jueves, 27 de septiembre de 2018

Le Ballon Rouge



Cuando era apenas un niño, mi mamá -que por entonces era otra niña- me habló de esta película. Recuerdo el momento. Estábamos sentados en un banco del Parque Artigas de Buenos Aires. Los parques de Buenos Aires son mágicos: permiten percibir perfumes al otro lado del mar. Yo llevaba un pullover de cuello alto y tenía una mítica leche Cyndor entre las manos. Recuerdo el rostro de mi madre contándome que había un niño que perseguía un globo rojo por las calles de Francia. Yo la miraba maravillado y sonreía. Aquella imagen quedó impresa en mí todos estos años. Supe de la película pero nunca la vi completa. Hasta el año pasado, de la mano de una amiga que quiero mucho, Ana Martínez Meucci, brillante arquitecta, bailarina de tango, fotógrafa, escenógrafa, cocinera de altos vuelos y un millón y medio de cosas más. Hay gente que tiene un talento natural simplemente apabullante. Puesto que las casualidades no existen, un mes después de ver la película encontramos la imagen de un niño con un globo rojo en una pared de Siena. Continuamos caminando en silencio. Hay silencios que dicen tantas cosas... No es el oído, sino el alma. 

La película tiene una belleza onírica, embriagadora como una luna de la cosecha, a prueba de despedidas y desencuentros. Va por ustedes.

jueves, 20 de septiembre de 2018

Quedémonos aquí

"No hay sorpresas en la vida, usted sabe. Todo lo que nos sorprende es justamente aquello que confirma el sentido de la vida".

Onetti, probablemente el mejor prosista en castellano del siglo XX, vivía en la cama. De vez en cuando, Dolly le acercaba un vaso de whisky. "Todo se lo debo a Dolly...", decía el loco.

Lo llamaban de toda clase de universidades, cursillos, encuentros, inauguraciones, concursos. A todos decía que sí, que iría encantado. A qué discutir. Cuando llegaba el día, Dolly llamaba y les decía que Onetti estaba ingresado, que se les inundó el piso, que murió un familiar, cualquier cosa.

Onetti ya había visto todos los seres humanos que un ser humano puede ver. Hasta aquí llegó mi amor.

Cuando caía la tarde, no todos los días, no siempre, Juan Carlos ponía la orquesta de Caló a todo lo que daba e invitaba a Dolly a bailar por el salón. Ella esperaba ese momento apasionadamente, como en Brief Encounter y sacaba a pasear ese vestido rojo que a él le encantaba. Vos sabés. El que te pusiste aquella noche en Roma. Sí. 2009, diciembre. La fiesta en casa de Francesca y Gianni. Cómo te acordás.... de regreso a casa no podíamos parar de besarnos. Teatro Marcello. Piazza dei Fiori. Trastevere.

Tango para dos. Vos y yo, mano a mano. Nadie más. No me verás abrazado a la rubia sedienta de amar en la milonga ni yo te veré dibujando ochos en brazos de un tipo sin alma.

Amor, quedémonos aquí. La vida se nos va. Quedémonos aquí.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Aceleración del progreso

La crisis de 2008, cuyos efectos aún perduran, ha producido la sensación de que lo único permanente es el cambio, pero tengo la impresión de que aún no hemos visto nada. En la próxima década asistiremos a una serie de prodigios antes soñados por la ciencia-ficción de la mano de la Inteligencia Artificial, la robótica y las técnicas de aprendizaje automático. El mundo laboral tal como lo conocemos experimentará cambios sin precedentes.
Tengo curiosidad por ver cómo se enfrentan los algoritmos de Inteligencia Artificial corriendo sobre sistemas cuánticos al problema de la existencia de Dios. "No computable.... no computable" me parece oírlos musitando con sus aterciopeladas voces de Scarlett Johansson. Mientras sea Scarlett...

Un sistema de IA autoentrenado y alimentado por bases de datos virtualmente infinitas se convertirá en un abogado de lujo a la hora de encontrar jurisprudencia y buscar grietas lógicas en el discurso.
Las actividades que comporten rutinas susceptibles de ser descritas como un conjunto de pasos -qué otra cosa es un algoritmo- serán candidatas claras a la automatización.
Con todos los cambios que se avecinan, los jóvenes se siguen educando en sistemas diseñados en la época de la Ilustración.
Se calcula que para 2025, es decir, pasado mañana, el 52 por ciento de los trabajos que ahora realizan seres humanos serán efectuados por máquinas.
No podemos preparar a la gente para el futuro inmediato porque una parte importante de los trabajos que estarán disponibles aún no se han creado, solo podemos aventurar su aspecto. Es una paradoja fascinante.
Todo esto lleva a pensar en la interesante cuestión de qué es aquello que resulta genuinamente humano. Qué nos distingue de la máquina. ¿Acaso una actividad que la máquina hace mejor que nosotros -véase el caso del ajedrez desde Deep Blue- es susceptible de ser considerada una "actividad superior"?
Criptomonedas, Blockchain, posverdad, redes sociales enloquecidas... todo esto ha sucedido en un espacio de tiempo muy breve. La aceleración del progreso se ha convertido en algo cotidiano y peligroso.
Junto a todas estas potenciales maravillas, una clase política mundial que supone un salto atrás de décadas. Trump, Putin, Orban, Salvini recuerdan peligrosamente los modos de la década de 1930, si bien en la Casa Blanca estaba Roosevelt. Qué podría hacerse con toda esta tecnología en caso de conflicto abierto. ¿No se estará haciendo ya?
De momento, me voy a comer un cous-cous de verduras. Si gustan...

jueves, 13 de septiembre de 2018

Se nos rompió el amor

Los profesionales de la separación (tengo dos másters por la Universidad de la Samoa Americana y son míos porque pagué por ellos... ¡no todos somos iguales!) solemos tener la impresión de que el amor es un cuento para dormir a los niños. Obviamente no es así. Ahí están mis padres o Leyva y Taby, que se quieren y tiran para adelante con lo que haga falta.
Aunque parejas así tienden a la extinción. Para muestra, un botón.
En términos puramente metafísicos, caso de existir otra vida... ¿acaso él la echará de menos o le estará eternamente agradecido?

Todo es amor

Faites vos jeux, mes amis !


lunes, 10 de septiembre de 2018

Lo esencial

El principito ascendió a una alta montaña. Las únicas montañas que había conocido eran los tres volcanes que le llegaban a la rodilla. Y usaba el volcán apagado como taburete. "Desde una montaña tan alta como ésta – pensó – divisaré de una vez todo el planeta y todos los hombres..." Pero no vio más que picos rocosos bien afilados.
– Buen día – dijo por si acaso.
– Buen día... Buen día... Buen día... – respondió el eco.
– ¿Quiénes son ustedes? – dijo el principito.
– Quiénes son ustedes... quiénes son ustedes... quiénes son
ustedes... – respondió el eco.
– Sean mis amigos, estoy solo – dijo.
– Estoy solo... estoy solo... estoy solo... – respondió el eco.
"Qué planeta tan extraño ! – pensó entonces. – Es todo seco, y todo puntiagudo y todo salado. Y a los hombres les falta imaginación. Repiten lo que se les dice... En casa tenía una flor: ella siempre hablaba primero..."

viernes, 7 de septiembre de 2018

Chicote

He de confesar que, desde que vivo solo soportándome a mí mismo –lo cual ya tiene un mérito encomiable– veo televisión de vez en cuando. Me declaro fan número uno de Chicote. Me encanta ese personaje con pinta de Shrek y nombre de bar inmortal que me recuerda cuando mis hijos eran pequeños y un tiempo muy feliz.

Cocinar es un acto de amor. De amor supremo, aunque sea amor a uno, al estilo Walt Whitman. Transitar por este mundo y no haber aprendido a cocinar es muy lamentable: es perderse uno de los grandes placeres de la existencia.

Estoy convencido de que un porcentaje elevadísimo de neuras, mala baba y, obviamente, daños irreparables en el organismo, tienen su origen en lo que uno come, en la calidad de los alimentos que ingiere y en cómo se preparan. Si conociéramos puntualmente la dieta de cada persona cabría hacer un retrato robot de su perfil "psiquiátrico". He aquí una mosca de bar, un cantamañanas, un dorapíldoras más falso que una moneda de tres euros, un "entusiasta", esa mina te va a sacar los ojos, un sociópata, y así sucesivamente.

Inglaterra es un ejemplo de manual. Veamos... si comes basura a todas horas y bebes 8 pintas al día las posibilidades de convertirte en ...... son del ...... Right! Who Wants to be a Millionaire?

Cuando viajé a Buenos Aires y Salta en el 16 me sorprendió la cantidad de azúcar y alimentos procesados que ingería la gente. Eso los que pueden alimentarse más o menos en condiciones. América Latina necesita un cambio radical y la clase política es a la dignidad lo que Inglaterra a la alimentación, pero ese es otro tema. Y no eran niños precisamente. Luego ves esos debates en donde todo el mundo se llama "bonito de cara". Un periódico de alta tirada de la República Argentina incluye una sección diaria y virtualmente infinita sobre declaraciones de modelos, personajes mediáticos y toda clase de esperpentos donde X insulta a Y con los exquisitos modales de un hooligan drogado. Por el mismo precio lees The Times y The Sun. O las discusiones de tráfico porteñas. Una oda de Fray Luis. Si uno quiere decir "larrecontraputísimamadrequeterrecontrarremilrreparió" cada 3 segundos como si tuviera el síndrome de Tourette no tiene más que aumentar la cantidad de azúcares e ingerir media vaca por semana. Dieta Sanpaoli-Maradona.

El enfado con el mundo tiene su origen en el estómago.

Además, Chicote es un capo en lo suyo, pero no solo en el mundo de la cocina, sino en el conocimiento del ser humano. El bueno de Alberto lo hace al hispánico modo: yendo directamente al meollo de la cuestión y no perdiéndose en una verborragia tremebunda que da para 58 años de terapia como algunos "analistos" (muy recomendable el magnífico libro de mi querido amigo Rodrigo Muñoz Avia: “Psicólogos, psiquiatras y otros enfermos”).

Como decía, Chicote es un capo total. Ahora bien, después de ver estos programas volver a sentarse en un restaurante o en un bar genera mucha intranquilidad y se convierte en un deporte de alto riesgo. La cocina parece ser un campo de batalla donde todo el mundo está de muy mala hostia y a punto de estallar. Me recuerda al personaje del cocinero en “Celebration”, una película Dogma de muy alto octanaje. Supuestamente, se trataba de un cocinero de alto standing y declaraba “si no estoy borracho no puedo cocinar”. No me digas más.

Y es cierto: cocinar en un restaurante requiere un carácter muy especial. Cuando el local está lleno el nivel de estrés es insoportable. Es como una guerra de verdad: el tipo que parecía un matón resulta ser un ratón y otro por el que nadie daba un cobre es un héroe. Ahí se ve el carácter.

Los empresarios parecen preocuparse más en invertir en camareros que en cocineros. Total, nadie los ve. Cualquiera vale. ¿Cuánto llevas cocinando tú? Tres años. ¿Y en tres años no has aprendido a picar perejil?

Realmente, sorprende que ciertos establecimientos -obviamente todo está precocinado en términos de producción audiovisual- se presten a mostrar los intestinos de sus “centros de procesamiento”. Es imposible almorzar o cenar viendo semejante programa. Los restaurantes familiares son un poema: los hermanos o los primos se llevan a matar y ese odio pasa directamente a las cocochas o a la fabada asturiana. Recuerdo un programa centrado en un restaurante asturiano supuestamente premiado que le sirvió a Chicote fabada de bote. Ni siquiera era El Litoral. Para mear y no echar gota.

En realidad, Don Alberto es mucho más inteligente y eficaz que los supuestos coach que ahora están tan de moda. Conoce perfectamente las debilidades y miserias humanas y sabe cómo hacer equipo. Me gusta especialmente cuando va al mercado y da una lección magistral de cómo reconocer la calidad de la materia prima. Se le ilumina el rostro. Los dueños de los restaurantes lo miran alucinados y no entienden nada. Qué me dice este de cómo reconocer un buen boquerón. Ole, ole y reole. Al parecer, según leo en la prensa, ahora se va a meter a denunciar la comida que dan en los hospitales o en las residencias de ancianos.

Mejor nos ponemos en paz con Dios…