viernes, 24 de octubre de 2014

Héroes del mar


No se trata de un fotomontaje. Está ocurriendo. Subsaharianos encaramados a la valla fronteriza de la ciudad española de Melilla -enclavada en el continente africano- mientras dos personas de bien de las de toda la vida juegan al golf. Un deporte de masas.

Los subsaharianos proceden de una variedad de países cuyas fronteras fueron trazadas a toda prisa durante el proceso de descolonización de África. Para llegar hasta Melilla han superado un verdadero infierno. Han atravesado desiertos de muerte, han sido extorsionados por las mafias de traficantes o cosas peores. Maltratados a uno y otro lado de la valla.

Tampoco tienen vuelta atrás, no hay retorno posible, porque estos seres humanos que se ven en la parte posterior de la fotografía son la única esperanza de salvación de sus familias. Sus padres literalmente los lanzan al desierto: si no logras llegar a Europa, no vuelvas... Esos son los códigos de la desesperación.

Si finalmente terminan cruzando el estrecho, su destino es vender La Farola, cuidar coches o ratear. Nadie se ocupará de ellos, porque nuestro sistema ya produce su propio material descartable.

Es de suponer que vivimos en un mundo post-ideológico, porque ya se sea de izquierdas o de derechas, el europeo de pro aspira al mismo desarrollo exclusivamente material: tarjetas opacas, coches de alta gama, urbanizaciones exclusivas, cruceros. El triunfo aplastante de la avaricia y la mediocridad.

Un mundo muy, muy feliz.












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