Escuchar al misionero agustino recoleto José Luis Garayoa emociona hasta lo más hondo. Alguien que trabaja en primera línea y mira al mal cara a cara.
Al mal en unas dimensiones desconocidas para los occidentales. Sierra Leona es zona cero en lo que al ébola respecta, pero ese SOLO es uno más de los terribles problemas que enfrenta su población: el mayor índice proporcional de SIDA en África, la mayor mortalidad en el parto, una altísima tasa de mortalidad infantil… Analfabetismo, falta de infraestructura sanitaria, malaria, tifus, cólera, desnutrición… los Cuatro Jinetes se quedan cortos.
Como otros tantos hombres y mujeres que arriesgan sus vidas y trabajan por los demás. Esta gente no es de este mundo y merecen toda la ayuda posible, así como todo el cariño y respeto. Son dignos de llamarse seres humanos.
Garayoa habla de Dios y de la fe como un San Manuel Bueno Mártir de nuestro tiempo. La ausencia de Dios sería insoportable viendo la miseria más extrema campar a sus anchas. Habría que inventarlo si fuera necesario.
Todos los libros de filosofía no valen una frase de este hombre. ¿Por qué existe el sufrimiento, el dolor, la muerte? ¿Cómo es posible que 2.000 millones de personas vivan a todo tren mientras más de 5.000 millones se debaten entre la pobreza y la miseria animal? Niños que mueren antes de haber comenzado a vivir.
Garayoa y otras personas como él son seres de luz. Indispensables. Únicos.
jueves, 9 de octubre de 2014
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