Acaba el año. Que 2017 traiga buenos vientos. Va esta versión de Malena para todos ustedes/vosotros, con todo el cariño.
sábado, 3 de diciembre de 2016
USA
Los Estados Unidos de América... un país peculiar. Tan admirado como odiado en el mundo entero. Tierra de grandes logros, modelo de emancipación de las Américas, última reserva militar del mundo libre tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial.
País del jazz, del rock'n'roll, de los recursos ilimitados invertidos en ciencia y conocimiento. Tierra también de acogida para millones de personas en busca de una oportunidad para mejorar sus vidas.
Y ahora, Trump.
Un engendro que dice barbaridades sin despeinar la mofeta que se quedó a vivir en su cráneo, lugar donde debería haber un apéndice llamado cerebro. Cuanto mayores son las dimensiones de sus imbecilidades mayor efecto causan en el "hombre blanco", que lo aupó a una inesperada victoria.
Trump nos demuestra que un nuevo Hitler u otro Pol Pot son totalmente factibles. No hemos avanzado nada. Antes al contrario: vamos para atrás.
Por un lado tenemos propuestas populistas con recetas mágicas y programas inspirados en el marxismo-leninismo. El mundo era bastante distinto en 1848, año del Manifiesto Comunista. El nivel de explotación era infame y la población mundial apenas alcanzaba los 1.250 millones de habitantes. Hoy vamos camino de los 8.000 millones ...and counting.
Lo realmente notable de las recetas que pretenden volver a vender la idea del socialismo real como una alternativa viable es que ignoran de la ecuación todo aquello que no les interesa contar. Total, se trata de datos menores, como puede ser el caso del colapso de Unión Soviética, del bloque del este en su conjunto y la posterior huida masiva de gente hacia Occidente. No hay más que hablar con rumanos, rusos, polacos, checos.... no parecen excesivamente nostálgicos.
Good Bye Lenin. Una película entrañable, sensible.
El problema del "hombre nuevo", del reparto "igualitario", de la "nueva sociedad" queda en entredicho cuando se establece un partido único que controla el poder con mano de hierro. Algunos son "algo" más iguales que otros. Si perteneces al partido... todo bien.
Circula por YouTube un vídeo de Gorbachov en los albores del desastre intentando convencer a la gente en un mercado de Moscú. "No... los lituanos se quieren quedar con nosotros". Sí, claro. Desde 1941. Por eso hicieron la guerra al lado de los nazis. El number one de la URSS intenta razonar con los camaradas ciudadanos, mientras los anaqueles vacíos del mercado claman al cielo. En términos reales, el sistema socialista no logra responder a las necesidades de una sociedad compleja. Hay mierda y no alcanza para todos.
Eso no quiere decir que no responda a una necesidad histórica y que gran parte de sus presupuestos filosóficos sean justos. Marx es filósofo, no economista. Personalmente, pienso que hay que seguir profundizando en esas ideas, porque el mundo merece un reparto mejor de la riqueza que el que tenemos ahora, pero no por ello se debe obviar una autocrítica feroz a todo lo que no ha funcionado en los planteamientos de izquierda. Hay que volver al punto de partida, no se pueden plantear recetas de partido único, de revolución que generará una nueva casta de privilegiados y condenará a la inmensa mayoría de la población a la carestía y al trabajo en negro para malvivir. Es como un planteamiento inquisitorial pero al revés.
Fidel, otrora un referente de la esperanza en América Latina. Un peso pesado. ¿Más de 50 años en el poder? ¿El poder lo hereda el hermano así por las buenas? ¿Hace falta decir más?
Por desgracia, el capitalismo parece resultar mucho más afín a la naturaleza humana. El ser humano no parece contentarse con que todo el mundo tenga un techo, sino que prefiere tener una casa que podría albergar a 100 personas para él solo. Es egoísta y despiadado. ¿Compartir...? ¿Compartir qué? ¿Por qué?
Y del otro lado qué tenemos... Tenemos a Trump, a Marine Le Pen, a la cruzada del Brexit, el gobierno húngaro, Austria y sus elecciones repetidas.
Una ultraderecha grotesca, con mensajes de odio y desprecio a lo conseguido en décadas de esfuerzo conjunto para no matarnos en las esquinas como en la Alemania posterior a Versalles.
Expulsar gente por millones, eliminar el Obamacare, construir un muro a lo largo de la frontera mexicana, replantear la OTAN de cero, hablar con Taiwán e irritar a China. Aún no ha asumido la presidencia y Donald Trump se comporta como el pato criollo: cada paso, una cagada.
Estamos en 2016. Hace cien años, la mejor juventud europea regaba con su sangre los campos de Francia. Una carnicería donde la mayor parte de los muertos en combate ni siquiera vio venir al enemigo. Morían despedazados por los obuses que caían inclementes sobre trincheras húmedas y oscuras. Casi 10 millones de muertos en el primer conflicto a escala planetaria, que tuvo su continuidad en la Segunda Guerra Mundial, que habría de superar con creces la crueldad y la monstruosidad de los crímenes.
La vida en la Tierra depende de un equilibrio muy ajustado. No solo en términos físicos.
Otra vez lo peor del ser humano, los gritos, la estupidez, la intolerancia, el odio, cobran protagonismo y pasan a primer plano.
No aprendemos.
País del jazz, del rock'n'roll, de los recursos ilimitados invertidos en ciencia y conocimiento. Tierra también de acogida para millones de personas en busca de una oportunidad para mejorar sus vidas.
Y ahora, Trump.
Un engendro que dice barbaridades sin despeinar la mofeta que se quedó a vivir en su cráneo, lugar donde debería haber un apéndice llamado cerebro. Cuanto mayores son las dimensiones de sus imbecilidades mayor efecto causan en el "hombre blanco", que lo aupó a una inesperada victoria.
Trump nos demuestra que un nuevo Hitler u otro Pol Pot son totalmente factibles. No hemos avanzado nada. Antes al contrario: vamos para atrás.
Por un lado tenemos propuestas populistas con recetas mágicas y programas inspirados en el marxismo-leninismo. El mundo era bastante distinto en 1848, año del Manifiesto Comunista. El nivel de explotación era infame y la población mundial apenas alcanzaba los 1.250 millones de habitantes. Hoy vamos camino de los 8.000 millones ...and counting.
Lo realmente notable de las recetas que pretenden volver a vender la idea del socialismo real como una alternativa viable es que ignoran de la ecuación todo aquello que no les interesa contar. Total, se trata de datos menores, como puede ser el caso del colapso de Unión Soviética, del bloque del este en su conjunto y la posterior huida masiva de gente hacia Occidente. No hay más que hablar con rumanos, rusos, polacos, checos.... no parecen excesivamente nostálgicos.
Good Bye Lenin. Una película entrañable, sensible.
El problema del "hombre nuevo", del reparto "igualitario", de la "nueva sociedad" queda en entredicho cuando se establece un partido único que controla el poder con mano de hierro. Algunos son "algo" más iguales que otros. Si perteneces al partido... todo bien.
Circula por YouTube un vídeo de Gorbachov en los albores del desastre intentando convencer a la gente en un mercado de Moscú. "No... los lituanos se quieren quedar con nosotros". Sí, claro. Desde 1941. Por eso hicieron la guerra al lado de los nazis. El number one de la URSS intenta razonar con los camaradas ciudadanos, mientras los anaqueles vacíos del mercado claman al cielo. En términos reales, el sistema socialista no logra responder a las necesidades de una sociedad compleja. Hay mierda y no alcanza para todos.
Eso no quiere decir que no responda a una necesidad histórica y que gran parte de sus presupuestos filosóficos sean justos. Marx es filósofo, no economista. Personalmente, pienso que hay que seguir profundizando en esas ideas, porque el mundo merece un reparto mejor de la riqueza que el que tenemos ahora, pero no por ello se debe obviar una autocrítica feroz a todo lo que no ha funcionado en los planteamientos de izquierda. Hay que volver al punto de partida, no se pueden plantear recetas de partido único, de revolución que generará una nueva casta de privilegiados y condenará a la inmensa mayoría de la población a la carestía y al trabajo en negro para malvivir. Es como un planteamiento inquisitorial pero al revés.
Fidel, otrora un referente de la esperanza en América Latina. Un peso pesado. ¿Más de 50 años en el poder? ¿El poder lo hereda el hermano así por las buenas? ¿Hace falta decir más?
Por desgracia, el capitalismo parece resultar mucho más afín a la naturaleza humana. El ser humano no parece contentarse con que todo el mundo tenga un techo, sino que prefiere tener una casa que podría albergar a 100 personas para él solo. Es egoísta y despiadado. ¿Compartir...? ¿Compartir qué? ¿Por qué?
Y del otro lado qué tenemos... Tenemos a Trump, a Marine Le Pen, a la cruzada del Brexit, el gobierno húngaro, Austria y sus elecciones repetidas.
Una ultraderecha grotesca, con mensajes de odio y desprecio a lo conseguido en décadas de esfuerzo conjunto para no matarnos en las esquinas como en la Alemania posterior a Versalles.
Expulsar gente por millones, eliminar el Obamacare, construir un muro a lo largo de la frontera mexicana, replantear la OTAN de cero, hablar con Taiwán e irritar a China. Aún no ha asumido la presidencia y Donald Trump se comporta como el pato criollo: cada paso, una cagada.
Estamos en 2016. Hace cien años, la mejor juventud europea regaba con su sangre los campos de Francia. Una carnicería donde la mayor parte de los muertos en combate ni siquiera vio venir al enemigo. Morían despedazados por los obuses que caían inclementes sobre trincheras húmedas y oscuras. Casi 10 millones de muertos en el primer conflicto a escala planetaria, que tuvo su continuidad en la Segunda Guerra Mundial, que habría de superar con creces la crueldad y la monstruosidad de los crímenes.
La vida en la Tierra depende de un equilibrio muy ajustado. No solo en términos físicos.
Otra vez lo peor del ser humano, los gritos, la estupidez, la intolerancia, el odio, cobran protagonismo y pasan a primer plano.
No aprendemos.
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