miércoles, 29 de febrero de 2012

Coyoacán

Acabo de acordarme de una pintada que vi en Coyoacán, cerca de la casa de Frida Kahlo. Decía: "bienaventurados los borrachos porque verán dos veces a Dios".

Crisis? What crisis?

Grandes éxitos de Mecano resuenan como voces de bronce en el ala oeste del Palacio de Sotavent. Fieles servidores vestidos de sota de bastos y oscuros boyardos velan por la tranquilidad de espíritu de los moradores del Real Sitio, que alberga alados pegasos, etéreos unicornios y tigres de Bengala. Coca Cola para todos y algo de comer. Una espesa nube de golondrinas levanta el vuelo hacia el ocaso. Quién sabe si volverán.

-Patito... te ha llamado tu socio otra vez.

-¡Qué pesado!

-Pero, ¿qué quiere?

-¿Cómo quieres que lo sepa? Que hable con el presidente de alguna Comunidad para pedirle dinero, supongo. Últimamente siempre quiere que pida dinero. Es extraño porque cuando hicimos la sociedad me dijeron que era sin ánimo de lucro o algo así, pero ya entonces me llamó la atención porque una empresa se hace para ganar dinero, ¿no?

-Dinero, ¿para qué?

-No sé... No tengo ni idea, cucuruchito de gominola. ¿Vamos a esquiar este finde?

Interrumpe la adorable escena Hailin, la fiel criada oriental, portando un sobre tamaño Din A4.

-Señora, han traido este paquete para el Señor.

-A ver... papeles para firmar, ¡qué fastidio!

-¿De qué papeles se trata, honey?

-Parecen contratos y cheques... ¿sabes para qué son?

-Ni flowers... ¿y tú? A ver... hay una nota que dice que tenemos que firmarlos los dos.

-Venga. Vamos a firmarlos que he quedado con Jorge Juan y Borja María para jugar al golf. ¿Tienes un boli?

-No, ¿y tú?

-Venga. Fírmalos por mí que no llego. ¡Hailin dile a Servando que prepare el coche!

-¿El todoterreno, Señor?- inquiere la abnegada Geisha.

-No, algo más deportivo. Quiero el Bentley. ¿A qué esperas? ¿Sabes que te puedo despedir sin dar ninguna explicación? No hay nada que canse tanto como ocuparse de dar trabajo... ¡Chinita! ¡Que no llego, coño!

martes, 28 de febrero de 2012

Allende y el Doctor Soto

El doctor Óscar Soto, médico personal de Salvador Allende, conducirá una charla sobre la figura y la vigencia de la herencia del estadista chileno el próximo día jueves 1 de marzo a las 20:00 en la Librería La fugitiva, en la calle Santa Isabel 7 (ver imagen del evento).

En estos tiempos donde las opciones son ultraderecha o derecha pragmática resulta interesante volver la vista atrás y revisar la vigencia del pensamiento de izquierda, ya que las desigualdades no sólo existen sino que en el futuro aumentarán.

Óscar Soto es un gran estudioso de la figura de Allende, con varios libros publicados sobre el tema. Están todos invitados.

domingo, 26 de febrero de 2012

España camiseta blanca

¿Acaso los servicios de inteligencia no alertaron convenientemente a la Casa Real sobre las actividades del Duque? ¿El Rey no debería haber hecho algo más contundente que "solicitar a Iñaki Urdangarín que abandonara su actividad empresarial" -cosa a la que este se negó- puesto que dicha actividad pone en entredicho la existencia de la propia monarquía?

¿Cómo es posible que la estrategia de defensa del señor Urdangarín se centre en negar cualquier clase de responsabilidad y echarle todas las culpas a su socio? ¿Él no se enteraba de nada, no firmaba estados de cuentas, cheques, no asistía a juntas de accionistas, etc.? ¿Acaso piensa que las instancias gubernamentales y los empresarios le entregaban todo ese dinero por su cara bonita? Siendo miembro político de la familiar real ¿no debería haber puesto un cuidado extremo en el manejo de esos fondos? Incluso aceptando la inverosímil hipótesis de que el Duque no se enterara de nada y todo eran maquinaciones de su pérfido socio cual Conde-Duque de Olivares, ¿cómo se denomina en español a alguien que no se entera de nada? ¿Podríamos permitirnos el lujo de mantener a gente que supuestamente nos representa y que a la postre aduce que no se entera de nada, que todo se hace a sus espaldas?

El gobierno pide sacrificios sin cuento a los trabajadores españoles y al mismo tiempo asistimos al juicio de la ex-directora de la CAM que pide 10 millones de euros por despido improcedente. ¡Después de haber hundido la caja que ha sido rescatada con dinero público y haberse blindado un sueldo y una indemnización astronómicas!

En otro juzgado vemos entrar a Teddy Bautista que solicita 1,8 millones de euros por la misma causa después del desaguisado de Arteria, la SDAE con su burdo entramado societario, etc. Otro que tampoco se enteraba de nada. Es obvio que la SGAE era un organismo intocable hasta que Rubalcaba retiró la mano invisible.

Se agarran con uñas y dientes a lo que dice la ley sin detenerse a considerar el carácter absolutamente amoral de sus reivindicaciones, ya que sus respectivos despidos bien pueden haber sido improcedentes stricto sensu pero se producen en una situación de saqueo consentido y continuado. A usted se le despide porque permite por acción u omisión este estado de cosas y su cese es FULMINANTE. No hay más que explicar.

Como si nadie debiera pagar por las consecuencias de sus actos. Nadie, no. Sólo los poderosos se salvan. Aunque en el caso de Bautista queda por ver quién le brindará protección ahora con un PSOE en proceso de desguace más allá de sus cuatro amigos paniaguados actualmente en paro, cuya suicida actitud de acompañar al ex Zar en sus postreros delirios es cuando menos más destacable en cuanto tensión humana que negarlo todo, echar las culpas a otro y salir corriendo. Patético.

Ruiz-Mateos y su extrañísima familia... para mear y no echar gota.

¿Algún personaje de estos reembolsará el dinero evaporado? ¿Llegará alguno a recibir un castigo en línea con los resultados de sus actuaciones? Lo dudo, lo dudo.

Por lo menos el Dioni tenía cierta gracia. Bastante más que estos cuatro personajes juntos.

Felipe II no se habría andado con chiquitas. ¡A las mazmorras! Si no vuelve la República, al menos que vuelvan los Austrias.

The answer, my friend, is blowing in the wind... the answer is blowing in the wind.

Visto para sentencia

El juez Castro pregunta a Iñaki Urdangarín por cinco delitos pero como tengo poderes me atrevo a adelantar que responderá por cuatros delitos, que en realidad son tres, lo imputarán por dos, lo juzgarán por uno, y saldrá absuelto porque ha prescrito.

viernes, 24 de febrero de 2012

Vendrán lluvias suaves


En el año 2005, la NASA lanzó la Mars Reconnaissance Orbiter (MRO), que entró en la órbita de Marte en octubre de 2006 y se unió a otros 3 satélites artificiales que orbitan alrededor de este planeta. La MRO lleva alojada una cámara de alta resolución de nombre HiRISE (High-Resolution Imaging Science Experiment) con la que la NASA está obteniendo imágenes de alta resolución de la superficie marciana.

Esta imagen corresponde a dunas de arena formadas por la acción del viento (formaciones bastante comunes en la superficie de Marte) y cuya distribución espacial y morfología están directamente relacionadas por los cambios en la dirección e intensidad del viento. Gracias a estas formaciones y a los patrones de erosión que se pueden ver, los científicos pueden obtener detalles sobre la historia del terreno circundante (gracias a los sedimentos).

Concretamente, las imágenes captadas corresponden a unas dunas de arena atrapadas en el interior de un cráter en la zona de Noachis Terra, en el cono sur del planeta rojo y fueron tomadas el pasado 29 de noviembre a una altura de 252,20 kilómetros con respecto a la superficie del planeta y con una resolución tal que cada píxel de la imagen corresponde a una distancia de 25 centímetros y, por tanto, el área cubierta en la imagen equivaldría aproximadamente a un kilómetro cuadrado.

Fuente: ALT1040

Metáforas de ajedrez


Mi hermano, el doctor Diego Rasskin-Gutman, publicó en 2005 un excelente libro sobre el cerebro, el ajedrez y la inteligencia artificial. Posteriormente, dicho libro fue publicado en versión inglesa (traducción de Deborah Klosky) nada menos que por MIT Press. Siempre quise tener un hermano mayor -Diego es dos años y tres meses menor que yo- y aquí está!

Con este motivo, Gary Kasparov, el hombre que se enfrentó a Deep Blue en 1997, habla de la apasionante cuestión mente-máquina. El bueno de Gary nos cambia la grafía del apellido pero se le perdona.

Desde Alan Türing y HAL 9000 hasta los últimos hallazgos en inteligencia artificial. Un increíble viaje que recorre la íntima estructura de esta extraña máquina que se piensa a sí misma. Como telón de fondo, el ajedrez, un juego de reyes que expresa lo que somos, lo que hemos sido y lo que podemos llegar a ser. Un auténtico microcosmos en un mundo disgregado. ¡Bravo Diego!

Chess Metaphors: Artificial Intelligence and the Human Mind
by Diego Rasskin-Gutman, translated from the Spanish by Deborah Klosky
MIT Press, 205 pp., $24.95


by Gary Kasparov

In 1985, in Hamburg, I played against thirty-two different chess computers at the same time in what is known as a simultaneous exhibition. I walked from one machine to the next, making my moves over a period of more than five hours. The four leading chess computer manufacturers had sent their top models, including eight named after me from the electronics firm Saitek.

It illustrates the state of computer chess at the time that it didn’t come as much of a surprise when I achieved a perfect 32–0 score, winning every game, although there was an uncomfortable moment. At one point I realized that I was drifting into trouble in a game against one of the “Kasparov” brand models. If this machine scored a win or even a draw, people would be quick to say that I had thrown the game to get PR for the company, so I had to intensify my efforts. Eventually I found a way to trick the machine with a sacrifice it should have refused. From the human perspective, or at least from my perspective, those were the good old days of man vs. machine chess.

Eleven years later I narrowly defeated the supercomputer Deep Blue in a match. Then, in 1997, IBM redoubled its efforts—and doubled Deep Blue’s processing power—and I lost the rematch in an event that made headlines around the world. The result was met with astonishment and grief by those who took it as a symbol of mankind’s submission before the almighty computer. (“The Brain’s Last Stand” read the Newsweek headline.) Others shrugged their shoulders, surprised that humans could still compete at all against the enormous calculating power that, by 1997, sat on just about every desk in the first world.

It was the specialists—the chess players and the programmers and the artificial intelligence enthusiasts—who had a more nuanced appreciation of the result. Grandmasters had already begun to see the implications of the existence of machines that could play—if only, at this point, in a select few types of board configurations—with godlike perfection. The computer chess people were delighted with the conquest of one of the earliest and holiest grails of computer science, in many cases matching the mainstream media’s hyperbole. The 2003 book Deep Blue by Monty Newborn was blurbed as follows: “a rare, pivotal watershed beyond all other triumphs: Orville Wright’s first flight, NASA’s landing on the moon….”

The AI crowd, too, was pleased with the result and the attention, but dismayed by the fact that Deep Blue was hardly what their predecessors had imagined decades earlier when they dreamed of creating a machine to defeat the world chess champion. Instead of a computer that thought and played chess like a human, with human creativity and intuition, they got one that played like a machine, systematically evaluating 200 million possible moves on the chess board per second and winning with brute number-crunching force. As Igor Aleksander, a British AI and neural networks pioneer, explained in his 2000 book, How to Build a Mind:

By the mid-1990s the number of people with some experience of using computers was many orders of magnitude greater than in the 1960s. In the Kasparov defeat they recognized that here was a great triumph for programmers, but not one that may compete with the human intelligence that helps us to lead our lives.

It was an impressive achievement, of course, and a human achievement by the members of the IBM team, but Deep Blue was only intelligent the way your programmable alarm clock is intelligent. Not that losing to a $10 million alarm clock made me feel any better.

My hopes for a return match with Deep Blue were dashed, unfortunately. IBM had the publicity it wanted and quickly shut down the project. Other chess computing projects around the world also lost their sponsorship. Though I would have liked my chances in a rematch in 1998 if I were better prepared, it was clear then that computer superiority over humans in chess had always been just a matter of time. Today, for $50 you can buy a home PC program that will crush most grandmasters. In 2003, I played serious matches against two of these programs running on commercially available multiprocessor servers—and, of course, I was playing just one game at a time—and in both cases the score ended in a tie with a win apiece and several draws.

Inevitable or not, no one understood all the ramifications of having a super-grandmaster on your laptop, especially what this would mean for professional chess. There were many doomsday scenarios about people losing interest in chess with the rise of the machines, especially after my loss to Deep Blue. Some replied to this with variations on the theme of how we still hold footraces despite cars and bicycles going much faster, a spurious analogy since cars do not help humans run faster while chess computers undoubtedly have an effect on the quality of human chess.

Another group postulated that the game would be solved, i.e., a mathematically conclusive way for a computer to win from the start would be found. (Or perhaps it would prove that a game of chess played in the best possible way always ends in a draw.) Perhaps a real version of HAL 9000 would simply announce move 1.e4, with checkmate in, say, 38,484 moves. These gloomy predictions have not come true, nor will they ever come to pass. Chess is far too complex to be definitively solved with any technology we can conceive of today. However, our looked-down-upon cousin, checkers, or draughts, suffered this fate quite recently thanks to the work of Jonathan Schaeffer at the University of Alberta and his unbeatable program Chinook.

The number of legal chess positions is 1040, the number of different possible games, 10120. Authors have attempted various ways to convey this immensity, usually based on one of the few fields to regularly employ such exponents, astronomy. In his book Chess Metaphors, Diego Rasskin-Gutman points out that a player looking eight moves ahead is already presented with as many possible games as there are stars in the galaxy. Another staple, a variation of which is also used by Rasskin-Gutman, is to say there are more possible chess games than the number of atoms in the universe. All of these comparisons impress upon the casual observer why brute-force computer calculation can’t solve this ancient board game. They are also handy, and I am not above doing this myself, for impressing people with how complicated chess is, if only in a largely irrelevant mathematical way.

This astronomical scale is not at all irrelevant to chess programmers. They’ve known from the beginning that solving the game—creating a provably unbeatable program—was not possible with the computer power available, and that effective shortcuts would have to be found. In fact, the first chess program put into practice was designed by legendary British mathematician Alan Turing in 1952, and he didn’t even have a computer! He processed the algorithm on pieces of paper and this “paper machine” played a competent game.

Rasskin-Gutman covers this well-traveled territory in a book that achieves its goal of being an overview of overviews, if little else. The history of the study of brain function is covered in the first chapter, tempting the reader to skip ahead. You might recall axons and dendrites from high school biology class. We also learn about cholinergic and aminergic systems and many other things that are not found by my computer’s artificially intelligent English spell-checking system—or referenced again by the author. Then it’s on to similarly concise, if inconclusive, surveys of artificial intelligence, chess computers, and how humans play chess.

There have been many unintended consequences, both positive and negative, of the rapid proliferation of powerful chess software. Kids love computers and take to them naturally, so it’s no surprise that the same is true of the combination of chess and computers. With the introduction of super-powerful software it became possible for a youngster to have a top- level opponent at home instead of needing a professional trainer from an early age. Countries with little by way of chess tradition and few available coaches can now produce prodigies. I am in fact coaching one of them this year, nineteen-year-old Magnus Carlsen, from Norway, where relatively little chess is played.

The heavy use of computer analysis has pushed the game itself in new directions. The machine doesn’t care about style or patterns or hundreds of years of established theory. It counts up the values of the chess pieces, analyzes a few billion moves, and counts them up again. (A computer translates each piece and each positional factor into a value in order to reduce the game to numbers it can crunch.) It is entirely free of prejudice and doctrine and this has contributed to the development of players who are almost as free of dogma as the machines with which they train. Increasingly, a move isn’t good or bad because it looks that way or because it hasn’t been done that way before. It’s simply good if it works and bad if it doesn’t. Although we still require a strong measure of intuition and logic to play well, humans today are starting to play more like computers.

The availability of millions of games at one’s fingertips in a database is also making the game’s best players younger and younger. Absorbing the thousands of essential patterns and opening moves used to take many years, a process indicative of Malcolm Gladwell’s “10,000 hours to become an expert” theory as expounded in his recent book Outliers. (Gladwell’s earlier book, Blink, rehashed, if more creatively, much of the cognitive psychology material that is re-rehashed in Chess Metaphors.) Today’s teens, and increasingly pre-teens, can accelerate this process by plugging into a digitized archive of chess information and making full use of the superiority of the young mind to retain it all. In the pre-computer era, teenage grandmasters were rarities and almost always destined to play for the world championship. Bobby Fischer’s 1958 record of attaining the grandmaster title at fifteen was broken only in 1991. It has been broken twenty times since then, with the current record holder, Ukrainian Sergey Karjakin, having claimed the highest title at the nearly absurd age of twelve in 2002. Now twenty, Karjakin is among the world’s best, but like most of his modern wunderkind peers he’s no Fischer, who stood out head and shoulders above his peers—and soon enough above the rest of the chess world as well.

Excelling at chess has long been considered a symbol of more general intelligence. That is an incorrect assumption in my view, as pleasant as it might be. But for the purposes of argument and investigation, chess is, in Russkin-Gutman’s words, “an unparalleled laboratory, since both the learning process and the degree of ability obtained can be objectified and quantified, providing an excellent comparative framework on which to use rigorous analytical techniques.”

Here I agree wholeheartedly, if for different reasons. I am much more interested in using the chess laboratory to illuminate the workings of the human mind, not the artificial mind. As I put it in my 2007 book, How Life Imitates Chess, “Chess is a unique cognitive nexus, a place where art and science come together in the human mind and are then refined and improved by experience.” Coincidentally the section in which that phrase appears is titled “More than a metaphor.” It makes the case for using the decision-making process of chess as a model for understanding and improving our decision-making everywhere else.

This is not to say that I am not interested in the quest for intelligent machines. My many exhibitions with chess computers stemmed from a desire to participate in this grand experiment. It was my luck (perhaps my bad luck) to be the world chess champion during the critical years in which computers challenged, then surpassed, human chess players. Before 1994 and after 2004 these duels held little interest. The computers quickly went from too weak to too strong. But for a span of ten years these contests were fascinating clashes between the computational power of the machines (and, lest we forget, the human wisdom of their programmers) and the intuition and knowledge of the grandmaster.

In what Rasskin-Gutman explains as Moravec’s Paradox, in chess, as in so many things, what computers are good at is where humans are weak, and vice versa. This gave me an idea for an experiment. What if instead of human versus machine we played as partners? My brainchild saw the light of day in a match in 1998 in León, Spain, and we called it “Advanced Chess.” Each player had a PC at hand running the chess software of his choice during the game. The idea was to create the highest level of chess ever played, a synthesis of the best of man and machine.

Although I had prepared for the unusual format, my match against the Bulgarian Veselin Topalov, until recently the world’s number one ranked player, was full of strange sensations. Having a computer program available during play was as disturbing as it was exciting. And being able to access a database of a few million games meant that we didn’t have to strain our memories nearly as much in the opening, whose possibilities have been thoroughly catalogued over the years. But since we both had equal access to the same database, the advantage still came down to creating a new idea at some point.

Having a computer partner also meant never having to worry about making a tactical blunder. The computer could project the consequences of each move we considered, pointing out possible outcomes and countermoves we might otherwise have missed. With that taken care of for us, we could concentrate on strategic planning instead of spending so much time on calculations. Human creativity was even more paramount under these conditions. Despite access to the “best of both worlds,” my games with Topalov were far from perfect. We were playing on the clock and had little time to consult with our silicon assistants. Still, the results were notable. A month earlier I had defeated the Bulgarian in a match of “regular” rapid chess 4–0. Our advanced chess match ended in a 3–3 draw. My advantage in calculating tactics had been nullified by the machine.

This experiment goes unmentioned by Russkin-Gutman, a major omission since it relates so closely to his subject. Even more notable was how the advanced chess experiment continued. In 2005, the online chess-playing site Playchess.com hosted what it called a “freestyle” chess tournament in which anyone could compete in teams with other players or computers. Normally, “anti-cheating” algorithms are employed by online sites to prevent, or at least discourage, players from cheating with computer assistance. (I wonder if these detection algorithms, which employ diagnostic analysis of moves and calculate probabilities, are any less “intelligent” than the playing programs they detect.)

Lured by the substantial prize money, several groups of strong grandmasters working with several computers at the same time entered the competition. At first, the results seemed predictable. The teams of human plus machine dominated even the strongest computers. The chess machine Hydra, which is a chess-specific supercomputer like Deep Blue, was no match for a strong human player using a relatively weak laptop. Human strategic guidance combined with the tactical acuity of a computer was overwhelming.

The surprise came at the conclusion of the event. The winner was revealed to be not a grandmaster with a state-of-the-art PC but a pair of amateur American chess players using three computers at the same time. Their skill at manipulating and “coaching” their computers to look very deeply into positions effectively counteracted the superior chess understanding of their grandmaster opponents and the greater computational power of other participants. Weak human + machine + better process was superior to a strong computer alone and, more remarkably, superior to a strong human + machine + inferior process.

The “freestyle” result, though startling, fits with my belief that talent is a misused term and a misunderstood concept. The moment I became the youngest world chess champion in history at the age of twenty-two in 1985, I began receiving endless questions about the secret of my success and the nature of my talent. Instead of asking about Sicilian Defenses, journalists wanted to know about my diet, my personal life, how many moves ahead I saw, and how many games I held in my memory.

I soon realized that my answers were disappointing. I didn’t eat anything special. I worked hard because my mother had taught me to. My memory was good, but hardly photographic. As for how many moves ahead a grandmaster sees, Russkin-Gutman makes much of the answer attributed to the great Cuban world champion José Raúl Capablanca, among others: “Just one, the best one.” This answer is as good or bad as any other, a pithy way of disposing with an attempt by an outsider to ask something insightful and failing to do so. It’s the equivalent of asking Lance Armstrong how many times he shifts gears during the Tour de France.

The only real answer, “It depends on the position and how much time I have,” is unsatisfying. In what may have been my best tournament game at the 1999 Hoogovens tournament in the Netherlands, I visualized the winning position a full fifteen moves ahead—an unusual feat. I sacrificed a great deal of material for an attack, burning my bridges; if my calculations were faulty I would be dead lost. Although my intuition was correct and my opponent, Topalov again, failed to find the best defense under pressure, subsequent analysis showed that despite my Herculean effort I had missed a shorter route to victory. Capablanca’s sarcasm aside, correctly evaluating a small handful of moves is far more important in human chess, and human decision-making in general, than the systematically deeper and deeper search for better moves—the number of moves “seen ahead”—that computers rely on.

There is little doubt that different people are blessed with different amounts of cognitive gifts such as long-term memory and the visuospatial skills chess players are said to employ. One of the reasons chess is an “unparalleled laboratory” and a “unique nexus” is that it demands high performance from so many of the brain’s functions. Where so many of these investigations fail on a practical level is by not recognizing the importance of the process of learning and playing chess. The ability to work hard for days on end without losing focus is a talent. The ability to keep absorbing new information after many hours of study is a talent. Programming yourself by analyzing your decision-making outcomes and processes can improve results much the way that a smarter chess algorithm will play better than another running on the same computer. We might not be able to change our hardware, but we can definitely upgrade our software.

With the supremacy of the chess machines now apparent and the contest of “Man vs. Machine” a thing of the past, perhaps it is time to return to the goals that made computer chess so attractive to many of the finest minds of the twentieth century. Playing better chess was a problem they wanted to solve, yes, and it has been solved. But there were other goals as well: to develop a program that played chess by thinking like a human, perhaps even by learning the game as a human does. Surely this would be a far more fruitful avenue of investigation than creating, as we are doing, ever-faster algorithms to run on ever-faster hardware.

This is our last chess metaphor, then—a metaphor for how we have discarded innovation and creativity in exchange for a steady supply of marketable products. The dreams of creating an artificial intelligence that would engage in an ancient game symbolic of human thought have been abandoned. Instead, every year we have new chess programs, and new versions of old ones, that are all based on the same basic programming concepts for picking a move by searching through millions of possibilities that were developed in the 1960s and 1970s.

Like so much else in our technology-rich and innovation-poor modern world, chess computing has fallen prey to incrementalism and the demands of the market. Brute-force programs play the best chess, so why bother with anything else? Why waste time and money experimenting with new and innovative ideas when we already know what works? Such thinking should horrify anyone worthy of the name of scientist, but it seems, tragically, to be the norm. Our best minds have gone into financial engineering instead of real engineering, with catastrophic results for both sectors.

Perhaps chess is the wrong game for the times. Poker is now everywhere, as amateurs dream of winning millions and being on television for playing a card game whose complexities can be detailed on a single piece of paper. But while chess is a 100 percent information game—both players are aware of all the data all the time—and therefore directly susceptible to computing power, poker has hidden cards and variable stakes, creating critical roles for chance, bluffing, and risk management.

These might seem to be aspects of poker based entirely on human psychology and therefore invulnerable to computer incursion. A machine can trivially calculate the odds of every hand, but what to make of an opponent with poor odds making a large bet? And yet the computers are advancing here as well. Jonathan Schaeffer, the inventor of the checkers-solving program, has moved on to poker and his digital players are performing better and better against strong humans—with obvious implications for online gambling sites.

Perhaps the current trend of many chess professionals taking up the more lucrative pastime of poker is not a wholly negative one. It may not be too late for humans to relearn how to take risks in order to innovate and thereby maintain the advanced lifestyles we enjoy. And if it takes a poker-playing supercomputer to remind us that we can’t enjoy the rewards without taking the risks, so be it.

sábado, 18 de febrero de 2012

Alfa y omega

Una noche nos acostamos vivos y al día siguiente nos levantamos muertos.

viernes, 17 de febrero de 2012

Urdangarín


Karaoke para estos Carnavales

Ur-Urdangarín qué hay en ese maletín?
déjale algo a la Casa Real
Ur-Urdangarín escóndelo en el calcetín
antes de que te registre el fiscal.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Del rey abajo ninguno

¡Por fin alguien nos pone en nuestro sitio! Doña Pilar de Borbón, hermana de S.M. el Rey, se refiere al caso Urdangarín y nos manda callar. Con la que está cayendo no sólo me parece muy ideal de la muerte que a los mortales súdbitos, simples pagadores de impuestos y usuarios de las otrora propiedades reales como la Casa de Campo -domingueros sin clase, ¡chusma!- se nos mande callar sino que propongo el reacondicionamiento de las mazmorras y la actualización de los instrumentos de tortura para emplearlos con todo bicho mortal que ose levantar la vista del arado o distraerse de la cadena de montaje siquiera por un instante. La Revolución Francesa y su pariente pobre las Cortes de Cádiz no han sido sino garrafales errores históricos. ¿Por qué no restaurar la monarquía absoluta? ¡Una espada! ¡Un rey! ¡Excalibur! ¡Arturo! ¡Urdangarín! ¡Letizia!

Esta noticia ha sido publicada esta misma tarde en un periódico de centroderecha con claras derivas hacia la derecha de toda la vida, El Mundo. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡Referéndum por la Tercera República YA!!!!!!!!!!!!! Pronto veremos cómo el Duque se va de rositas por un defecto de forma, porque no hay suficientes pruebas, porque patatín o por lo que sea. Y si no, al tiempo. Es como en la época de Voltaire.

La noticia >>> (EFE - Sevilla)

La infanta Pilar de Borbón ha señalado hoy en relación con la presunta implicación del duque de Palma, Iñaki Urdangarin, en el caso Noos: "Nadie es culpable hasta que los jueces lo digan, con lo cual, a callar".

La duquesa de Badajoz, que hoy ha participado en la inauguración de un rastrillo benéfico en Sevilla organizado por la asociación Nuevo Futuro, de la cual es presidenta de honor, ha dicho a los periodistas que los españoles tenemos "una Constitución perfectamente elaborada" y que hay que esperar a que decidan los jueces.

En relación con las últimas imágenes de Urdangarin que han aparecido en televisión, ha indicado, refiriéndose a los programas del corazón, que no los ve porque son "absurdos" y porque los considera "pornográficos", y ha asegurado que toda la polémica la han generado esos espacios televisivos.

Sobre el acto benéfico, al que también está previsto que acuda la duquesa de Alba, ha manifestado que tiene "muchas esperanzas" de que vaya bien, al igual que ha ocurrido en el de Madrid, y ha destacado la generosidad de los españoles, "que han donado muchas cosas".

Para asuntos como el de hoy, de ayuda a los desfavorecidos, ha señalado que "sí, que un poquito de ayuda divina hace falta", a la vez "que las comunidades paguen a tiempo".

Durante los cuatro días que permanecerá abierto el rastrillo se podrán comprar cuadros, joyas o ropa y se celebrarán, entre otros actos, una exhibición de Dávila Miura, un homenaje a José Manuel Soto o un concurso de sevillanas.

La recaudación será para Nuevo Futuro, que gestiona 32 centros de protección de menores en Andalucía.

martes, 14 de febrero de 2012

En ese París

lunes, 13 de febrero de 2012

San Valentín

En cada puerto USB tengo un amor.

viernes, 10 de febrero de 2012

Duda aclarada

Durante mucho tiempo he albergado una serie de dudas existenciales acerca de la igualdad de los ciudadanos ante la ley en esta nuestra monárquica y constitucional España. Monarquía y constitución, un intento de conciliar dos conceptos antagónicos: la idea de existe alguien que es "mejor" y merece estar a la cabeza del Estado por derecho de sucesión, lo que incluye a su familia natural y política, y una norma para los que somos "iguales" pero que, obviamente, nunca estaremos en la posición de privilegio de la primera entidad.

Ahora, la señora Bravo, a la sazón portavoz del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), aclara mis dudas de una sola vez: no, no somos iguales. Le estoy muy agradecido ya que no podía seguir deshojando esta margarita por más tiempo. Hay ciudadanos de primera y después estamos todos los demás. Es lo que hay: Garzón al quinto infierno, Camps a retozar con su amiguito del alma y Urdangarín, el Duque, con sus contratados de pega por 60 euros al mes, ese ni tocarlo, voto a tal! ¡A mí la guardia! Atos, Portos, Aramis (Fuster), ¡sellad la poterna! Vos, D'Artagnan, aquí conmigo! ¡Sir Lancelot dejad ya en paz a la Reina Ginebra! ¡Las manitas quitas...! (vaya, eso es de otro folletón) ¡Mosqueteros todos, id prestos al combate que yo os dirijo por Internet! ¡En columna de a dos! ¡Doblones de a ocho recibiréis! Como DEBE ser.

Gabriela Bravo ha señalado, en referencia a la decisión del juez instructor del caso Palma Arena, José Castro Aragón, de no grabar en soporte de vídeo digital la declaración de Iñaki Urdangarin, que "no todos los imputados son iguales" ni están sometidos a la "misma presión mediática" por lo que no se puede "estigmatizar su imagen".

En una entrevista a TVE, Bravo ha defendido la decisión del juez José Castro Aragón, de no grabar en soporte de vídeo digital la declaración de Iñaki Urdangarin pues habrá sido ponderada por el magistrado. "Dice que en otras ocasiones no se ha hecho pero no todos los imputados son iguales", ha explicado.

"No todos los asuntos judiciales están sometidos a la misma presión mediática ni tienen la misma relevancia y no en todas las ocasiones se puede estigmatizar también tanto la imagen o el honor de una persona creo que concretamente en el tema de Urdangarín se tiene con quién es", ha valorado.

Al hilo de esto, ha criticado la existencia de un "juicio paralelo" antes de que "haya declarado" incluso en ocasiones "antes que tuviera conocimiento de las actuaciones judiciales" porque son secretas.

"No se trata de adoptar estas medidas por ser quien es, sino por las circunstancias que concurren en este caso, derivada por esas dimensiones mediáticas del asunto", ha defendido la portavoz del Consejo General del Poder Judicial.

A pesar de ello, ha asegurado que su percepción "como ciudadana" es que "desde el momento" en el que a Urdangarín se le ha citado "como imputado ante el juez" está "siendo tratado como cualquier ciudadano español".

jueves, 9 de febrero de 2012

Mujeres de fuego

Aguilar de la Frontera, Córdoba, 1936. Tierras de dioses del flamenco y gentes de trabajo. Rojos.

Los falangistas vinieron de noche y se llevaron a un grupo grande de gente del pueblo, debían ser unos 100. La mayoría, hombres. Entre ellos había una mujer de brazos fuertes y gesto altivo que se negaba a decir dónde estaba su compañero.

El convoy de camiones se detuvo en la cuneta. Hacía frío. Les obligaron a cavar sus propias tumbas en tierra de nadie.

La mayoría no hablaban o no se les oía. Se aprestaban a morir. Dios no contesta. Pero la voz de esa mujer anónima era un trueno. Le dijeron que o confesaba dónde estaba su marido o la mataban ahí mismo.

‘Ni aunque lo supiera os lo iba a decir. Me vais a matar igual’, les contestó. ‘¿Por qué no dejáis los fusiles, desatáis a los prisioneros y peleáis cuerpo a cuerpo? ¡Sois unos cobardes!’. Antes de que le dispararan gritó ‘¡Viva la República!’.

Su centelleante valor a ras del suelo aún pervive en la noche cordobesa.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Gott in Himmel

Esta brillante idea podría haber surgido en Madagascar, las islas Fidji o en Bolivia. Pero no. Cuando se trata de cosas relacionadas con la muerte hay que preguntarle a los que realmente saben.

Deutsche Bank, el mayor banco de Alemania, ha conmocionado a la opinión pública con el fondo de inversión DB Life Kompass 3, que permite a sus clientes apostar indirectamente sobre la esperanza de vida de personas de la tercera edad.

El fondo en cuestión funciona de la siguiente forma: el cliente apuesta sobre la esperanza de vida de un anciano y si la persona en cuestión vive más tiempo, gana el banco. En caso contrario, gana el inversor. Las dos emisiones lanzadas por Deutsche Bank han generado una inversión que ronda los 200 millones de euros.

El diario germano Frankfurter Allgemeine informa que la oficina del Defensor del Pueblo de la Asociación Federal de Bancos alemanes (DBD) ha rechazado participar en el arbitraje para dictaminar si el producto de inversión reviste o no algún tipo de ilegalidad. La DBD, a la que no pertenece Deutsche Bank, considera que debe ser un tribunal el que lo determine.

Christian Seidl, presidente de la Asociación de Seguros de Vida Secundaria alemana (BVZL), sí ha dado su opinión al respecto al asegurar que “no se debe polemizar sobre este tipo de fondos como una apuesta sobre la muerte”. En su opinión, “el modelo de negocio de dicho fondo es, en nuestra opinión, moralmente aceptable. De lo contrario, podríamos inferir que cualquier compañía de seguros de pensiones se beneficia de la muerte temprana de los asegurados”.

El caso es que el fondo DB Life Kompass 3, que en Alemania sigue vigente, pero no se comercializa desde 2007, y en España no llegó a operar, no vende polizas de seguros sino certificados basados en estadísticas referentes a la vida clínica de 500 ciudadanos estadounidenses de entre 70 y 90 años de edad.

Baño de realidad

Nunca me he explicado por qué razón los ayuntamientos y otros estamentos públicos pagaban lo que pagaban por un concierto de música pop, es decir, música fundamentalmente mala o muy mala. Ahora llega la realidad.

A decir verdad, la situación actual puede suponer una oportunidad para muchos músicos que nunca han alcanzado el éxito comercial pero cuyo nivel de calidad está a años luz de Chenoas y triunfitos varios. Se mueren los dinosaurios y sobreviven los pequeños mamíferos.

Al calor de lo sucedido en el caso de los macroconciertos organizados por instancias gubernamentales (ellos "organizan", nosotros "pagamos"), habría que analizar con lupa a qué se dedica el dinero público. Es obvio que el número de "grandes grupos" beneficiados por conciertos pagados a precio de oro era muy limitado, en todas las acepciones de la palabra "limitado".

Lo que está sucediendo

El negocio de la música en España era un enfermo que se desangraba por las ventas de discos pero que recibía transfusiones a través del directo. Sin embargo, el efecto de ese antídoto ha terminado radicalmente. "La situación es la más catastrófica en la historia del pop español", explica Paco López, director de Attraction (representante de Pereza y Siniestro Total). "Todo ha cambiado muy rápido, el panorama es terrorífico", afirma la cantante Mónica Naranjo. "El sector está en el aire", sentencia el presidente de la Asociación de Representantes Técnicos del Espectáculo (ARTE), Emilio Santamaría, quien responde riendo si se le pregunta por una posible solución. "La más rápida sería el suicidio... para dedicarse hoy a esto hay que tener una vocación que raye en el masoquismo".

Los grupos de nuestro país ya no venden apenas CDs y la contratación de conciertos se ha desplomado: los ayuntamientos, que han sido el principal cliente del pop español en directo, vienen recortando de un modo fulminante los presupuestos municipales desde 2010. Y, lo que es más grave, acumulan una deuda millonaria.

Mal pagador

"Hay pocos managers o promotores de conciertos a los que no les deba dinero uno o más ayuntamientos", explica Emilio Santamaría. Paco López va más allá: "Yo no conozco a ninguno que no tenga atrasos en los pagos". Los últimos años han sido muy buenos para su empresa gracias al éxito de Pereza, aunque con los grandes conciertos llegaron también "agujeros" de iguales proporciones: en concreto son 450.000 los euros que le deben distintos ayuntamientos por conciertos celebrados incluso hace cinco años. "¡Y eso es insostenible para una empresa de cinco trabajadores!". Hace dos años se vio obligado a abrir una línea de crédito.

En total, la deuda municipal contraída con el sector de la música en directo (formada por un entramado de pequeñas empresas y autónomos) supera los 75 millones de euros. Los socios de ARTE, que representan aproximadamente entre el 80 y el 90% de la música española en directo, acumulan 70 millones de euros en retrasos.

La zona sucia

Casi la mitad de esa cantidad se concentra en 50 promotores de Andalucía, la auténtica zona negra de esta morosidad junto a Levante. Agustín Lozano es su patriarca y su portavoz: "Estamos totalmente asfixiados, en una situación insostenible: el 90% de los ayuntamientos de Andalucía deben dinero en festejos, sólo así se explica que en el último año hayan cerrado más de 10 empresas de espectáculos aquí". El propio Lozano asegura arrastrar impagos por más de tres millones y describe un panorama de ayuntamientos embargados, engaños y deudas enquistadas.

Pero no es un problema únicamente mediterráneo. Un pequeño empresario de Madrid que prefiere mantener el anonimato explica que sólo el ayuntamiento de la capital le adeuda 700.000 euros por diversos espectáculos, casi todos celebrados durante el pasado verano. "El problema es que yo adelanto ese dinero, pero Hacienda no concede aplazamientos para pagar el IVA, y sin el certificado de estar al corriente pierdes la licencia. Antiguamente ibas al banco con el contrato de un ayuntamiento y te adelantaban el dinero; ahora te dan una patada en el culo".

Además de los citados 70 millones, la Asociación de Representantes de Cataluña suma a esa cifra 3,15 millones, aproximadamente. La Asociación Gallega de Empresarios Musicales no ha realizado aún este negro inventario, que estiman en "varios millones más", pero señala que sólo la Xunta de Galicia les debe 1,3 millones de euros. ARTE lleva un año intentando abordar el problema con la Federación de Municipios y Provincias, pero no han logrado fijar ni una cita.

El viejo sistema ha muerto

A principios de los años 80, se instauró el sistema que ahora ha terminado abruptamente y que ha dado de comer al pop español durante tres décadas: los municipios celebraban grandes fiestas con actuaciones a menudo gratuitas, designaban a un empresario como organizador y éste adelantaba su dinero para cobrarlo a 30, 50, o 60 días, según el contrato (cuando no según el trato verbal).

Ahora el dinero se ha terminado, se han gastado miles de millones de euros... y apenas se ha invertido en la cultura local o en infraestructuras que perdurasen. "Los concejales contrataban al grupo de moda según los gustos de su hija o de su mujer, y la foto que se hacían en el camerino ha costado millones", dice Santamaría y lo corroboran todos los consultados. El auge del sector inmobiliario explica en buena medida el apogeo del directo de hace 10 años, cuando no era extraño que el mánager facturase una actuación directamente a una constructora. "Y ojalá eso hubiese sucedido más", apostilla uno, "pagaban mejor que los concejales".

Cachés a la mitad, empresas cerradas

ARTE calcula que, en conjunto, entre 2008 y 2011 ha desaparecido el 80% del negocio (y auguran un 2012 devastador)... lo cual no significa que los músicos españoles estén ofreciendo la quinta parte de conciertos que hace cuatro años, ya que ahora actúan con cachés más bajos: en concreto, entre un 30 y un 50% más baratos. "Lo de cobrar 100.000 euros se ha acabado para siempre, ¡aquello no tenía sentido!", dice Iñigo Argomániz, manager de La Oreja de Van Gogh y 19 grupos más. "Lo nuestro iba como un tiro hasta 2009, pero en vez de bajar progresivamente, la caída ha sido muy dura en muy poco tiempo, y ha arrastrado a toda una industria de proveedores".

Empresas de producción, de escenarios, de equipos, de iluminación o de montaje, todas ellas pymes y en algunos casos con proyección internacional, están cerrando en una cadena de dominó propulsada por la morosidad municipal.

Músicos parados sin derecho al paro

"Es un momento grave, muchos músicos están sin trabajar apenas, no hacen ni un concierto, y otros se están yendo al extranjero a buscar más suerte", explica Carlos Tarque, líder de M-Clan. "La música española ha bajado a la realidad, muchos grupos nos hemos equivocado creyéndonos la hostia por el éxito. Aquello era un espejismo, como todo lo que se alimentó de la burbuja inmobiliaria".

"Hay auténticos dramas, artistas que llevan un año sin trabajar, que no te puedes creer que te llamen desesperados en busca de trabajo", dice Antonio Peña, director de Búho (representante de Luis Eduardo Aute y María Dolores Pradera). "Más de la mitad de los músicos no tienen ningún futuro profesional".

La crisis del sector ha afectado a todo el mundo, desde Alejandro Sanz (como él, muchos se tomaron un 2011 'sabático') hasta la más discreta de las orquestas, pero es el proletariado del pop el que se ve abocado a abandonar la profesión: los músicos de sesión y de gira. "Llevo tocando desde 1985: con Luz Casal, Miguel Ríos, Ariel Rot... Miles de conciertos", dice Osvi Grecco, "pero ahora hay tan poco trabajo que he decidido quitarme de autónomo y terminar los estudios del Conservatorio con la idea de poder dar clases si lo necesito".

Grecco es un 'sesionero' de primer nivel: su caso sirve de ejemplo del desmantelamiento de la música como profesión en España, con miles de personas afectadas sin derecho a paro (pues no tenían contratos).

Mientras tanto, el número de artistas medianos que se van quedando 'en el cajón¡ es cada vez mayor, sin discográfica ni conciertos. En particular los que despuntaron hace 20 o 30 años y que se han mantenido gracias a las fiestas patronales. "Conozco mucha gente que se ha visto obligada a dejar la música", explica Mónica Naranjo. "Cantantes que han vuelto al circuito de la noche, autores reconocidos internacionalmente que se dedican a otras cosas y gente desesperada que cae en la manos de algún manager hijoputa que se aprovecha".

¿A qué te dedicas, ahora?

Artistas como La Unión, Los del Río, Ana Torroja o Rosario, por ejemplo, nunca habían actuado tan poco; mientras, los autores prueban con formatos en solitario, más baratos, como Jorge Drexler, Iván Ferreiro, Pedro Guerra, Quique González o Ariel Rot. Otros, como Camela, simplemente aguantan intentando no perder la dignidad, explica su manager, Ángel Luis Sánchez: "Ahora nos ofrecen hacer playbacks y guarrerías así, pero nos negamos, aunque ganaríamos más, porque no te gastas nada en equipo ni en músicos".

Es, como sentencia Mónica Naranjo, "un gran imperio que se derrumba": el imperio del viejo pop español.

lunes, 6 de febrero de 2012

Los ricos saben vivir

Mi abuela Sofía, Dios la tenga en su gloria, solía decir que los ricos saben vivir. Dicho así, la frase hasta tiene carga literaria. Ahora, tras arduos y arriesgados trabajos de campo, un sesudo estudio de investigación de mentes preclaras ha establecido que efectivamente es así, que los ricos no sólo saben vivir sino que viven más.

Propongo otros temas de investigación igualmente cruciales: ¿La gente prefiere ser feliz o desdichada? ¿Es mejor vivir en la musaraña o trabajar como una bestia parda en algo que odias? ¿Se está mejor solo o mal acompañado? ¿Se disfruta más tocando en una banda de rock'n'roll o diciendo "Sí, señor" a todas horas? ¿Es mejor ser como George Clooney o resulta preferible tener el aspecto de El Dioni? Será un dinero y un tiempo muy bien empleado.

El 1% de la población no sólo tiene más dinero, sino más tiempo para disfrutarlo. Los hombres ricos viven más tiempo que sus conciudadanos con menores ingresos, principalmente, porque los segundos tienen mayor predisposición a tener un estilo de vida menos saludable.

Hoy en día, los hombres más pudientes viven de media 80,4 años, casi seis años más que un hombre en un grupo socioeconómico más bajo, según un estudio llevado a cabo por el Longevity Science Advisory Panel, un grupo sin ánimo de lucro -menos mal- con sede en Reino Unido. El informe apunta que la diferencia existente entre la esperanza de vida de ricos y pobres va en aumento: hace 20 años, un hombre nacido en un grupo socioeconómico más alto tenía una esperanza de vida de 75,6 años, casi cinco años más que una persona en una clase social inferior.

Por qué

La razón subyacente parece residir en la forma en la que la gente elige gastar su dinero, dice el estudio, el cual cita una amplia gama de investigaciones y concluye que los trabajadores con menores ingresos son más propensos a fumar, beber en exceso y tener altas tasas de obesidad. Como ejemplo, se cita el caso de un estudio del Gobierno británico publicado el pasado año que concluye que en 2009 hubo más de 6.500 muertes en Inglaterra atribuidas directamente al alcohol. Las tasas más altas de mortalidad entre esa población correspondían a los pobres.

En EEUU, un creciente número de investigaciones muestra una tendencia parecida. Un estudio de 2010 de la Oficina de Seguridad Social estadounidense demostró que los hombres de 65 años afiliados a los programas de Seguridad Social en el escalón más bajo de la distribución económica vivían 2,3 años menos que aquéllos que lo hacían en el primero.

Monique Morrissey, una economista del Instituto de Política Económica, un centro de estudios sin ánimo de lucro, asegura que las tasas de obesidad y de consumo de cigarrillos sólo cuentan parte de la historia. "Estos factores de comportamiento aún no pueden explicar la diferencia en la esperanza de vida". Morrissey añade que el acceso a un servicio de salud de calidad también es un factor importante.

La economista apunta que elevar la edad de jubilación podría empeorar las cosas. "Esto afectaría desproporcionadamente los estándares de vida de lo jubilados de bajos recursos que dependen de estos programas".

jueves, 2 de febrero de 2012

Wislawa Szymborska

Alma se tiene a veces.
Nadie la posee sin pausa
y para siempre.

Día tras día,
año tras año
pueden transcurrir sin ella.

A veces sólo en el arrobo
y los miedos de la infancia
anida por más tiempo.

A veces nada más en el asombro
de haber envejecido.

Por los médanos blancos (de Manuel Picón)

Madre, por los médanos blancos,
viene bajando un carro de mimbre.

Madre, por los médanos blancos,
han remontado tres barriletes.

Madre, por los médanos blancos,
viene descalzo ese Dios Verde.

Madre, por los médanos blancos,
sin decir nada, se fue mi padre.

Madre, madre, ¡me he vuelto viejo!

miércoles, 1 de febrero de 2012

Los que van a morir

Bronnie Ware, enfermera experta en cuidados paliativos ha publicado un libro sobre los arrepentimientos más habituales de aquellos que son conscientes de que su tiempo acabó. El denominador común es haberse tomado la vida demasiado en serio y haber vivido una vida "correcta" a ojos de otros, pero no de uno mismo. Valga para reflexionar sobre el tema, en este mundo de carreras sin fin por tener antes que ser o sentir.

'Non, je ne regrette rien' (No, no me arrepiento de nada), decía Edith Piaf en su famosa canción. Sin embargo, no suele ser lo habitual y es más normal que cuando se está cerca de la muerte los arrepentimientos de la vida invadan el espíritu.

Por este motivo, una enfermera australiana ha recopilado en el libro 'Los Cinco Arrepentimientos de los Moribundos', los remordimientos más habituales entre personas que están a punto de morir.

Ojalá hubiera tenido el coraje de hacer lo que quería hacer

Su trabajo con enfermos terminales y el éxito que tuvo uno de sus blogs sobre los arrepentimientos llevaron a Bronnie Ware a escribir este libro en el que muestra que el principal arrepentimiento de la gente es "ojalá hubiera tenido el coraje de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los otros esperaban que hiciera".
'Ojalá no hubiera trabajado tanto'

Le sigue "ojalá no hubiera trabajado tanto" "porque eso los había hecho perder el equilibrio y como resultado habían perdido muchas cosas en su vida", afirma la enfermera a la BBC. "Se perdieron la niñez de sus hijos y la compañía de sus esposas", añade en su libro.

Bronnie cuenta su propia historia, y cómo su vida se transformó a través de los pesares de la gente que muere.

Poder expresar mis sentimientos

"Me hubiese gustado tener el coraje para expresar mis sentimientos" es otro de los deseos de los moribundos. "Mucha gente reprime sus sentimientos para mantenerse en paz con los demás. Es por ello por lo que se instalan en una existencia mediocre y nunca llegan a convertirse en lo que verdaderamente son capaces de ser", asegura la enfermera.

Más contacto con los amigos

El poco trato con los amigos es otro de los arrepentimientos. El no haber tenido tanto contacto con las amistades es otra de las pesadumbres. Como lo explica Ware en su libro: "Muchos han quedado tan atrapados en sus propias vidas que han dejado amistades de oro perderse a tavés de los años".

"Vi un muy profundo remordimiento por no haber brindado a esas amistades el tiempo y el esfuerzo que merecían. Todos extrañan a sus amigos cuando se están muriendo", cuenta.

Haber sido más feliz

Y, por último, y no menos importante el deseo de "haberme permitido ser más feliz". "Muchos no se dan cuenta hasta el final de que la felicidad es una elección. El miedo al cambio los ha llevado a fingir ante los demás, y ante sí mismos, que eran felices. Cuando en su interior ansiaban poder reírse con ganas y tomarse la vida con humor", asegura.