Se ha ido Mandela. Mi abuelo solía decir que cada año después de los 70 es un regalo especial de Dios. Mandela disfrutó de 25. Alguien que sonreía así cae bien en los cielos. Seguro.
Es una figura destinada a perdurar. En la estela de Gandhi. Alguien que pudo dedicarse a perpetrar una venganza implacable contra la minoría blanca que lo encarceló durante 27 años y generó el monstruoso sistema conocido como Apartheid, una palabra que da asco. Pero no lo hizo. Ahí radica la verdadera grandeza: a diferencia de los hombrecillos que se ciegan por el poder, Mandela pudo ser despiadado pero decidió no serlo.
Se nos ha ido una de las personas más importantes del siglo XX. La contracara del odio representado por Hitler, Stalin o aquellos que decidieron lanzar dos bombas atómicas contra población civil desarmada.
Mandela es un hombre que baila y se queda entre nosotros. Y alguien que baila desde el corazón no puede ser mala persona. Todos los tambores del mundo para ti.
¡Shikamoo, Madiba!¡Asante!
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