lunes, 17 de enero de 2011

Comprar, tirar, comprar



He aquí un documental para ver. Para ver, comentar, indignarse y actuar. El consumo desaforado es una de las prácticas que nos está llevando al desastre. ¿Cómo saber si las farmacéuticas guardan en sus laboratorios curas definitivas para enfermedades crónicas? Mejor vender a los pacientes miles de pastillas durante años y años... ¿Coches eléctricos? Existen desde hace más de cien años. ¿Cuánto debe costar el kilovatio para que el Estado pueda seguir recaudando lo que recauda con cada litro de gasolina? Nos van a engañar con eso también. Nos cobrarán un riñón por cada vehículo, nos alquilarán las baterías, nos exprimirán alegremente. Y todo seguirá en su sitio.

La obsolescencia programada. Aparatos que dejan de funcionar. Marcas como Apple, supuestamente representantes de la excelencia y lo cool, te tangan de forma salvaje. Nos engañan de continuo y nos convencen de que nuestra vida cambiará radicalmente si adquirimos sus productos. Claro que cambiará: nos convertiremos en esclavos de sus gadgets y de sus chorradas. Países del Tercer Mundo utilizados como basureros electrónicos. Y los centros comerciales a rebosar....

Como se afirma en el documental, hay que optar por consumir "materias primas" que no se deterioran con el uso, sino que se potencian con el mismo, como es el caso de la amistad o el conocimiento. Hay que parar el carro y regresar a niveles de consumo material per cápita (me refiero a los países desarrollados) de décadas anteriores.

Por eso, entre otras cosas, Internet debe ser un vehículo de conocimiento de primera magnitud. Hay que convertir la red en una gigantesca biblioteca -de libre acceso, obviamente- que llegue hasta el último rincón del planeta. Al tiempo que debe ser un vehículo de trabajo para los países en vías de desarrollo. La inmigración desesperada no es la solución, ya que la gente terminará haciendo cualquier cosa para sobrevivir en las ciudades del mundo desarrollado. Nadie emigra por gusto: es un proceso doloroso y difícil. Hay que crear unidades de desarrollo -generando un nuevo concepto del mismo- en los destinos finales. Hay mucho por hacer.

2 comentarios:

Fernando Aleman dijo...

Fantastico Martin! saludes y gracias

Hija del Rubor dijo...

El documental es excelente y hay tantos temas por discutir que no bastaría con simples comentarios en un post.
Como habitante de un país que le falta bastante para ser del primer mundo (Argentina) creo que esta realidad que muestra la película supo tocarnos de cerca hace ya unos quince años o más. En épocas menemistas el consumo se reducía a la fórmula "comprar, tirar, comprar" sin embargo cuando la crisis se hizo presente en el 2001 y pudimos salir de la burbuja que nos mantuvo engañados durante diez años el consumo tuvo otra visión. Resurgió la idea de reparar, reutilizar, comprar y vender artículos usados y esto es algo que se mantiene y cada vez cobra más fuerza por estos lares. Si bien, en la actualidad, las políticas de estado promueven el consumo, acá no existe el cambio de guardarropas una vez o dos al año, la renovación continua de la decoración de la casa o el dejar tirado en la calle un televisor que funciona pero que cambiamos por otro de plasma. Todo sirve, si no es a mí es al que recién se muda. Si no es en una habitación es en la otra y sino en un negocio de compraventa o en la web.
Respecto a las lámparas de luz, en Argentina se acaba de sancionar una ley que prohibe el uso de bombillas incandescentes e invita a los consumidores a optar por bombillas de bajo consumo que, si bien son más caras, duran varios años.
Otros ejemplos que cita el film no son tan visibles en nuestro país donde un mínimo (escaso) porcentaje de la población puede acceder a un ipod, por ejemplo.
De todas maneras, coincido que es un buen empujón para empezar a actuar pero como todo, los cambios empiezan por uno.