miércoles, 12 de octubre de 2016

¡Tierra!

En esta madrugada del Día de la Hispanidad o del Día del Comienzo del Genocidio, según se mire, creo haber descubierto el secreto básico del misterio de la Creación.

Dos grandes fuerzas gobiernan al ser humano: la imbecilidad congénita y la locura. Somos todos producto de una serie infinita de apareamientos endogámicos.

Adán y Eva tuvieron dos hijos varones. Y después ¿qué?

Se trata del efecto "Borbón". Nadie escapa al origen incestuoso de esta criatura ridícula, vehemente. Un cerdo largo. El canibalismo se acabó no por culpa del progreso moral, sino por simple indigestión.

El otro gran vector es la locura agresiva, que nos hizo descender de los árboles y cazar animales que nos superan en tamaño y están mucho mejor diseñados que nosotros para matar. Nos convertimos en criaturas sedientas de sangre y a fe mía que somos los amos en ese terreno.

La evolución es absurda. Al ser bípedos implumes dejamos nuestros genitales indefensos. La columna se somete a una presión insoportable... en fin.

Si el balance es correcto, la combinación de imbecilidad congénita y locura agresiva genera un Mozart o un Einstein. Cabría formular la hipótesis de un tercer elemento, un factor indeterminado, un catalizador que transforma la locura en belleza. El factor Van Gogh. Tal vez una combinación secreta y no reproducible en laboratorio de soledad infinita, abandono, sed de amar.

Si por el contrario la balanza se inclina hacia el lado equivocado, surgen Donald Trump, Hitler o Galtieri. La televisión y los objetos que la pueblan constituye un ejemplo de manual. Imbecilidad químicamente pura.

Amebas estúpidas embutidas en un armazón que las mantiene erguidas. Que harán daño a sus propios vástagos. Que necesitan poder y sensación de dominio sobre algo o alguien de forma agónica, de ahí esos seres añosos torturando aterrorizadas mascotas: sus hijos ya no se dejan. Que se golpean el pecho como los inermes simios que continúan siendo. Un asco de criatura. Que solo se siente bien en la medida en que otros se sienten mal.

Y sin embargo, en ese mismo mundo estás vos, Occhi Verdi. De ritos olvidados y mares en calma. Manos como gotas de lluvia. Saltos de ángel.

Ricomincio da tre!

No hay comentarios: