martes, 21 de julio de 2015

La hora crepuscular

Hay que acostumbrarse a vivir así, en las horas del amanecer y las que preceden a la noche. El resto del tiempo, la tierra está en llamas. Al principio, me gustaba la soledad de las primeras horas del día, cuando la casa estaba en paz. Horas frescas de encuentro. Más tarde, descubrí que la paz se debía a que vivía solo, no había nadie que pudiera perturbarla. No había otros seres humanos alrededor. No hay nadie.

Un hábito tarda 66 días en adquirirse. Después deja de doler.

Cada año que pasa, la Tierra se acerca más al Sol. Se ha roto el frágil equilibrio que permitía el desarrollo de las civilizaciones. Pero ¿acaso el ser humano no termina adaptándose a las circunstancias? ¿No es esa la seña de identidad de nuestra especie? Adaptarse a cualquier cosa. Adaptarse a estar solo. Aprender a dialogar con uno mismo.

Hay destinos peores. Dicen.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces la soledad es la mejor alternativa, ayuda a encontrarse a uno mismo

Anónimo dijo...

A veces la soledad es la mejor alternativa...ayuda a encontrarse a uno mismo