miércoles, 7 de abril de 2010

Ha llegado El Messías


Lo que ayer hizo Leo Messi, Su Majestad "La Pulga", en el partido del Barcelona contra el Arsenal no tiene nombre. ¡Cuatro goles como cuatro soles! Un derroche de buen juego y de buen rollo. Alguien que es un iluminado, un ser procedente de otro planeta, de otra galaxia.

Cuando Messi está en racha no hay nada que se le resista. Es como Piazzolla tocando el bandoneón o Paco de Lucía la guitarra. No hay nada igual, ni siquiera parecido. Los tipos que intentan imitarlos están tan lejos como Plutón, que ahora ya ni siquiera es planeta. Ya de por sí imitar a otro -intentarlo nomás- resulta patético.

Fuera de la cancha, La Pulga también es un ganador nato. Más tranquilo, más buena persona y más simpático no se puede ser. Miento... Ahí tenemos a Macri, pisándole los talones. ¡Haciendo amigos por dondequiera que va!

Leo Messi es un genio. Y como todos los genios -como le pasa a Nadal- tiene sus altibajos. La genialidad consiste en que cuando se tiene un día malo también se deja huella. Y La Pulga deja un recuerdo imborrable.

No tengo memoria de ver cuatro goles de semejante factura marcados por el mismo jugador en competición europea. Habría que remontarse a los tiempos de Di Stéfano o Puskas, pero yo no había nacido o estaba hichándole las pelotas a mis viejos (¡Santos!, ¡Más que santos!). La hinchada de bolas se habría de prolongar en el tiempo. Más de lo normal.

Pep Guardiola, el entrenador del Barcelona, otro tipo incapaz de caer mal (habría que estudiar..., ya que se dedica dinero a estudiar toda clase de cosas en los grupos de investigación de las Universidades: recuerdo una clase con Manuel Castells recién llegado de USA en la que habló entusiasmado de una investigación realizada en Berkeley, CA, interesándose en el porcentaje de gente que quería ser feliz y, tras invertir 300 millones de las antiguas pesetas y mucho trabajo estadístico, llegaron a la conclusión de que el 99,87 por ciento de los americanos deseaba ser feliz. ¡Insólito! Habría que estudiar, decía, por qué cierta gente cae bien sí o sí y otros parecen una patada en el hígado o que desayunan vinagre. ¿Hay predisposición genética a ser un plomazo? ¿Hay ciertos componentes adquiridos? ¿Pedir guita prestada de forma recurrente, por ejemplo, ayuda?) declara lo siguiente: "algún día le contaré a mis nietos que yo entrené a Leo Messi". Ole esa hidalguía.

Ahora sólo falta que la ensalada de egos que es la actual selección argentina se centre y cuidadín, podemos llegar a ver fútbol de altos vuelos. Ahí tengo el corazón dividido. El combinado español juega que da gusto y ya le toca ganar la Copa del Mundo, pero esa es otra historia. No quiero pensar en una final Argentina-España.

Leo, querida Pulga, SOS GARDEL! Oíd mortales.

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