De todos los barrios de la ciudad, de todas las milongas del mundo, de todas las noches de verano a punto de morir y todas las horas del día tenías que ocupar el mismo espacio.
Hay que sentir el cuchillo, el filo, la hoja de ala dulce y homicida. La herida que aún late. Respirar hondo, reorientar las velas y partir.
Sí. También esto es tango.
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domingo, 3 de septiembre de 2017
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