sábado, 23 de noviembre de 2013

Fernán Gómez vive

Mal que nos pese, las dos Españas siguen vivas. La España normal, de gente normal, que está instalada en el siglo XXI y la España negra, que sigue viviendo en el siglo XIII, meapilas, autoritaria, que piensa que la mujer es prácticamente subnormal, la España de puñetazo en la mesa y porque lo digo yo, la España de cazador rifle en ristre, en fin, la España que ha de enterrarse en el mar. Bien profundo.

No contenta con sus fulgurantes éxitos en Madrid 2020 y la reciente huelga de limpieza, nuestra simpar alcaldesa se lía una vez más. Ana Botella -no sólo ella- hace un gran servicio a la derecha, ya que es a la política y la inteligencia lo que Norma Duval a la cultura universal. Para no confundir los tantos.

Aun muerto, Fernán Gómez agita el facherío. El Cid del espíritu. Normal. Alguien sin pelos en la lengua que se atreve a vivir como piensa resulta muy molesto para todas las nadas biempensantes.
Fernando Fernán Gómez fue -y sigue siendo- un lujo para la cultura española, que ha tardado setenta años en recuperarse del cataclismo y la sangría de la Guerra Civil. Cuarenta años con los mejores poetas, pintores, cineastas e intelectuales del siglo XX muertos o exiliados. Lorca, Miguel Hernández, Alberti, Picasso, Buñuel, Seoane, Falla, Sánchez Albornoz. La España luminosa y respetada entre las naciones.

La otra, la España de reconquista, de inquisiciones, de verdades absolutas, de piedras apenas transformadas. La España insensible al dolor del mundo. Que se golpea el pecho diciendo Santo! Santo! Santo! cuando es Diablo, Diablo, Diablo. Sin sentido del humor, con toda la pasta y el tiempo para hacer nada.

El pijito engominado de turno a tomar una suculenta cup of café con leche in Plaza Mayor a la salida de misa, a seguir manejando la empresa de papá y a dejar de tocar los cojones.

No hay comentarios: