Rodeado de complacientes hijos clónicos, José María Ruiz-Mateos y su propio retrato comparecen ante los medios conformando un bello y simétrico paisaje humano. En su mansión familiar, el simpático y popular creador de riqueza declara: "No me importa morir, sólo me importa la verdad y me importa pagar".
Sus innumerables acreedores ruegan al Panteón completo en espera de que el último tercio de sus afirmaciones alcance una verosimilitud de al menos un 10 por ciento.
Amén.