sábado, 22 de junio de 2013

El sacrificio de los políticos

Siempre es igual. Me propongo escribir desde la reflexión, la serenidad, la madurez que cabría esperar de un sujeto de 48 años. Escribir sobre el cambiante estado de ánimo de los burgueses en sus dachas, sobre el estimulante sexo entre ex-comunistas millonarios o sobre las ocurrencias de los intelectuales de la calle Almagro. La izquierda de colegio de pago. Pero siempre pasa lo mismo: inesperadamente se producen situaciones en las que cualquier clase de expresión sosegada se queda algo corta, cortita. A veces pareciera que no es así, que surge de la imaginación distorsionada de un guionista borracho y adicto a los psicotrópicos pero, cual erección matinal, la realidad se empeña en colarse en el desayuno.

La última. Nuestra dicharachera vicepresidenta anuncia que "llegó la hora del sacrificio de los políticos". Es decir, de los servidores públicos de toda clase y condición que, al parecer, han capeado bastante bien el temporal.

Es como si al hundirse un barco en el Océano Índico, en las inmediaciones de las Islas Kerguelén situadas en las infernales aguas de los Cuarenta Rugientes, los últimos en subir a los botes salvavidas fueran las mujeres y los niños. LOS POLÍTICOS, PRIMERO.

Magnífico. Los que no somos políticos, es decir, los que dependemos de una economía en coma profundo para atender nuestras necesidades y las de nuestras respectivas familias, nos venimos sacrificando desde tiempo inmemorial y ellos van ahora a acompañarnos en este Via Crucis. Justo cuando ellos mismos anuncian que hemos tocado suelo y ahora empezará la remontada. Se nos unen generosamente en el Domingo de Resurrección. Ideal. Qué gran consuelo para un tonto.

Después de cortar gallardamente cabezas al estilo Gonzalo de Córdoba; recortar subsidios a personas dependientes que no pueden levantarse de la cama, según las teorías de la supremacía aria prescindibles en un Estado Eficaz; eliminar becas y créditos al estudio para los hijos de los epsilones esclavos que, como todo el mundo sabe, portan en su ADN los genes del perdedor que pasan de generación en generación -¿qué sentido tiene invertir en gente nacida para sufrir, verdad Herr Wert?- y machacar a todo Cristo, los propios políticos, por boca del partido en el poder, juzgan que ha llegado la hora de "colaborar", eso sí, una vez aplicadas las recetas exigidas por la Troika caiga quien caiga sin cambiar una coma -lo cual obviamente plantea la simple cuestión de para qué pagamos los sueldos de nuestros políticos patrios ya sean del PP o del PSOE si lo único que aportan de su cosecha es un genuflexo, humillante e indigno "Como usted ordene, Frau Merkel".

Desde una pura lógica empresarial liberal -esa que tanto gustan citar a la hora de firmar despidos, recortar sueldos en nombre de la productividad o eliminar derechos sociales adquiridos en aras de "cuadrar cuentas"- sería mucho más eficaz acabar con esta farsa de independencia nacional y recibir directamente las órdenes de Bruselas, del FMI o del Banco Mundial por e-mail, para ahorrar costes. El traductor gratuito de Google bastará para descifrarlas y, en caso de duda semántica, aplíquese un nuevo recorte de forma aleatoria. El riesgo de no acertar es igual a cero.

Mientras Estados Unidos y recientemente Japón ponen en marcha las máquinas de fabricar dinero inyectando liquidez en el mercado, haciendo toda clase de cabriolas y tejemanejes contables y derivando el problema hacia el futuro, bien es cierto, pero permitiendo que el enfermo reciba oxígeno vital, desatascando el aparato circulatorio de la economía, Europa sólo conoce una máquina: la de hacer tragar mierda a sus ciudadanos. Véase el caso de Grecia, que debe ceder soberanía a los chinos -que ya han adquirido el histórico puerto de El Pireo-, personajes bien conocidos por su escrupuloso respecto a los derechos de los trabajadores... al menos de los trabajadores que construyeron las pirámides de Egipto.

Nuestros políticos también son españoles, qué duda cabe. Algo adictos a las mamandurrias quizás, pero tienen su corazoncito.

El pequeño detalle es que llevamos más de CINCO AÑOS DE CRISIS. Todos los sectores de la población española han sufrido implacables recortes de todos los colores: autónomos, asalariados por cuenta ajena, estudiantes, jubilados, funcionarios y un etcétera kilométrico. Todos sin excepción, vía impuestos directos e indirectos. Vía recorte de sueldos. Vía despidos colectivos. Vía falta de crédito mientras se regala dinero público a los bancos. Vía indignación ante las preferentes, ante la inexistencia de culpables, ante la impunidad de los responsables de la gran banca. "Siempre actuamos de buena fe", afirma un banquero de pro en la prensa de hoy mismo. Reconforta saberlo. Rezad un Padre Nuestro y media Ave María y pelillos a la mar, a seguir dándole a esas cabecitas locas. ¡Nos vemos en la próxima burbuja!

Si un juez despistado comete la imperdonable torpeza de meterse con un banquero, en el mejor de los casos este efectuará una visita relámpago a la cárcel durante 24 horas, abonará una fianza que para su patrimonio supone el equivalente al coste de un bocadillo de calamares y el juez en cuestión deberá considerar seriamente la posibilidad de emigrar a Filipinas, otrora mascarón de proa del Imperio donde no se ponía el sol.

Estamos a finales de junio de 2013. Lehman Brothers colapsó en septiembre de 2008. Han tardado 57 meses y dos gobiernos en anunciar -que no implementar medidas reales, ya veremos en qué consisten, cuándo se aplican y cómo llegan de rebajadas al BOE- que "ha llegado la hora del sacrificio". Conmovedor.

Pues si se trata de la hora del sacrificio EXIJO como ciudadano español que no se limiten a retoques cosméticos. Es la hora del AQUELARRE, de reducir el número de políticos y sus seculares prebendas A LA MÍNIMA EXPRESIÓN. Sólo así el pueblo entenderá que sus políticos comprenden la clase de sacrificios que exigen al ciudadano de a pie. Compartiéndolos en carne propia. Como hermanos de sangre.

Conozco de primera mano un caso práctico. Al asumir su cargo hace algo más de un año, el actual presidente de SGAE, Antón Reixa, redujo su sueldo en comparación con el anterior dirigente de la entidad en más de un 60 por ciento. No entro a discutir si es mucho o poco, pero Reixa bien podría haber seguido cobrando el sueldo de Bautista, de bíblicas resonancias en su lamentable final. Pudo haberlo hecho, pero no lo hizo. Un 60 por ciento de reducción en el sueldo de todos los altos cargos de este santo país no estaría nada mal. PARA EMPEZAR. Seguro que aún así pueden seguir pagando la luz de sus segundas y terceras viviendas.

La gente está sedienta de GESTOS, gestos reales, explicados y publicitados en los medios de comunicación que los propios ciudadanos financian vía impuestos. Es una cuestión de racionalidad, de dar ejemplo. Con luz y taquígrafos, con hojas de Excel, con todo lujo de PowerPoints. Hasta con dibujos animados si es preciso. Como se hace a la hora de presentar un balance de situación a los accionistas de una empresa. Pues bien, los accionistas de esta empresa llamada España esperamos cosas como "Teníamos 5.000.000 de políticos y ahora haremos lo mismo con 100.000". "Teníamos 10.000 instancias vinculadas a la administración pública y ahora haremos lo mismo con 1.200". "Sus sueldos quedarán vinculados a su productividad, con una base del 15 por ciento y el resto, VARIABLE SEGÚN RESULTADOS, es decir, SEGÚN SU CAPACIDAD DE RECONDUCIR ESTE DESASTRE". A los ciudadanos se nos exige que sigamos viviendo con menos dinero, menos ayudas y cero crédito, al tiempo que suben los impuestos, las retenciones a cuenta y las contribuciones generales. A ellos, LO MISMO.

En una guerra un general que se precie considera un honor morir por la patria. El máximo HONOR. ROMA VICTIS, HONOR Y GLORIA. Sueñan toda la vida con una muerte heroica, en combate, no en una sucia oficina. Pues bien, ha llegado esa hora. Le jour de gloire est arrivée ! Más tarde, iremos en procesión y colocaremos una sencilla placa en la Plaza de la Lealtad con sus nombres grabados en letras de grana y oro. ¡Políticos caídos por España! ¡PRESENTES! Y la financiaremos nosotros, que para algo somos los que siempre pagamos la cuenta en este restaurante diabólico.

Los recordaremos, qué duda cabe, con cariño y devoción, como a un Aquiles o un Héctor contemporáneos, renovados. Inmolados en el altar supremo: el Bien Común. Me ofrezco personal y desinteresadamente a componer un himno triunfal a sus inmarcescibles memorias. Con metales wagnerianos, timbales y abundante platillazo. Con FINALE GRANDIOSO garantizado.

Sugiero que copien el modelo de los nobles aztecas en las pirámides del dios de la MUERTE o ingieran las indoloras y rápidas cápsulas de cianuro que la GESTAPO tenía la amabilidad de proporcionar a sus máximos dirigentes. Que se autoeliminen. Si algo nos sobra en este país son políticos: locales, autonómicos, nacionales. Con un Senado que es una vergüenza y que, mientras no se demuestre lo contrario, sirve para que los senadores cenen. Nos saldría más a cuenta invitar a los viejos elefantes todas las noches a cenar en HORCHER o ZALACAÍN. Sus proverbiales memorias de paquidermos permitirían ahorrar grandes sumas en coches oficiales y choferes de gorra de plato ya que, salvo casos excepcionales, andando el tiempo desarrollarían capacidades evolutivas que les permitirían regresar a sus domicilios por sus propios medios.

Con 17 parlamentos además del Parlamento Nacional, mulplicando hasta el infinito y más allá el gasto como si fuéramos un país rico como Alemania y sus Länder o Suiza y sus cantones. Generando confusión con legislaciones que se contradicen hasta en términos puramente mercantiles, lo cual supone una pesadilla burocrática para cualquier empresa nacional o extranjera que quiera implantarse en todo el territorio. Provocando agravios comparativos en temas tan sensibles como la custodia compartida. Con sus asesores de libre designación, sus oficinas autonómicas en el extranjero, sus infinitas chorradas, sus máquinas insaciables de gastar dinero público. Con sus ayuntamientos, sus diputaciones, sus coches oficiales, sus nutridos ejércitos de servidores, ujieres, correveydiles, familiares, amigos, simpatizantes, sus funciones duplicadas, triplicadas y centuplicadas. Con sus ventanillas únicas pero distintas.

El pueblo español -y me refiero a todos los pueblos de España, vientos del pueblo me llevan, vientos del pueblo me arrastran, me esparcen el corazón y me aventan la garganta- está a punto de estallar. El pretendido conflicto nacionalista no deja de ser una forma abyecta de distraer la atención por parte del poder. Al trabajador se le explota por igual en Barcelona, Bilbao, Madrid o Sevilla. De la misma manera que en la Primera Guerra Mundial los socialistas franceses advirtieron que quienes morían en el frente no eran los burgueses alemanes, austro-húngaros, ingleses, franceses o rusos. Eran los de siempre. Obreros y campesinos.

Y por más que los intolerantes de uno y otro lado se empeñen, la gente no termina de odiarse.

Falta el simple aleteo de una mosca. Y cuando el español -sea cual sea su terruño- se mosquea, conviene estar lejos, muy lejos.

Cómodamente instalado en algún planeta extrasolar, tercer agujero negro a mano izquierda.

El próximo día hablaremos de los miembros de la Familia Real, gloria y ornato del extinto Krypton. Por la gracia de Dios. También tenemos dinero para eso. ¡Será por pasta...!

Fuentes extraoficiales consultadas calculan que la hora del sacrificio para la Familia Real podría coincidir con el momento en que el último titular de preferentes cobre su dinero y/o parte del mismo. O no.

¡Nobleza obliga!

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