modo, no habría forma de explicar cientos de acontecimientos en la historia de la humanidad.

Si esto es así, lo lógico es ser irracional y pedir imposibles: que se acabe el hambre en esta generación, que las personas que nos gobiernan acrediten una preparación mínima en lugar de improvisar continuamente, que se adopte un modelo de consumo sostenible, que nadie más duerma en la calle, que el reparto de la riqueza sea justo y equilibrado, que se termine la venta de armas de países "avanzados" a países supuestamente "atrasados", que se acaben los sermones que amenazan con el fuego infernal, que el matrimonio de los curas esté bien visto -sobre todo si se trata de curas gays-, etc., etc.

La racionalidad ya nos ha mostrado adónde podemos llegar. No hay nada más racional que las cámaras de gas en Auschwitz. El salto cualitativo desde el uso del escape de camiones para exterminar seres humanos al empleo del gas Zyklon B no podría haberse logrado sin una mente calculadora detrás. El muro que Israel levanta para ahogar a los palestinos también tiene una pinta muy racional. Decenas de ingenieros y arquitectos comprometidos en un trazado inaudito. Una maravilla de la técnica moderna.

Cuando se trata de machacar al prójimo, el ser humano se convierte en el Dios del Antiguo Testamento. No hay piedad. Los avances científicos y tecnológicos que se produjeron durante los seis años que duró la Segunda Guerra Mundial no tienen precedentes. Ya lo dijo el viejo Heráclito: "La guerra es el padre de todas las cosas". La paz aburre y engorda.

Vista la historia del mundo y comprendida la esencia del poder, sólo queda aspirar a lo imposible. Siendo realistas, naturalmente.

viernes, 20 de noviembre de 2009

No sólo argentino

Voy a una conferencia del escritor español Andrés Trapiello. Se celebra en la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla. Por cierto: excelente exposición de libros renacentistas sobre astronomía, filosofía y ciencia. Emociona ver las tablas de posiciones celestes incluidas en libros de un diseño exquisito. Muy recomendable.
Pero volvamos a la charla-coloquio. Trapiello habla de la dualidad de la tradición literaria española, de lo cervantino y lo quevediano. De la capacidad de reírse de uno mismo y de la mala uva concentrada. Comenta matices sobre verosimilitud y veracidad. Nada sin poesía. Habla de su obra, de los personales diarios que viene publicando desde hace más de quince años, bla, bla, bla. Me invade un inmenso sopor, siento que mis párpados se cierran bajo el peso de veinte atmósferas, mis músculos se distienden. SUADENTQUE CADENTIA SIDERA SOMNOS...
Y sobre el cierre escucho la voz del plumilla: "cuando dentro de cien o doscientos años un lector se acerque a mi obra..."
Optimismos así dan gusto. Qué ruina para la industria química del antidepresivo en grageas. Por qué no dentro de mil años.
Claro. Dante, Shakespeare, Cervantes, Tolstoi, Balzac, Pessoa, Cortázar y por supuesto -faltaría más- ¡Andrés Trapiello!

Voltaire, où êtes-vous?

jueves, 12 de noviembre de 2009

Valdez. Cuatro

Era de noche en Buenos Aires. Corrientes estaba iluminada con tutti y la gente atiborraba las veredas. Una brisa fresca venía del río y hacía más soportable los calores primaverales. La ciudad era un hervidero de grillos, llena de locos y heridos solitarios que corrían de un lado para otro. El suelo parecía estar electrificado. Nadie miraba a nadie directamente a los ojos, no sea que se vaya a armar quilombo.

De repente, un tango surgió de una disquería y detuvo el tiempo. La voz del polaco Goyeneche cantaba a todo pulmón y paralizó el cuerpo de Valdez. Cómo cantaba el hijo de puta... Mirá bien cuando entran los bandoneones a marcar el ritmo. Sí, boludo. En la segunda estrofa, cuando dice "traías en tus ojos, en tus labios, tu voz". Escuchá el latido de Buenos Aires. Agarrate bien de ese tango que lo demás es pagar impuestos y hacerse pelota. Cuando un bandoneón marca el compás sale el sol. Fijate bien otario que andás penando, prestale mucha atención. Haceme caso.

Tú, con la magia de tu amor y tu bondad
Tú, me enseñaste a sonreír y a perdonar.
Yo era un grito de rencor
En la desesperación de mi trágico final
Ya ves.... todo eso terminó
Como brumas en el mar
Al llegar la luz del sol


Valdez se puso a cantar a voz en grito en plena Corrientes. Su alma de bohemio tomó el mando y pensó que la suerte aún no estaba echada, que podía cambiar el rumbo de las cosas, que aún quedaba tiempo. Tiempo para empezar de cero, lejos, para abrazar a un amor hasta hacerse sangre, tiempo, para soñar en otra aurora, para mirar el cielo infinito hasta quedarse sin aliento, para tocarse los huevos incluso, tiempo. Sólo eso.

La respuesta estaba ahí: el viejo gotán. “Este golpe y me pianto”, se dijo. Al carajo con todo...

Cuando llegó a la pensión ya era de madrugada. Abrió la puerta con cuidado para no despertar al resto de inquilinos y atravesó el pasillo con su paso alcohólico. Buscó a tientas el pomo de su puerta y entró. Se desvistió en dos patadas con la idea de meterse derecho en la cama. Se sentó y pegó un respingo. Había alguien más.

-Shhhh... tranquilo, Val. Soy yo. ¿No te acordás de mí?-

"Una mina en mi cama... ¿cómo habrá llegado hasta aquí?", pensó Valdez. "Bueno, qué importa. Pero ¿quién era esta loca?"

-¿No me conocés?- dijo la nami acariciándole el rostro. –Soy Nora... Hace siglos que no nos vemos, pero yo nunca me olvidé de vos.

Nora. ¿Qué Nora...? Mientras los combates se sucedían había tantas. Lo asaltaban en los sitios más inverosímiles, en los taxis, en los baños, en los ascensores de los hoteles, en los pasillos de los gimnasios, en los probadores de ropa. Siempre aparecían deseosas de unir sus destinos al de la gran promesa del boxeo rioplatense. O siquiera pasar unas horas en su compañía, decir que habían estado con él, salir en los medios de comunicación en programas de cuarta... lo que fuera. Muchas estaban desesperadas, querían escapar de sus destinos previsibles, de sus vidas sin brillo, sin salida. De tipos repugnantes que las sometían a toda clase de humillaciones cotidianas.


Eso de encontrar una mujer en su cama ya le había pasado en más de una ocasión, pero hacía tanto que no sucedía... Cuando los combates empezaron a escasear y las bolsas eran cada vez más pequeñas, ellas desaparecieron como por encanto. Incluso lo miraban con desdén: vos que fuiste, vos que pudiste... todo en tiempo pasado. Qué breve y qué intranquilo es el sueño de un campeón. Siempre pensando, temiendo que venga otro más joven y fuerte y le quite la corona, con la valentía ciega y el aguante de un toro. Pibes con pinta de moneda nueva. Relucientes. Valdez no se engañaba: sabía perfectamente que las primeras canas sellarían su sentencia de muerte.

Y ahora aquella sorpresa, aquel día justamente en que había delirado en compañía de Roberto Goyeneche en la avenida Corrientes. Una señal. No preguntó. No dijo nada. Se limitó a abrazarla en la oscuridad de aquel tugurio y le hizo el amor como Lancelot en sueños a la reina Ginebra, cuando aún era de Arturo. Desesperadamente, los dos.

La habitación se convirtió en un velero. Y toda la tierra echó a rodar.

Valdez. Uno
Valdez. Dos
Valdez. Tres

viernes, 6 de noviembre de 2009

Aparecidos

Mientras me ducho me gusta escuchar la radio. Normalmente pongo música, pero hoy cambié el menú y puse Radio Nacional.

Alcanzo a oír el número noventa y ocho... El periodista vuelve sobre sus pasos y repite que las abuelas han logrado rescatar al bebé robado número noventa y ocho.

Las abuelas son las Abuelas de la Plaza de Mayo y lo que han logrado es identificar a un niño que fue arrancado a sus padres en las salas de tortura de la Escuela de Mecánica de la Armada. Ella cargaba con 17 y él con 19. Robado y entregado a una familia "de bien" para su crianza, como en los peores tiempos de la Alemania nazi.

Parece que todo esto hubiera pasado hace mil años y sigue aquí, palpitando en las calles de esa ciudad mitad recinto amurallado mitad manicomio que es Buenos Aires. Mordiendo las esquinas como baldosas de difícil encaje.

Lo que me dejó helado es oír al pibe, hoy un hombre de 32 años. Entero, hablando de los veinte días que pasó entre los brazos de su madre, de los datos fragmentarios que fue reuniendo aquí y allá para saber cómo fueron aquellos instantes, qué aspecto tenía mamá, cómo miraba papá, de cómo superar el dolor insuperable, de cómo seguir viviendo sin incubar un odio negro.

Me he acordado de Naúm Minsburg, de Mary Carriquiry, de Raúl, a quien quiero tanto.

Nunca le hicieron daño a nadie. Raúl Minsburg es hoy un músico excelente, original y con carácter. No se trata de venganza, eso sería utilizar el mismo código, ponerse a la altura del verdugo. No. Se trata de la diferencia. Gente de luz.

1977. Pronto comenzará 2010.

Sigue apareciendo gente.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Gente buena

Hay noticias que reconfortan, que te hacen renovar la confianza en el ser humano. Ese ser genéticamente tan cercano al chancho o cerdo, a la rata incluso. Con la ética y la piedad natural de la cucaracha.

Al parecer, se han encontrado pruebas documentales de que Mauricio Macri, máximo responsable de la ciudad de Buenos Aires, ha descubierto la solución universal para acabar con la pobreza y la indigencia. ¡Cráneo privilegiado! Desde aquí, propongo la creación de un premio especial para esta clase de contribuciones. Lean la noticia si no... Primero salió en Página 12 y hoy ha aparecido en los medios españoles.

Me recuerda escenas de una película superlativa. De battre mon coeur s'est arrêté, de Jacques Audiard, en donde unos tipos trajeados se dedican a soltar ratas y a pegar a los inmigrantes que ocupan inmuebles que se caen a trozos en el centro de París. Son los famosos "pisos con bicho", en donde lo que importa es recuperar la propiedad para ganar más guita. De repente y sin venir a cuento, el protagonista se encuentra de casualidad con la belleza absoluta y su vida experimenta un cataclismo. En España, donde persiste esa atroz costumbre de doblar las películas, la han denominado "De latir mi corazón se ha parado". Una reflexión profunda sobre la mediocridad vital y la posibilidad de la iluminación. El problema es que la iluminación existe, pero hay que tener la sensibilidad dispuesta a reconocerla.

Pero regresemos a la Tierra. Volvamos al planeta azul donde surgió la vida, emergió la inteligencia y la evolución del género Homo -siempre avanzando- nos regala estas perlas:

"Por fin hay pruebas. La Justicia porteña ha encontrado en varios CD las pruebas necesarias que demuestran que el Gobierno de Mauricio Macri, Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, tiene una unidad -Unidad de Control del Espacio Público (UCEO)- dedicada a sacar de las calles a los indigentes.

Según informa el diario 'Página/12', los datos encontrados en dichos CD reafirman las denuncias presentadas en las últimas semanas contra esta unidad que 'limpia' las calles de madrugada y que desaloja incluso a familias enteras.

Las pruebas presentada este martes en el Juzgado Contencioso Administrativo Nº 2 se suma a la causa presentado por el asesor tutelar de Menores, Gustavo Moreno, ante el Gobierno de la ciudad por el caso de Carla Baptista, la mujer embarazada que fue golpeada por integrantes de la UCEP el pasado 2 de octubre.

Entre la información que contienen los CD se encuentran varias operaciones realizadas por esta unidad como por ejemplo los polémicos desalojos de la Huerta Orgamizka, en Caballito, y el desalojo del edificio de Paseo Colón, donde se expulsaron a 103 familias.

También se ha podido encontrar la lista de los miembros que trabajan para esta unidad o las denuncias presentadas por vecinos o funcionarios y en las que se advierte de la presencia de indigentes.

La violencia con la que opera este grupo tiene como objetivo tanto a mujeres como ancianos que duermen debajo de las autopistas o en la calle. La UCEP depende del Ministerio de Ambiente y Espacio Público a cargo de Juan Pablo Piccardo y fue creado el pasado año, aunque ya operaba desde antes".

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Cámara lenta

El frío ha llegado a traición a España y, como resulta habitual en mí, me he resfriado. Llevo algunos días viendo todo como a cámara lenta. Y empieza a gustarme.

¿Cuál es el verdadero lujo en esta época? Sin lugar a dudas: tiempo. Para hacer lo que sea con él, desde estudiar el violoncello, a aprender matemáticas, hablar con un amigo de bueyes perdidos o quedarse simplemente mirando por la ventana.

También ayuda no depender de nadie. Cuando le preguntaron a Keith Richards, su satánica majestad, cuál era el secreto de los Rolling Stones para mantenerse tan jóvenes, brincando de un lado al otro del mundo, rodeados de minas que bien podrían ser sus nietas, respondió:

-"Es que no tener que decir "sí, señor" te quita muchos años de encima..."

Cuánta razón, amigo Keith. Supongo que su caso no es extrapolable al resto de los mortales. Aunque pensándolo bien, quizás sí. Si uno empieza a negarse a hacer todo aquello que le resulte desagradable en plan Bartleby el Escribiente, puede que se produzcan hechos sorprendentes. Cambios inesperados. Nadie debería estar subordinado a nadie. Nadie debería soportar la más mínima humillación. Sólo habría que trabajar en el perfeccionamiento del espíritu. Claro, una vez hecha la revolución. Pero la revolución fue un desastre. La recompensa de la riqueza material no se basa en disfrutar de las posesiones -ganadas legítima o ilegítimamente- sino en que otros no las tengan. Pon un poco de dinero en manos de la segunda generación de nuevos ricos y contemplarás hechos tragicómicos. Mark Twain solía decir "no conoces a nadie hasta que te toca compartir una herencia con él".

David Hume, en su Tratado de la naturaleza humana, obra cumbre que fue un fracaso editorial estrepitoso, habla en la introducción (añadida al final de sus días) de cómo debió adaptar su vida a una frugalidad extrema para mantener siempre a flote su independencia de criterio. Lo cuenta con una gracia y un empirismo tan inglés -perdón... escocés- que realmente vale la pena leerlo. Incluso recordarlo en distintos momentos vitales, cuando sintamos que perdemos el norte. Cuando creamos que estamos cumpliendo los sueños de otro. No los nuestros.

Una vez leí en un artículo de un famoso entomólogo que el setenta por ciento del tiempo, las hormigas -el paradigma de la actividad frenética- no hacen NADA. No hacer nada está ampliamente penado en nuestra sociedad. Aunque, como a veces ocurre en el ajedrez, la mejor jugada en la vida puede ser quedarse en el molde. Paciencia y barajar como dicen los chinos.

"En tiempos de tribulación, no hacer mudanza". Pero se mira mal a alguien que no hace nada. Hay que levantarse muy temprano: una vez tuve una novia procedente del norte de Europa con la que vivimos en las montañas. Una genuina walkiria. Al segundo o tercer día, contemplamos juntos un amanecer glorioso -de los que están realmente contados, al decir de Bowles- y ella me miró con pasión y dijo: "La madrugada tiene oro en la boca". Qué lo parió. Una poeta. Cómo te quiero, mi amor. En mi cabeza sonaba Bramhs. Aimez-vous Bramhs? NO. La mina se refería a que hay que levantarse temprano para hacer guita. Para laburar más (seré pánfilo...). En su país la poesía dejó de existir hace muchos años. Se convirtió en estatua de sal, como la mujer de Lot.

¿Guita para quién? ¿Para Madoff? ¿Para los bancos? Si la guita se convierte en un fin en sí mismo, el proceso nunca terminará. Con suerte, te convertirás en el muerto más rico de todo el cementerio. Conozco gente tan pobre, pero tan pobre tan pobre que sólo tiene dinero. Nada más.

Cuando manyés que a tu lado
se prueban la ropa
que vas a dejar...

Todas estas máquinas para ir más rápido, para ser más productivo, destruyen el vínculo con el proceso natural de crecimiento. El tiempo necesario de maduración que requieren las cosas. Todo ocurre como en un videoclip de un grupo de hardcore empapado en cocaína. La gente hace -hacemos- más cosas pero no por eso somos necesariamente más sabios ni mejores. Es la diferencia que hay entre tocar un instrumento acústico, acariciar la madera, sentir cómo vibra su alma y tocar su contraparte eléctrica: hay algo que no nos pertenece. Miente.

Viví demasiados años en el campo como para acostumbrarme al ruido de la ciudad. No me gusta. En el campo se vive por la cuarta parte del dinero que cuesta un apartamento en la ciudad. No hay un bombardeo constante de cosas para comprar. Recuerdo los infinitos paseos con mi fantástico perro Fidel, por el camino que lleva a los almendros. Corría que daba gloria verlo. 1997, el año del cometa. Las estrellas eran como naranjas pulsantes en el jardín de casa. Planté con mis hijos árboles que vi crecer año tras año, excepto un arce que sólo aguantó dos inviernos. Me encantaba ver cómo Casiopea se encaraba con la Osa Mayor. Sentía la tierra rodar. En verano podía quedarme toda la noche mirando el cielo. Buscar la Estrella Polar. Siempre el norte. Ahora todo eso ya no es.

Et pourtant, hay cosas que sólo ocurren en las grandes urbes. Supongo que ésa es nuestra verdadera esencia: estar siempre de paso. Querer atrapar un globo rojo que no es el sol.