sábado, 8 de mayo de 2010

Mi guitarra y yo

Hoy me di cuenta de cuánto quiero a mi guitarra. Entre otras cosas -cientos-, porque ella pertenece al mundo de los sueños, el que no está contaminado por las aguas fecales del dinero y la genuflexión.

Fui a una fiesta que acabó en velada musical. Bandoneón, piano, la excelente voz de David Cohen y mi guitarra. Todo transcurría alegremente, como corresponde a ese tipo de reuniones, donde el homenajeado era el propio David, persona a la que estoy eternamente agradecido por haberme cedido un fueye con el que sueño que vuelo todas las noches.

Esta guitarra fue un regalo de mi viejo y me acompaña desde hace más de veinticinco años. Es de construcción clásica pero he adaptado el puente a una digitación más flamenca. Es la única amante de la que estoy convencido nunca me clavará un cuchillo por la espalda, aunque nunca se sabe... amantes tengas...

En un momento dado, un tipo con pinta de tener mucha guita y varios whiskies de más, se me acercó y me dijo que lo suyo era el flamenco. "Mira tú qué bien...", pensé yo.

Antes de que pudiera darme cuenta y sin permiso alguno, agarró mi guitarra que estaba descansado en el sofá -habíamos dejado de tocar para tomar mate- y puso sus pezuñas a hacer una serie de repugnantes y arrítmicos rasguidos que intentaban emular lastimosamente una soleá. Sin comentarios.

El caso es que, cuando recuperé la viola, comprobé que tenía un arañazo en la parte superior de la tapa como si le hubieran pasado una gubia por su superficie. A mala hostia.

El hecho de estar en casa de David, de ser un invitado y las capas de civilidad que aún persisten en mí evitaron que volatilizara a aquel pedo con patas y pasara unos cuantos años dirigiendo el coro de la cárcel.

Pero lo peor es que cuando le hice ver lo que había hecho en su imprudencia, en su infinita estupidez, el tipo va y me contesta:

-Pues ¡te la compro! ¡Te compro la guitarra!

¡¡¡¡¡¡¡¡Será hijodeunagrandísimaputa!!!!!!!! Cómo se le ocurre pensar que uno va a vender su guitarra y menos a un payaso sin una pizca de gracia. Sólo dinero. Una guitarra no se vende: se regala a alguien que uno quiere más que a su propia vida.

Definitivamente, hay gente tan pobre que sólo tiene dinero. Sus vidas de mierda, insolidarias e inútiles, siempre turbadas pensando en lo que les pueden quitar. Temiendo que cualquiera que se les acerque sólo lo haga para arrebatarles sus sucias monedas. Peor que la usurera de Crimen y Castigo. Anulados por la idea de lo que van a dejar a sus herederos: por todo lo que no van a poder gastar antes de morir entre nauseabundos vapores, aflojando sus pútridos esfínteres entre sábanas de lino. No sólo irán de cabeza al peor de los Infiernos -el de los Empalados del Eterno Retorno- cuando finalicen su mísera y ridícula existencia: YA VIVEN EN ÉL.

Hay gente que cree que uno puede poner precio a una parte de su alma. Que cualquier cosa, cualquier agravio, se arregla con unos cuantos billetes de mierda.

Esa fue la gota que colmó el vaso. Por respeto a David, me mordí pa no cagarlo a trompadas.

He vuelto a casa. Llevo unas cuantas horas hablando con ella, mano a mano, intentando calmarla, contarle cómo son las cosas. Acariciándola. Mi guitarra no es de este mundo. Ella viene de allá lejos y hace tiempo. Sabe a madera, a vino tinto, a la sonrisa de Pablo. Ella sabe cómo hacerme vibrar. Ella sabe quién soy.

5 comentarios:

la stessa ma altra dijo...

ay la guitarra de uno!!! yo no me desprendo de mi primera guitarra, aunque no se pueda tocar más allá del cuarto o quinto casillero, pero, cómo suena!! cóoooomo sueñaaaaaaa!!!!!!

Anónimo dijo...

Desgraciadamnte siempre habrá gente que compra todo porque nunca tienen nada... pero mientras existan personas como el guitarrista y su amante una siempre tendrá ánimos para aguantar a esos desgraciados e impulso para seguir soñando. Muchas gracias....

Martingala dijo...

A mi esas cosas no me suelen pasar porque mis amantes son amantes de muchos y de ninguno. Son grandes, gordas—tan gordas que no se las pueden llevar a casa con éllos— con muchos dientes y una buena parte de éllos simétricamente cariados. Con esas bocas pocos se atreven a besarlas pero he de reconocer que a veces tampoco falta de vez en cuando algún hidelagranputa que se quiere masturbar con éllas y me jode el polvo, válgame la imposible redundancia.

Y para colmo son amantes masculinas. Mariconsón que es uno, viejo.

Mario B dijo...

Mon frère,

esta crónica me ha llegado al alma. Llevaba algun tiempo sin leer tu blog y casi me echo a llorar como un niño al recorrer estas lineas. Porqué? Porque lo unico que me llevé a casa al volver de mi reciente viaje a Marruecos fue la guitarra de mi padre...

Mario

Anónimo dijo...

Mi guitarra y yo!
Jorge Drexler