miércoles, 30 de enero de 2013

30 de enero

Hoy se cumplen 80 años de la llegada de Adolf Hitler al poder en 1933. Diez años después, el 30 de enero de 1943, el Tercer Reich alcanza su punto máximo de expansión territorial y comienza el declive. Ese día, las tropas del Mariscal Paulus, cercadas en el Kessel de Stalingrado, disparaban sus últimos cartuchos hasta la rendición final del 2 de febrero.

Tras un sacrificio más allá de toda medida, los Untermenschen -como denominaban los arios "superiores" a los eslavos- habían ganado, demostrando al mundo que los ejércitos nazis no eran invencibles, que podían ser destruidos en el campo de batalla. De los 250.000 hombres que formaban el VI Ejército de la Wehrmacht sólo regresarían a casa unos 5.000.

A partir de ese momento, comenzó lo que Goebbels denominó la "guerra total" y, a medida que su imperio se iba reduciendo cada vez más, Alemania se precipitó en una orgía de sangre sin precedentes en la historia.

La guerra duraría aún dos años y medio, hasta que en abril de 1945 Berlín vivió en carne propia lo que antes experimentó Stalingrado y tantas ciudades arrasadas.

¿Existe hoy la posibilidad de que aparezca un iluminado? Alguien que golpee la mesa y pegue gritos a los cuatro vientos ofreciendo la salvación de las masas ante la inoperancia y la corrupción de los partidos tradicionales. Alguien suficientemente inteligente y ambicioso como para interpretar correctamente la situación. En Grecia, donde las recetas de la UE y el Fondo Monetario Internacional se han cebado con la población civil, estamos asistiendo a un resurgir de los movimientos ultranacionalistas. También cabe observarlo en Hungría.

A fin de cuentas, la gente quiere llevar comida a casa y cuidar de los suyos. Si se encuentra ante situaciones desesperadas optará por medidas desesperadas, a ser posible escogiendo un chivo expiatorio que explique sus desgracias. Alguien a quien arrancar el corazón para calmar la furia de los dioses. Tal es la naturaleza humana.

Por poner un ejemplo, si todos los sacrificios caen sobre las espaldas de la clase trabajadora y esta contempla casos como Urdangarín y Torres, Amy Martin, Bárcenas y toda esta gente se va de rositas sin devolver un euro, lo lógico es que la gente -esa misma a la que cierran servicios de urgencias, eliminan pagas extra y azotan a base de impuestos- piense que todo esta "atado y bien atado" y que los partidos tradicionales se protegen. En tal caso, bien podrían optar por formaciones que les ofrecieran soluciones más expeditivas.

La democracia se sostiene sobre bases tan frágiles como las que sostenían nuestro sistema financiero (perteneciente a la Champions League según los retontos bienintencionados del PSOE cuando gobernaban). Se trata de la confianza en las instituciones y en la separación de poderes.

Afortunadamente, aún estamos lejos del caos de la República de Weimar. No obstante, al igual que el imperio nazi se derrumbó en tan solo 4 meses en 1945, cuando todo rueda cuesta abajo el proceso de descomposición adquiere gran velocidad.

La democracia sigue siendo el menos malo de los sistemas políticos conocidos. Pero no una democracia de chorizos, pijas de izquierdas y duques empalmados.

Otro día hablaremos de la MONARQUÍA. Esas personas que están por encima de las demás por méritos acumulados.





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