viernes, 30 de enero de 2015
Vaya usted a saber
Empiezo a sospechar que la mayor parte de los fracasos en la vida tienen su origen en el autosabotaje. Uno es capaz de convertirse en el peor de sus enemigos. Será por información...
miércoles, 28 de enero de 2015
La Cançó del Lladre
Boadella se quedó corto en sus incontables obras, divertidísimas por cierto, en las que se ridiculizaba la figura de Jordi Pujol. Resulta muy lastimoso ver al señor Pujol y a su extraña familia dando explicaciones absurdas y amenazando con tirar de la manta, estilo si caigo yo aquí no queda nadie en pie.
¿En manos de qué clase de gente ha estado la política de este país? ¿Cómo es posible que personajes como Urdangarín hayan medrado año tras año metidos en todas las salsas? Las cajas de ahorros, creadas con una función social, dedicadas al ladrillo salvaje... no hay una que se salve.
Claro que cabría preguntarse por la naturaleza humana. ¿Quiere todo esto decir que el Señor de los Anillos es un compendio de sabiduría incontestable y todo insecto en contacto con un "tesoro" se vuelve majara e incluso transmite su locura a su prole? Un dilema digno de Darwin.
Si esto fuese así, todo aquel que tuviera responsabilidades ante los ciudadanos debería POR LEY estar lo más lejos posible de MI TESORO. Para evitar tentaciones. Porque aquí no tenemos a un solo Gandhi, que al parecer se acostaba con una joven para probarse que era capaz de superar el dictado de los instintos.
Ellos no tendrían la culpa de ser como son: roban porque responden a sus pulsiones y no pueden parar de hacerlo porque su cerebro está podrido, debido a la perniciosa influencia del maléfico anillo. Gollums in love. Lo que falla es el sistema que los pone ahí y los deja A SU AIRE, sin control alguno. El problema no está en la naturaleza desviada del ser humano, sino en la impunidad con que actúan y el dudoso castigo cuando son cazados in fraganti. Se transmite la idea de que si robas a lo grande, de alguna manera sales limpio de polvo y paja, porque aunque te encarcelen será por poco tiempo e incluso tendrás un buen pasar en la cárcel comprando voluntades. Tal cual.
Ya lo comentó un alto cargo de la judicatura: nuestro sistema está pensado para castigar al robagallinas, no al "gran criminal". En términos reales, el castigo es mayor para un pobre diablo que asalta una gasolinera. El ladrón de altos vuelos que deja un agujero de miles de millones que afecta a mucha gente prácticamente sale de rositas. El juicio tarda AÑOS en celebrarse. Algunos delitos PRESCRIBEN. Cuando hay condena, las cosas se arreglan con multas que se pagan con dinero. Claro, si has robado durante años y lo has hecho bien, tienes cofres repartidos por todo el planeta. No hay problema.
La respuesta es bien simple. Si el sistema permite que esto sea así, CÁMBIESE EL SISTEMA y que aquel reptil que en llegando a responsabilidades de gobierno meta la mano en la caja por cualesquiera circunstancia SEA COCINADO A FUEGO LENTO EN PLAZA MAYOR para disfrute y entretenimiento del personal.
Por cierto, la Cançó del Lladre es preciosa, una hermosa canción popular catalana. Serrat la canta maravillosamente y a comienzos el siglo XX Miguel Llobet hizo un arreglo íntimo y redondo para guitarra sola.
Nada que ver con toda esta merda.
¿En manos de qué clase de gente ha estado la política de este país? ¿Cómo es posible que personajes como Urdangarín hayan medrado año tras año metidos en todas las salsas? Las cajas de ahorros, creadas con una función social, dedicadas al ladrillo salvaje... no hay una que se salve.
Claro que cabría preguntarse por la naturaleza humana. ¿Quiere todo esto decir que el Señor de los Anillos es un compendio de sabiduría incontestable y todo insecto en contacto con un "tesoro" se vuelve majara e incluso transmite su locura a su prole? Un dilema digno de Darwin.
Si esto fuese así, todo aquel que tuviera responsabilidades ante los ciudadanos debería POR LEY estar lo más lejos posible de MI TESORO. Para evitar tentaciones. Porque aquí no tenemos a un solo Gandhi, que al parecer se acostaba con una joven para probarse que era capaz de superar el dictado de los instintos.
Ellos no tendrían la culpa de ser como son: roban porque responden a sus pulsiones y no pueden parar de hacerlo porque su cerebro está podrido, debido a la perniciosa influencia del maléfico anillo. Gollums in love. Lo que falla es el sistema que los pone ahí y los deja A SU AIRE, sin control alguno. El problema no está en la naturaleza desviada del ser humano, sino en la impunidad con que actúan y el dudoso castigo cuando son cazados in fraganti. Se transmite la idea de que si robas a lo grande, de alguna manera sales limpio de polvo y paja, porque aunque te encarcelen será por poco tiempo e incluso tendrás un buen pasar en la cárcel comprando voluntades. Tal cual.
Ya lo comentó un alto cargo de la judicatura: nuestro sistema está pensado para castigar al robagallinas, no al "gran criminal". En términos reales, el castigo es mayor para un pobre diablo que asalta una gasolinera. El ladrón de altos vuelos que deja un agujero de miles de millones que afecta a mucha gente prácticamente sale de rositas. El juicio tarda AÑOS en celebrarse. Algunos delitos PRESCRIBEN. Cuando hay condena, las cosas se arreglan con multas que se pagan con dinero. Claro, si has robado durante años y lo has hecho bien, tienes cofres repartidos por todo el planeta. No hay problema.
La respuesta es bien simple. Si el sistema permite que esto sea así, CÁMBIESE EL SISTEMA y que aquel reptil que en llegando a responsabilidades de gobierno meta la mano en la caja por cualesquiera circunstancia SEA COCINADO A FUEGO LENTO EN PLAZA MAYOR para disfrute y entretenimiento del personal.
Por cierto, la Cançó del Lladre es preciosa, una hermosa canción popular catalana. Serrat la canta maravillosamente y a comienzos el siglo XX Miguel Llobet hizo un arreglo íntimo y redondo para guitarra sola.
Nada que ver con toda esta merda.
lunes, 26 de enero de 2015
Menin aeide, thea...
Y de repente, Grecia. Allí donde todo comenzó, donde salimos por primera vez del barro animal y dejamos de ser bestias vociferantes. La cuna de la democracia, de la lógica, de la ciencia, del pensamiento occidental.
Viejos decrépitos que en Europa os aferráis a vuestras miserias y estáis dispuestos a matar a quien sea para que cuadren vuestras cuentas de mierda, ¡ha llegado vuestra hora!
¿Queríais latinoamericanizar el sur de Europa con vuestras normativas y vuestras hojas de cálculo? Ahí tenéis, Uriahs Heep de la vida. La gente se echa al monte porque no habéis dejado otra opción, manga de HDP.
Destrozando la vida de millones de personas, eliminando servicios básicos, condenando la educación al atraso y, paralelamente, SIN RENUNCIAR A UN SOLO PRIVILEGIO DE CASTA, gastando pasta en viajes inútiles, cochazos, genuflexos y lo que haga falta. Porque bien que habéis seguido robando a manos llenas en cuanto se ha presentado la ocasión. Tirios y troyanos. Hasta en Izquierda Unida, el partido de toda la vida de los trabajadores y la gente honrada. El fenómeno "Tania" y su hermano "el subvencionao". Un sainete ridículo. Que es que en la familia apenas hablaban y no se enteraban de ná. Ole ahí. Cargándose el partido. Si Carrillo levantara la cabeza...
Aquí ningún político es de la cuerda del ex-presidente de Uruguay, el viejo Múgica, que andaba en su destartalado Volkswagen y renunció a la mayor parte de su sueldo. Qué va. AQUÍ TRINCA HASTA EL CONCEJAL ABUNDIO, que a duras penas terminó la EGB. Hasta personajes de la realeza, con todo pagado de la cuna a la tumba, terminan metiéndose en harina. Confutatis maledictis, flammis acribus addictis…!!!!!!!!
¿Quién ha ido a la cárcel, más allá de la visita mínima de Blesa, por todo el desaguisado bancario, sus créditos absurdos, sus preferentes a abuelos de asilo, sus engaños tipo Caja Madrid, los consejos de las cajas que incluían políticos que se forraron? ¿Alguien ha pagado por todo el daño que hicieron? Qué va. Siguen jugando al golf todos los sábados. Faltaría más. Es más fácil que condenen a un juez o lo destierren de la carrera judicial. Todo da igual.
¿Que una familia entera no puede pagar la luz o el gas? Se les corta el suministro y QUE SE JODAN. Iberdrola, Repsol, Gas Natural y sus amos los bancos no han dejado de ganar un céntimo durante toda la crisis. Es que son LISTOS y han ahorrado para el duro invierno. Han diversificado. El problema de los parias de la tierra es que no diversifican lo suficiente. Las empresas son la cigarra del cuento y las putas hormigas, aquellos seres que han nacido para el dolor, que no van a la ópera, ni al ballet, ni tienen casa de campo ni nada de nada, que se pudran. Si no puede producir ni consumir, ¿para qué coño sirve un ser humano?
Por si éramos pocos, estamos en pleno siglo XXI y aún tenemos reyes, caballos, sotas y todo lo demás. A ver quién era el guapo que le negaba a Urdanga un maletín. POR SER QUIEN SOY. Atraso de siglos.
A ver si va a ser verdad que África empieza en los Pirineos.
ERES en Andalucía por parte del PSOE y el Festival Non-Stop del PP, que es de traca. "Luis, sé fuerte..." Ahora nadie sabe nada. Y son los mismos que convivían en Génova con el susodicho. Me cago en todo lo que se menea.
Si esto fuera Argentina, el lejano sur... ya se sabe. Sistema NISMAN. Luis "el cabrón" ya puede dar gracias de vivir en España o el primo de Luca Brasi, que duerme con los peces, le haría una visita de cortesía.
No sé si lo que más jode es que sean unos chorizos irrecuperables o que roben y mientan de tan mala manera, pensando que la gente de a pie es gilipollas y no se entera. Un niño de 7 años miente mejor.
Europa, continente viejo por antonomasia, tierra de personas con aversión al riesgo, a lo nuevo, por fin empieza a despertar.
Pedro Sánchez, alias el niño bonito que va haciendo amigos por todas partes, ya puede ir tomando nota de lo que le ha sucedido al Pasok. ¿Cuál es la diferencia entre el PSOE y el PP si ambos se han bajado los pantalones ante los poderes reales, es decir, ante el gran poder económico que dicta quién vive y quién muere?
Europa, claro. Muy bien. Todo perfecto. Pero para salvar el euro no se puede quebrar una generación entera. ALEMANIA SE SALVÓ DE PAGAR LA MILLONADA QUE DEBÍA DESPUÉS DE LA SEGUNDA GUERRA. BASTA VER "ALEMANIA AÑO CERO" PARA COMPROBAR EN QUÉ SE CONVIRTIÓ EL PAÍS DE LOS CABEZAS CUADRADAS DESPUÉS DE ADOLFO. Y TODO DIOS LES PERDONÓ PASTA. Ahora van de nuevos ricos y se olvidan de las que pasaron en los años 50 y 60. Qué decir de semejante actitud... Ni pidas a quien pidió ni sirvas a quien sirvió. Ahí es nada.
¿En qué se diferencia un pijo de derechas de un pijo de izquierdas? En nada, me temo. Ambos aspiran a vivir sin pegar golpe y disfrutando de esclavos. País de señoritos...
εις υγεία! Viva Grecia, viva Mikis, viva Irene, viva Zorba, viva Bubulina y viva la madre que me parió!!!!
A la mierda con lo viejo. No sirve para nada.
Que venga, por lo menos, algo DISTINTO. Aunque solo sea por el principio de acción y reacción los viejos partidos tendrán que revisar su discurso en su totalidad. O desaparecerán como los dinosaurios que son.
Viva el pueblo griego y sus SANTOS COJONES!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ¡A bailar en la playa hasta el amanecer!
Viejos decrépitos que en Europa os aferráis a vuestras miserias y estáis dispuestos a matar a quien sea para que cuadren vuestras cuentas de mierda, ¡ha llegado vuestra hora!
¿Queríais latinoamericanizar el sur de Europa con vuestras normativas y vuestras hojas de cálculo? Ahí tenéis, Uriahs Heep de la vida. La gente se echa al monte porque no habéis dejado otra opción, manga de HDP.
Destrozando la vida de millones de personas, eliminando servicios básicos, condenando la educación al atraso y, paralelamente, SIN RENUNCIAR A UN SOLO PRIVILEGIO DE CASTA, gastando pasta en viajes inútiles, cochazos, genuflexos y lo que haga falta. Porque bien que habéis seguido robando a manos llenas en cuanto se ha presentado la ocasión. Tirios y troyanos. Hasta en Izquierda Unida, el partido de toda la vida de los trabajadores y la gente honrada. El fenómeno "Tania" y su hermano "el subvencionao". Un sainete ridículo. Que es que en la familia apenas hablaban y no se enteraban de ná. Ole ahí. Cargándose el partido. Si Carrillo levantara la cabeza...
Aquí ningún político es de la cuerda del ex-presidente de Uruguay, el viejo Múgica, que andaba en su destartalado Volkswagen y renunció a la mayor parte de su sueldo. Qué va. AQUÍ TRINCA HASTA EL CONCEJAL ABUNDIO, que a duras penas terminó la EGB. Hasta personajes de la realeza, con todo pagado de la cuna a la tumba, terminan metiéndose en harina. Confutatis maledictis, flammis acribus addictis…!!!!!!!!
¿Quién ha ido a la cárcel, más allá de la visita mínima de Blesa, por todo el desaguisado bancario, sus créditos absurdos, sus preferentes a abuelos de asilo, sus engaños tipo Caja Madrid, los consejos de las cajas que incluían políticos que se forraron? ¿Alguien ha pagado por todo el daño que hicieron? Qué va. Siguen jugando al golf todos los sábados. Faltaría más. Es más fácil que condenen a un juez o lo destierren de la carrera judicial. Todo da igual.
¿Que una familia entera no puede pagar la luz o el gas? Se les corta el suministro y QUE SE JODAN. Iberdrola, Repsol, Gas Natural y sus amos los bancos no han dejado de ganar un céntimo durante toda la crisis. Es que son LISTOS y han ahorrado para el duro invierno. Han diversificado. El problema de los parias de la tierra es que no diversifican lo suficiente. Las empresas son la cigarra del cuento y las putas hormigas, aquellos seres que han nacido para el dolor, que no van a la ópera, ni al ballet, ni tienen casa de campo ni nada de nada, que se pudran. Si no puede producir ni consumir, ¿para qué coño sirve un ser humano?
Por si éramos pocos, estamos en pleno siglo XXI y aún tenemos reyes, caballos, sotas y todo lo demás. A ver quién era el guapo que le negaba a Urdanga un maletín. POR SER QUIEN SOY. Atraso de siglos.
A ver si va a ser verdad que África empieza en los Pirineos.
ERES en Andalucía por parte del PSOE y el Festival Non-Stop del PP, que es de traca. "Luis, sé fuerte..." Ahora nadie sabe nada. Y son los mismos que convivían en Génova con el susodicho. Me cago en todo lo que se menea.
Si esto fuera Argentina, el lejano sur... ya se sabe. Sistema NISMAN. Luis "el cabrón" ya puede dar gracias de vivir en España o el primo de Luca Brasi, que duerme con los peces, le haría una visita de cortesía.
No sé si lo que más jode es que sean unos chorizos irrecuperables o que roben y mientan de tan mala manera, pensando que la gente de a pie es gilipollas y no se entera. Un niño de 7 años miente mejor.
Europa, continente viejo por antonomasia, tierra de personas con aversión al riesgo, a lo nuevo, por fin empieza a despertar.
Pedro Sánchez, alias el niño bonito que va haciendo amigos por todas partes, ya puede ir tomando nota de lo que le ha sucedido al Pasok. ¿Cuál es la diferencia entre el PSOE y el PP si ambos se han bajado los pantalones ante los poderes reales, es decir, ante el gran poder económico que dicta quién vive y quién muere?
Europa, claro. Muy bien. Todo perfecto. Pero para salvar el euro no se puede quebrar una generación entera. ALEMANIA SE SALVÓ DE PAGAR LA MILLONADA QUE DEBÍA DESPUÉS DE LA SEGUNDA GUERRA. BASTA VER "ALEMANIA AÑO CERO" PARA COMPROBAR EN QUÉ SE CONVIRTIÓ EL PAÍS DE LOS CABEZAS CUADRADAS DESPUÉS DE ADOLFO. Y TODO DIOS LES PERDONÓ PASTA. Ahora van de nuevos ricos y se olvidan de las que pasaron en los años 50 y 60. Qué decir de semejante actitud... Ni pidas a quien pidió ni sirvas a quien sirvió. Ahí es nada.
¿En qué se diferencia un pijo de derechas de un pijo de izquierdas? En nada, me temo. Ambos aspiran a vivir sin pegar golpe y disfrutando de esclavos. País de señoritos...
εις υγεία! Viva Grecia, viva Mikis, viva Irene, viva Zorba, viva Bubulina y viva la madre que me parió!!!!
A la mierda con lo viejo. No sirve para nada.
Que venga, por lo menos, algo DISTINTO. Aunque solo sea por el principio de acción y reacción los viejos partidos tendrán que revisar su discurso en su totalidad. O desaparecerán como los dinosaurios que son.
Viva el pueblo griego y sus SANTOS COJONES!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ¡A bailar en la playa hasta el amanecer!
viernes, 23 de enero de 2015
El rock de la cárcel
Luis. Así no. Después de esa foto enseñando el dedo índice, esa pose de Lino Ventura, de duro de cine negro, oír esa voz aflautada de tenorino... ¡Qué diría Don Corleone ante semejante fenómeno! ¡Ni Fredo Corleone hablaba así y acabó de esclavo de Moe Greene en Las Vegas!
¿Acaso eventos traumáticos de variada naturaleza podrían modificar la tesitura de las voces? Se entra en ciertos sitios hablando como Barry White y luego, qué importa el después...
¿Acaso eventos traumáticos de variada naturaleza podrían modificar la tesitura de las voces? Se entra en ciertos sitios hablando como Barry White y luego, qué importa el después...
miércoles, 21 de enero de 2015
Ya era hora
Tras abonar 200.000 euros en concepto de fianza (una minucia), Luis Bárcenas abandona la cárcel. ¿Qué hacía el ex-tesorero del Partido Popular en un sitio lleno de chorizos, drogadictos, asesinos y violadores? Poco hay que rascar. Su lugar no está ahí. Bárcenas pertenece al mundo de la política, los grandes tejemanejes.
Cuanto antes. "Luis el Cabrón" debe regresar a la política activa y, ante la amenaza filocubana y chavista, puede ser un gran revulsivo para el PP. España necesita gente decidida.
Cojones es lo que hace falta en este país. Miuras.
Bárcenas, más Bárcenas. Y Aguirre en el Ministerio del Interior.
Cuanto antes. "Luis el Cabrón" debe regresar a la política activa y, ante la amenaza filocubana y chavista, puede ser un gran revulsivo para el PP. España necesita gente decidida.
Cojones es lo que hace falta en este país. Miuras.
Bárcenas, más Bárcenas. Y Aguirre en el Ministerio del Interior.
lunes, 19 de enero de 2015
La salvación
A saber a cuántos habrá salvado el mate. Más de uno no se suicidó porque todavía tenía yerba y agua en el termo. Santo remedio.
jueves, 15 de enero de 2015
La misma lluvia
Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres.
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lunes, 12 de enero de 2015
A los que sueñan día y noche
Comparto uno de mis cuentos favoritos de Jorge Luis Borges, "Las ruinas circulares", un Golem porteño. Los ecos del pensamiento de Berkeley: la concepción del mundo y la realidad como un producto mental. Publicado por vez primera en la revista Sur en diciembre de 1940, mientras Europa estaba en plena guerra. Alemania había ocupado el continente e Inglaterra resistía en solitario. Por cierto, muy recomendable la película "The Imitation Game" (en España se ha estrenado con el nombre "Descifrando Enigma", pero conviene verla en versión original), sobre las proezas de Alan Türing y su equipo. Una obra fina.
Las ruinas circulares
Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra. Lo cierto es que el hombre gris besó el fango, repechó la ribera sin apartar (probablemente, sin sentir) las cortaderas que le dilaceraban las carnes y se arrastró, mareado y ensangrentado, hasta el recinto circular que corona un tigre o caballo de piedra, que tuvo alguna vez el color del fuego y ahora el de la ceniza. Ese redondel es un templo que devoraron los incendios antiguos, que la selva palúdica ha profanado y cuyo dios no recibe honor de los hombres. El forastero se tendió bajo el pedestal. Lo despertó el sol alto. Comprobó sin asombro que las heridas habían cicatrizado; cerró los ojos pálidos y durmió, no por flaqueza de la carne sino por determinación de la voluntad. Sabía que ese templo era el lugar que requería su invencible propósito; sabía que los árboles incesantes no habían logrado estrangular, río abajo, las ruinas de otro templo propicio, también de dioses incendiados y muertos; sabía que su inmediata obligación era el sueño. Hacia la medianoche lo despertó el grito inconsolable de un pájaro. Rastros de pies descalzos, unos higos y un cántaro le advirtieron que los hombres de la región habían espiado con respeto su sueño y solicitaban su amparo o temían su magia. Sintió el frío del miedo y buscó en la muralla dilapidada un nicho sepulcral y se tapó con hojas desconocidas.
El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma; si alguien le hubiera preguntado su propio nombre o cualquier rasgo de su vida anterior, no habría acertado a responder. Le convenía el templo inhabitado y despedazado, porque era un mínimo de mundo visible; la cercanía de los leñadores también, porque éstos se encargaban de subvenir a sus necesidades frugales. El arroz y las frutas de su tributo eran pábulo suficiente para su cuerpo, consagrado a la única tarea de dormir y soñar.
Al principio, los sueños eran caóticos; poco después, fueron de naturaleza dialéctica. El forastero se soñaba en el centro de un anfiteatro circular que era de algún modo el templo incendiado: nubes de alumnos taciturnos fatigaban las gradas; las caras de los últimos pendían a muchos siglos de distancia y a una altura estelar, pero eran del todo precisas. El hombre les dictaba lecciones de anatomía, de cosmografía, de magia: los rostros escuchaban con ansiedad y procuraban responder con entendimiento, como si adivinaran la importancia de aquel examen, que redimiría a uno de ellos de su condición de vana apariencia y lo interpolaría en el mundo real. El hombre, en el sueño y en la vigilia, consideraba las respuestas de sus fantasmas, no se dejaba embaucar por los impostores, adivinaba en ciertas perplejidades una inteligencia creciente. Buscaba un alma que mereciera participar en el universo.
A las nueve o diez noches comprendió con alguna amargura que nada podía esperar de aquellos alumnos que aceptaban con pasividad su doctrina y sí de aquellos que arriesgaban, a veces, una contradicción razonable. Los primeros, aunque dignos de amor y de buen afecto, no podían ascender a individuos; los últimos preexistían un poco más. Una tarde (ahora también las tardes eran tributarias del sueño, ahora no velaba sino un par de horas en el amanecer) licenció para siempre el vasto colegio ilusorio y se quedó con un solo alumno. Era un muchacho taciturno, cetrino, díscolo a veces, de rasgos afilados que repetían los de su soñador. No lo desconcertó por mucho tiempo la brusca eliminación de los condiscípulos; su progreso, al cabo de unas pocas lecciones particulares, pudo maravillar al maestro. Sin embargo, la catástrofe sobrevino. El hombre, un día, emergió del sueño como de un desierto viscoso, miró la vana luz de la tarde que al pronto confundió con la aurora y comprendió que no había soñado. Toda esa noche y todo el día, la intolerable lucidez del insomnio se abatió contra él. Quiso explorar la selva, extenuarse; apenas alcanzó entre la cicuta unas rachas de sueño débil, veteadas fugazmente de visiones de tipo rudimental: inservibles. Quiso congregar el colegio y apenas hubo articulado unas breves palabras de exhortación, éste se deformó, se borró. En la casi perpetua vigilia, lágrimas de ira le quemaban los viejos ojos.
Comprendió que el empeño de modelar la materia incoherente y vertiginosa de que se componen los sueños es el más arduo que puede acometer un varón, aunque penetre todos los enigmas del orden superior y del inferior: mucho más arduo que tejer una cuerda de arena o que amonedar el viento sin cara. Comprendió que un fracaso inicial era inevitable. Juró olvidar la enorme alucinación que lo había desviado al principio y buscó otro método de trabajo. Antes de ejercitarlo, dedicó un mes a la reposición de las fuerzas que había malgastado el delirio. Abandonó toda premeditación de soñar y casi acto continuo logró dormir un trecho razonable del día. Las raras veces que soñó durante ese período, no reparó en los sueños. Para reanudar la tarea, esperó que el disco de la luna fuera perfecto. Luego, en la tarde, se purificó en las aguas del río, adoró los dioses planetarios, pronunció las sílabas lícitas de un nombre poderoso y durmió. Casi inmediatamente, soñó con un corazón que latía.
Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado, color granate en la penumbra de un cuerpo humano aun sin cara ni sexo; con minucioso amor lo soñó, durante catorce lúcidas noches. Cada noche, lo percibía con mayor evidencia. No lo tocaba: se limitaba a atestiguarlo, a observarlo, tal vez a corregirlo con la mirada. Lo percibía, lo vivía, desde muchas distancias y muchos ángulos. La noche catorcena rozó la arteria pulmonar con el índice y luego todo el corazón, desde afuera y adentro. El examen lo satisfizo. Deliberadamente no soñó durante una noche: luego retomó el corazón, invocó el nombre de un planeta y emprendió la visión de otro de los órganos principales. Antes de un año llegó al esqueleto, a los párpados. El pelo innumerable fue tal vez la tarea más difícil. Soñó un hombre íntegro, un mancebo, pero éste no se incorporaba ni hablaba ni podía abrir los ojos. Noche tras noche, el hombre lo soñaba dormido.
En las cosmogonías gnósticas, los demiurgos amasan un rojo Adán que no logra ponerse de pie; tan inhábil y rudo y elemental como ese Adán de polvo era el Adán de sueño que las noches del mago habían fabricado. Una tarde, el hombre casi destruyó toda su obra, pero se arrepintió. (Más le hubiera valido destruirla.) Agotados los votos a los númenes de la tierra y del río, se arrojó a los pies de la efigie que tal vez era un tigre y tal vez un potro, e imploró su desconocido socorro. Ese crepúsculo, soñó con la estatua. La soñó viva, trémula: no era un atroz bastardo de tigre y potro, sino a la vez esas dos criaturas vehementes y también un toro, una rosa, una tempestad. Ese múltiple dios le reveló que su nombre terrenal era Fuego, que en ese templo circular (y en otros iguales) le habían rendido sacrificios y culto y que mágicamente animaría al fantasma soñado, de suerte que todas las criaturas, excepto el Fuego mismo y el soñador, lo pensaran un hombre de carne y hueso. Le ordenó que una vez instruido en los ritos, lo enviaría al otro templo despedazado cuyas pirámides persisten aguas abajo, para que alguna voz lo glorificara en aquel edificio desierto. En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó.
El mago ejecutó esas órdenes. Consagró un plazo (que finalmente abarcó dos años) a descubrirle los arcanos del universo y del culto del fuego. Íntimamente, le dolía apartarse de él. Con el pretexto de la necesidad pedagógica, dilataba cada día las horas dedicadas al sueño. También rehizo el hombro derecho, acaso deficiente. A veces, lo inquietaba una impresión de que ya todo eso había acontecido... En general, sus días eran felices; al cerrar los ojos pensaba: Ahora estaré con mi hijo. O, más raramente: El hijo que he engendrado me espera y no existirá si no voy.
Gradualmente, lo fue acostumbrando a la realidad. Una vez le ordenó que embanderara una cumbre lejana. Al otro día, flameaba la bandera en la cumbre. Ensayó otros experimentos análogos, cada vez más audaces. Comprendió con cierta amargura que su hijo estaba listo para nacer -y tal vez impaciente. Esa noche lo besó por primera vez y lo envió al otro templo cuyos despojos blanqueaban río abajo, a muchas leguas de inextricable selva y de ciénaga. Antes (para que no supiera nunca que era un fantasma, para que se creyera un hombre como los otros) le infundió el olvido total de sus años de aprendizaje.
Su victoria y su paz quedaron empañadas de hastío. En los crepúsculos de la tarde y del alba, se prosternaba ante la figura de piedra, tal vez imaginando que su hijo irreal ejecutaba idénticos ritos, en otras ruinas circulares, aguas abajo; de noche no soñaba, o soñaba como lo hacen todos los hombres. Percibía con cierta palidez los sonidos y formas del universo: el hijo ausente se nutría de esas disminuciones de su alma. El propósito de su vida estaba colmado; el hombre persistió en una suerte de éxtasis. Al cabo de un tiempo que ciertos narradores de su historia prefieren computar en años y otros en lustros, lo despertaron dos remeros a medianoche: no pudo ver sus caras, pero le hablaron de un hombre mágico en un templo del Norte, capaz de hollar el fuego y de no quemarse. El mago recordó bruscamente las palabras del dios. Recordó que de todas las criaturas que componen el orbe, el fuego era la única que sabía que su hijo era un fantasma. Ese recuerdo, apaciguador al principio, acabó por atormentarlo. Temió que su hijo meditara en ese privilegio anormal y descubriera de algún modo su condición de mero simulacro. No ser un hombre, ser la proyección del sueño de otro hombre ¡qué humillación incomparable, qué vértigo! A todo padre le interesan los hijos que ha procreado (que ha permitido) en una mera confusión o felicidad; es natural que el mago temiera por el porvenir de aquel hijo, pensado entraña por entraña y rasgo por rasgo, en mil y una noches secretas.
El término de sus cavilaciones fue brusco, pero lo prometieron algunos signos. Primero (al cabo de una larga sequía) una remota nube en un cerro, liviana como un pájaro; luego, hacia el Sur, el cielo que tenía el color rosado de la encía de los leopardos; luego las humaredas que herrumbraron el metal de las noches; después la fuga pánica de las bestias. Porque se repitió lo acontecido hace muchos siglos. Las ruinas del santuario del dios del fuego fueron destruidas por el fuego. En un alba sin pájaros el mago vio cernirse contra los muros el incendio concéntrico. Por un instante, pensó refugiarse en las aguas, pero luego comprendió que la muerte venía a coronar su vejez y a absolverlo de sus trabajos. Caminó contra los jirones de fuego. Éstos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.
Las ruinas circulares
Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra. Lo cierto es que el hombre gris besó el fango, repechó la ribera sin apartar (probablemente, sin sentir) las cortaderas que le dilaceraban las carnes y se arrastró, mareado y ensangrentado, hasta el recinto circular que corona un tigre o caballo de piedra, que tuvo alguna vez el color del fuego y ahora el de la ceniza. Ese redondel es un templo que devoraron los incendios antiguos, que la selva palúdica ha profanado y cuyo dios no recibe honor de los hombres. El forastero se tendió bajo el pedestal. Lo despertó el sol alto. Comprobó sin asombro que las heridas habían cicatrizado; cerró los ojos pálidos y durmió, no por flaqueza de la carne sino por determinación de la voluntad. Sabía que ese templo era el lugar que requería su invencible propósito; sabía que los árboles incesantes no habían logrado estrangular, río abajo, las ruinas de otro templo propicio, también de dioses incendiados y muertos; sabía que su inmediata obligación era el sueño. Hacia la medianoche lo despertó el grito inconsolable de un pájaro. Rastros de pies descalzos, unos higos y un cántaro le advirtieron que los hombres de la región habían espiado con respeto su sueño y solicitaban su amparo o temían su magia. Sintió el frío del miedo y buscó en la muralla dilapidada un nicho sepulcral y se tapó con hojas desconocidas.
El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma; si alguien le hubiera preguntado su propio nombre o cualquier rasgo de su vida anterior, no habría acertado a responder. Le convenía el templo inhabitado y despedazado, porque era un mínimo de mundo visible; la cercanía de los leñadores también, porque éstos se encargaban de subvenir a sus necesidades frugales. El arroz y las frutas de su tributo eran pábulo suficiente para su cuerpo, consagrado a la única tarea de dormir y soñar.
Al principio, los sueños eran caóticos; poco después, fueron de naturaleza dialéctica. El forastero se soñaba en el centro de un anfiteatro circular que era de algún modo el templo incendiado: nubes de alumnos taciturnos fatigaban las gradas; las caras de los últimos pendían a muchos siglos de distancia y a una altura estelar, pero eran del todo precisas. El hombre les dictaba lecciones de anatomía, de cosmografía, de magia: los rostros escuchaban con ansiedad y procuraban responder con entendimiento, como si adivinaran la importancia de aquel examen, que redimiría a uno de ellos de su condición de vana apariencia y lo interpolaría en el mundo real. El hombre, en el sueño y en la vigilia, consideraba las respuestas de sus fantasmas, no se dejaba embaucar por los impostores, adivinaba en ciertas perplejidades una inteligencia creciente. Buscaba un alma que mereciera participar en el universo.
A las nueve o diez noches comprendió con alguna amargura que nada podía esperar de aquellos alumnos que aceptaban con pasividad su doctrina y sí de aquellos que arriesgaban, a veces, una contradicción razonable. Los primeros, aunque dignos de amor y de buen afecto, no podían ascender a individuos; los últimos preexistían un poco más. Una tarde (ahora también las tardes eran tributarias del sueño, ahora no velaba sino un par de horas en el amanecer) licenció para siempre el vasto colegio ilusorio y se quedó con un solo alumno. Era un muchacho taciturno, cetrino, díscolo a veces, de rasgos afilados que repetían los de su soñador. No lo desconcertó por mucho tiempo la brusca eliminación de los condiscípulos; su progreso, al cabo de unas pocas lecciones particulares, pudo maravillar al maestro. Sin embargo, la catástrofe sobrevino. El hombre, un día, emergió del sueño como de un desierto viscoso, miró la vana luz de la tarde que al pronto confundió con la aurora y comprendió que no había soñado. Toda esa noche y todo el día, la intolerable lucidez del insomnio se abatió contra él. Quiso explorar la selva, extenuarse; apenas alcanzó entre la cicuta unas rachas de sueño débil, veteadas fugazmente de visiones de tipo rudimental: inservibles. Quiso congregar el colegio y apenas hubo articulado unas breves palabras de exhortación, éste se deformó, se borró. En la casi perpetua vigilia, lágrimas de ira le quemaban los viejos ojos.
Comprendió que el empeño de modelar la materia incoherente y vertiginosa de que se componen los sueños es el más arduo que puede acometer un varón, aunque penetre todos los enigmas del orden superior y del inferior: mucho más arduo que tejer una cuerda de arena o que amonedar el viento sin cara. Comprendió que un fracaso inicial era inevitable. Juró olvidar la enorme alucinación que lo había desviado al principio y buscó otro método de trabajo. Antes de ejercitarlo, dedicó un mes a la reposición de las fuerzas que había malgastado el delirio. Abandonó toda premeditación de soñar y casi acto continuo logró dormir un trecho razonable del día. Las raras veces que soñó durante ese período, no reparó en los sueños. Para reanudar la tarea, esperó que el disco de la luna fuera perfecto. Luego, en la tarde, se purificó en las aguas del río, adoró los dioses planetarios, pronunció las sílabas lícitas de un nombre poderoso y durmió. Casi inmediatamente, soñó con un corazón que latía.
Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado, color granate en la penumbra de un cuerpo humano aun sin cara ni sexo; con minucioso amor lo soñó, durante catorce lúcidas noches. Cada noche, lo percibía con mayor evidencia. No lo tocaba: se limitaba a atestiguarlo, a observarlo, tal vez a corregirlo con la mirada. Lo percibía, lo vivía, desde muchas distancias y muchos ángulos. La noche catorcena rozó la arteria pulmonar con el índice y luego todo el corazón, desde afuera y adentro. El examen lo satisfizo. Deliberadamente no soñó durante una noche: luego retomó el corazón, invocó el nombre de un planeta y emprendió la visión de otro de los órganos principales. Antes de un año llegó al esqueleto, a los párpados. El pelo innumerable fue tal vez la tarea más difícil. Soñó un hombre íntegro, un mancebo, pero éste no se incorporaba ni hablaba ni podía abrir los ojos. Noche tras noche, el hombre lo soñaba dormido.
En las cosmogonías gnósticas, los demiurgos amasan un rojo Adán que no logra ponerse de pie; tan inhábil y rudo y elemental como ese Adán de polvo era el Adán de sueño que las noches del mago habían fabricado. Una tarde, el hombre casi destruyó toda su obra, pero se arrepintió. (Más le hubiera valido destruirla.) Agotados los votos a los númenes de la tierra y del río, se arrojó a los pies de la efigie que tal vez era un tigre y tal vez un potro, e imploró su desconocido socorro. Ese crepúsculo, soñó con la estatua. La soñó viva, trémula: no era un atroz bastardo de tigre y potro, sino a la vez esas dos criaturas vehementes y también un toro, una rosa, una tempestad. Ese múltiple dios le reveló que su nombre terrenal era Fuego, que en ese templo circular (y en otros iguales) le habían rendido sacrificios y culto y que mágicamente animaría al fantasma soñado, de suerte que todas las criaturas, excepto el Fuego mismo y el soñador, lo pensaran un hombre de carne y hueso. Le ordenó que una vez instruido en los ritos, lo enviaría al otro templo despedazado cuyas pirámides persisten aguas abajo, para que alguna voz lo glorificara en aquel edificio desierto. En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó.
El mago ejecutó esas órdenes. Consagró un plazo (que finalmente abarcó dos años) a descubrirle los arcanos del universo y del culto del fuego. Íntimamente, le dolía apartarse de él. Con el pretexto de la necesidad pedagógica, dilataba cada día las horas dedicadas al sueño. También rehizo el hombro derecho, acaso deficiente. A veces, lo inquietaba una impresión de que ya todo eso había acontecido... En general, sus días eran felices; al cerrar los ojos pensaba: Ahora estaré con mi hijo. O, más raramente: El hijo que he engendrado me espera y no existirá si no voy.
Gradualmente, lo fue acostumbrando a la realidad. Una vez le ordenó que embanderara una cumbre lejana. Al otro día, flameaba la bandera en la cumbre. Ensayó otros experimentos análogos, cada vez más audaces. Comprendió con cierta amargura que su hijo estaba listo para nacer -y tal vez impaciente. Esa noche lo besó por primera vez y lo envió al otro templo cuyos despojos blanqueaban río abajo, a muchas leguas de inextricable selva y de ciénaga. Antes (para que no supiera nunca que era un fantasma, para que se creyera un hombre como los otros) le infundió el olvido total de sus años de aprendizaje.
Su victoria y su paz quedaron empañadas de hastío. En los crepúsculos de la tarde y del alba, se prosternaba ante la figura de piedra, tal vez imaginando que su hijo irreal ejecutaba idénticos ritos, en otras ruinas circulares, aguas abajo; de noche no soñaba, o soñaba como lo hacen todos los hombres. Percibía con cierta palidez los sonidos y formas del universo: el hijo ausente se nutría de esas disminuciones de su alma. El propósito de su vida estaba colmado; el hombre persistió en una suerte de éxtasis. Al cabo de un tiempo que ciertos narradores de su historia prefieren computar en años y otros en lustros, lo despertaron dos remeros a medianoche: no pudo ver sus caras, pero le hablaron de un hombre mágico en un templo del Norte, capaz de hollar el fuego y de no quemarse. El mago recordó bruscamente las palabras del dios. Recordó que de todas las criaturas que componen el orbe, el fuego era la única que sabía que su hijo era un fantasma. Ese recuerdo, apaciguador al principio, acabó por atormentarlo. Temió que su hijo meditara en ese privilegio anormal y descubriera de algún modo su condición de mero simulacro. No ser un hombre, ser la proyección del sueño de otro hombre ¡qué humillación incomparable, qué vértigo! A todo padre le interesan los hijos que ha procreado (que ha permitido) en una mera confusión o felicidad; es natural que el mago temiera por el porvenir de aquel hijo, pensado entraña por entraña y rasgo por rasgo, en mil y una noches secretas.
El término de sus cavilaciones fue brusco, pero lo prometieron algunos signos. Primero (al cabo de una larga sequía) una remota nube en un cerro, liviana como un pájaro; luego, hacia el Sur, el cielo que tenía el color rosado de la encía de los leopardos; luego las humaredas que herrumbraron el metal de las noches; después la fuga pánica de las bestias. Porque se repitió lo acontecido hace muchos siglos. Las ruinas del santuario del dios del fuego fueron destruidas por el fuego. En un alba sin pájaros el mago vio cernirse contra los muros el incendio concéntrico. Por un instante, pensó refugiarse en las aguas, pero luego comprendió que la muerte venía a coronar su vejez y a absolverlo de sus trabajos. Caminó contra los jirones de fuego. Éstos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.
La donna
Hay gente que no puede morir, escenas que iluminan vidas, sueños, pasos. Se quedan para siempre con nosotros. 1981. Primeras experiencias lejos de casa. Verano madrileño. Cine en la calle Rosales. Dieciséis años, recuerdo el calor de la noche, el paseo por el barrio intentando fumar, torpemente. Ha pasado tanto tiempo...
Anita Eckberg y Marcello Mastroianni son un trozo de mi historia. Si vais a Roma, una noche cualquiera, alcanzaréis a verlos.
Ascoltate questi ragazzi...
Anita Eckberg y Marcello Mastroianni son un trozo de mi historia. Si vais a Roma, una noche cualquiera, alcanzaréis a verlos.
Ascoltate questi ragazzi...
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sábado, 10 de enero de 2015
Encrucijada
En "El nombre de la rosa", Umberto Eco refiere las tribulaciones de Guillermo de Baskerville (alter ego de Sherlock Holmes) y su discípulo Adso de Melk intentando resolver una serie de misteriosas muertes que se producen en una solitaria abadía benedictina.
Corría el año 1327 de la era cristiana, tiempos duros de ignorancia, pestes, hambrunas y noches oscuras del alma. Aún faltaban décadas para el Renacimiento. Roma quedaba demasiado lejos y la cultura clásica sobrevivía en los monasterios. Un mundo desdibujado, justo antes del amanecer, esa hora de dudas profundas.
Precisamente, la novela de Eco gira en torno a un libro envenenado que se creía perdido: el segundo libro de la Poética de Aristóteles. De hecho, la base es histórica. Se sabe que Aristóteles escribió sobre la comedia y la risa pero dicho trabajo no ha llegado hasta nosotros. Conocemos las opiniones del preceptor de Alejandro Magno por comentarios de terceras personas.
Los guardianes de la ortodoxia ven con malos ojos la risa, ya que uno empieza por reírse de sí mismo, sigue con los demás y quién sabe dónde puede acabar. Tal vez riéndose de las religiones. Un peligro a controlar y exterminar. ¡A la hoguera! Estamos en los comienzos del siglo XIV, hay que entender el contexto.
Ahora saltamos al siglo XXI. 2015. Los recientes acontecimientos de París nos vuelven a enfrentar a la intolerancia ciega.
La risa nos diferencia de los animales. Se trata de una facultad superior. La gente más estúpida con la que me he topado en la vida carece absolutamente de sentido del humor. Habla de cosas como "el honor", "la virtud", "el orgullo" y pisa cráneos sin contemplaciones. No entiende el perdón porque no entra en su granítica testa ni sabe pedir disculpas. Actúa sin ninguna clase de remordimientos.
Imaginemos un tipo con el riñón bien forrado al que le han extirpado el sentido del humor. Su nombre, Primitivo.
Primitivo es tan, pero tan pobre que solo tiene dinero. Mucho más del que puede gastar en vida. Toda la vida trabajando como una mula para acumular dinero y propiedades, bestializándose en grado sumo sin la más mínima consciencia de que para cruzar la Estigia todo eso le sobra. Se lo va a tener que dejar a sus vástagos. Le guste o no. Hay una cosa llamada "la legítima", Primi. ¡Ni siquiera puede desheredar del todo a los descendientes con criterio propio que no le hablan desde hace años! (risas)
Pero eso no es todo: mientras Primitivo viva, tampoco tiene en qué gastar. Es tan bestia que carece de la formación mínima como para apreciar las grandes creaciones de la humanidad. Tiene la sensibilidad de Millán Astray. ¿Acaso Primi lee a Thomas Mann, viaja a Bayreuth, paladea Florencia, se emociona con Mahler o Thelonious Monk, discute hasta altas horas sobre Schopenhauer, prueba viandas exquisitas, viste en las mejores sastrerías de Londres, es un sofisticado bon vivant en toda la extensión de la expresión? Qué va... ¡Jamás oyó hablar de todos ellos! Confundiría a Mahler con una marca de cerveza de Lidl, a Schopenhauer con un jugador del Bayern y a Mann con un queso. Piensa que Thelonious Monk juega en la NBA. Es un simple palurdo con pasta. Tierra que anda.
Un caso singular. Su existencia funciona como un faro, ya que representa todo aquello que el ser humano no debería ser jamás. Un error de la evolución. El eslabón perdido. Un hombrecillo ignorado por la antropología actual. Por insignificante. Desde un punto de vista existencial, mucho más pequeño que el Homo Floriensis. Su cortocircuitado cerebro solo es capaz de lidiar con operaciones simples: "Estás conmigo o contra mí". Puede hacer daño a quien se le ponga por delante, obligando a su grupo familiar a adoptar una postura absoluta y empobrecedora. Tiene la profundidad de un estanque. Un vuelo gallináceo, un triste diablo de Tasmania vociferante y de puñetazo en la mesa. Un babuino. Monstrum in fronte et monstrum in animo. Bípedo implume al reverendo pedo.
Primitivo cuenta con un harén muy limitado, escasos familiares directos que sobrevuelan la patética escena esperando atacar en picado cuando suceda lo inevitable. Pretendidos acólitos pelotas acríticos que callan y otorgan soñando heredar. Herencias tengáis, miserables y os saquéis los ojos de la cara... Es una pena que Darwin no llegara a conocer a Primi. Lo que se habría reído en el pub.
El chiste es que el trozo de carne con dos ojos reventará lo suficientemente tarde como para que todos los que le doran la píldora y soportan su carácter de mierda también sean viejos cuando trinquen. Tampoco tendrán tiempo de hacer nada con todo ello. Cagarán fuego en un santiamén (risas). Y la historia se repetirá una y otra vez.
Pero incluso así, este payaso carente de cualquier clase de interés por sí mismo, cuya existencia en términos teológicos solo se explica porque en la viña del Señor TIENE QUE HABER DE TODO, cumple una noble función. ¡Nos hace reír a diario!
Occidente ha hecho un largo camino desde el siglo XIV hasta aquí. Hemos superado guerras de cien años, de treinta años, guerras fratricidas, guerras de exterminio. Fuimos los primeros en bombardear ciudades indefensas. Nuestros científicos pusieron todo su empeño en buscar sistemas mejores y más rápidos de eliminar seres humanos. "Procesarlos" cabría decir. Del escape invertido de los camiones al gas Zyklon B. El Himmelweg. La negación de cualquier clase de piedad. La muerte de Dios.
Como occidentales hemos de responder de todos esos crímenes, así como de los cometidos en las distintas colonizaciones que, disfrazadas de dominio económico, alcanzan nuestros días.
Sin embargo, de alguna manera, hemos creado una civilización en la que caben palabras como "tolerancia", "comprensión" o "aceptación". Enemigos irreconciliables hoy se sientan a la mesa y tratan de resolver sus diferencias mediante el diálogo. Personas de todo el mundo acuden a Europa en busca de una oportunidad.
Francia. Cuna de la libertad. Primer lugar del mundo donde se soñó un mundo distinto, a la medida del ser humano. Primero la ideas, luego la realidad. Voltaire, Rousseau, Montesquieu. La Enciclopedia. La ciencia que se abre paso después de siglos superstición y frío. Masas que se alzan y toman prisiones, palacios, reductos de elegidos. Poniendo el pecho a las balas, sacrificando a sus hijos. Una Revolución que ilumina al mundo, que alcanza América, que el propio Napoléon extiende a sangre y fuego en una Europa feudal. A pesar de la contrarrevolución, ya nunca nada volvería a ser igual. España, como siempre, algunas décadas por detrás, pero ahí está Cádiz 1812. A pesar de los pesares y los cuervos negros.
París, la ciudad que ha iluminado generaciones de creadores de todas las disciplinas. Ahora golpeada en lo más íntimo. ¿Prohibir el humor? ¿Acaso no es permanente la burla y los chistes sobre curas, sobre rabinos, sobre las diferencias culturales y sobre los anacronismos de los distintos cultos? ¿Hemos de volver a los tiempos de la censura?
¿Cómo gestionar la idea del multiculturalismo a la luz de los recientes -y no tan recientes- acontecimientos? ¿Una sociedad abierta que admite en su seno personas dispuestas a destruir lo que se ponga por delante con una crueldad ilimitada? Dispuestos a saltarse cualquier medida de proporcionalidad.
En ocasiones se habla del final de ETA como un fenómeno derivado de la presión policial. Las propias contradicciones internas y la conciencia de la inutilidad de su lucha también cumplirían su parte. Pero, ¿acaso no cabría considerar el salto cuántico que suponen los atentados del 11M en Madrid como una especie de sentencia de muerte de la banda? Porque si, a pesar de las barbaridades cometidas en su medio siglo de existencia, a ETA se le hubiese ocurrido empezar a volar trenes con cientos de trabajadores y estudiantes a bordo, aquí habría ardido Troya. Y ojo, que Hipercor o la voladura de la casa cuartel de Zaragoza apuntaban en esa dirección de barbarie.
La dialéctica del terror presupone que el ciudadano medio está demasiado idiotizado por su alienante trabajo (eso cuando hay) y cinco horas de televisión diarias como para conmoverse. Entonces decide subir las apuestas. Si en la mesa se aceptan fichas de hasta 100, ellos arrojan un par de cientos de millones. Para que te enteres, para que te acojones.
Se trata de un terreno muy pantanoso. ¿Acaso un muerto tiene menos valor que otro? No, en absoluto. Nunca. Cuando la aviación aliada decidió bombardear Dresde y sumirla en una tormenta de fuego que asesinó a cerca de 100.000 civiles, la Segunda Guerra Mundial estaba más que ganada. No hacía falta. Fue una especie de venganza por Londres 1941. Totalmente desproporcionada. Una bestialidad gratuita. Como lo fue la segunda bomba atómica arrojada sobre Nagasaki (la primera también lo fue, pero los mandos estadounidenses se enfrentaban al dilema de invadir Japón a sangre y fuego en tiempos de kamikazes).
Tras una historia truculenta, hemos logrado superar la pena de muerte, hablamos de reinserción, del mal como subproducto de la ignorancia. Hemos abierto fronteras interiores entre pueblos que hace cien años se lanzaban gas mostaza.
¿Qué debemos hacer? ¿Qué cabe esperar? ¿Qué valores hemos de defender de forma irrenunciable? ¿Dónde están las voces de los moderados en los países musulmanes, aquellos que quieren vivir en paz, alzarse para controlar a su propia gente? ¿Ha habido manifestaciones multitudinarias en El Cairo, en Beirut, en Rabat defendiendo la libertad de expresión y el derecho del ser humano a vivir independientemente de sus ideas? Claro que para poder defender la libertad de expresión previamente debería existir la libertad de expresión. Un problema en bucle. Durante años, ETA y su entorno sumaban un universo de aproximadamente 300.000 personas, pero la sociedad española supo aislarlos como un cáncer y sobre ellos cayó todo el peso de la ley.
Cosas como la matanza de Charlie Hebdo, los relatos de la consciente resignación de su director, que prefería morir de pie a vivir de rodillas, te hielan la sangre. Te dejan en un estado de incredulidad como si un meteorito hubiera vuelto a impactar Yucatán. Heraldos negros.
¿Qué será lo próximo?
Me encantaría oír las voces de la izquierda -la derecha ya sé lo que pretende hacer. Son sota, caballo y rey. A ver esos cráneos privilegiados, carne de beca universitaria, que acumulan doctorados y honores. Ideas bienvenidas. Porque siempre les he oído hablar de comprensión y buenismo. Ole. Me encanta el buenismo, pero parece escasamente eficaz. Hace falta hilar más fino.
Con coletas o sin ellas. Esos mismos que hablan de la multiculturalidad, de aceptar al otro tal como es. Porque si el OTRO quiere exterminarnos como civilización y al mismo tiempo carece de sentido del humor, me parece que tenemos un problema.
Corría el año 1327 de la era cristiana, tiempos duros de ignorancia, pestes, hambrunas y noches oscuras del alma. Aún faltaban décadas para el Renacimiento. Roma quedaba demasiado lejos y la cultura clásica sobrevivía en los monasterios. Un mundo desdibujado, justo antes del amanecer, esa hora de dudas profundas.
Precisamente, la novela de Eco gira en torno a un libro envenenado que se creía perdido: el segundo libro de la Poética de Aristóteles. De hecho, la base es histórica. Se sabe que Aristóteles escribió sobre la comedia y la risa pero dicho trabajo no ha llegado hasta nosotros. Conocemos las opiniones del preceptor de Alejandro Magno por comentarios de terceras personas.
Los guardianes de la ortodoxia ven con malos ojos la risa, ya que uno empieza por reírse de sí mismo, sigue con los demás y quién sabe dónde puede acabar. Tal vez riéndose de las religiones. Un peligro a controlar y exterminar. ¡A la hoguera! Estamos en los comienzos del siglo XIV, hay que entender el contexto.
Ahora saltamos al siglo XXI. 2015. Los recientes acontecimientos de París nos vuelven a enfrentar a la intolerancia ciega.
La risa nos diferencia de los animales. Se trata de una facultad superior. La gente más estúpida con la que me he topado en la vida carece absolutamente de sentido del humor. Habla de cosas como "el honor", "la virtud", "el orgullo" y pisa cráneos sin contemplaciones. No entiende el perdón porque no entra en su granítica testa ni sabe pedir disculpas. Actúa sin ninguna clase de remordimientos.
Imaginemos un tipo con el riñón bien forrado al que le han extirpado el sentido del humor. Su nombre, Primitivo.
Primitivo es tan, pero tan pobre que solo tiene dinero. Mucho más del que puede gastar en vida. Toda la vida trabajando como una mula para acumular dinero y propiedades, bestializándose en grado sumo sin la más mínima consciencia de que para cruzar la Estigia todo eso le sobra. Se lo va a tener que dejar a sus vástagos. Le guste o no. Hay una cosa llamada "la legítima", Primi. ¡Ni siquiera puede desheredar del todo a los descendientes con criterio propio que no le hablan desde hace años! (risas)
Pero eso no es todo: mientras Primitivo viva, tampoco tiene en qué gastar. Es tan bestia que carece de la formación mínima como para apreciar las grandes creaciones de la humanidad. Tiene la sensibilidad de Millán Astray. ¿Acaso Primi lee a Thomas Mann, viaja a Bayreuth, paladea Florencia, se emociona con Mahler o Thelonious Monk, discute hasta altas horas sobre Schopenhauer, prueba viandas exquisitas, viste en las mejores sastrerías de Londres, es un sofisticado bon vivant en toda la extensión de la expresión? Qué va... ¡Jamás oyó hablar de todos ellos! Confundiría a Mahler con una marca de cerveza de Lidl, a Schopenhauer con un jugador del Bayern y a Mann con un queso. Piensa que Thelonious Monk juega en la NBA. Es un simple palurdo con pasta. Tierra que anda.
Un caso singular. Su existencia funciona como un faro, ya que representa todo aquello que el ser humano no debería ser jamás. Un error de la evolución. El eslabón perdido. Un hombrecillo ignorado por la antropología actual. Por insignificante. Desde un punto de vista existencial, mucho más pequeño que el Homo Floriensis. Su cortocircuitado cerebro solo es capaz de lidiar con operaciones simples: "Estás conmigo o contra mí". Puede hacer daño a quien se le ponga por delante, obligando a su grupo familiar a adoptar una postura absoluta y empobrecedora. Tiene la profundidad de un estanque. Un vuelo gallináceo, un triste diablo de Tasmania vociferante y de puñetazo en la mesa. Un babuino. Monstrum in fronte et monstrum in animo. Bípedo implume al reverendo pedo.
Primitivo cuenta con un harén muy limitado, escasos familiares directos que sobrevuelan la patética escena esperando atacar en picado cuando suceda lo inevitable. Pretendidos acólitos pelotas acríticos que callan y otorgan soñando heredar. Herencias tengáis, miserables y os saquéis los ojos de la cara... Es una pena que Darwin no llegara a conocer a Primi. Lo que se habría reído en el pub.
El chiste es que el trozo de carne con dos ojos reventará lo suficientemente tarde como para que todos los que le doran la píldora y soportan su carácter de mierda también sean viejos cuando trinquen. Tampoco tendrán tiempo de hacer nada con todo ello. Cagarán fuego en un santiamén (risas). Y la historia se repetirá una y otra vez.
Pero incluso así, este payaso carente de cualquier clase de interés por sí mismo, cuya existencia en términos teológicos solo se explica porque en la viña del Señor TIENE QUE HABER DE TODO, cumple una noble función. ¡Nos hace reír a diario!
Occidente ha hecho un largo camino desde el siglo XIV hasta aquí. Hemos superado guerras de cien años, de treinta años, guerras fratricidas, guerras de exterminio. Fuimos los primeros en bombardear ciudades indefensas. Nuestros científicos pusieron todo su empeño en buscar sistemas mejores y más rápidos de eliminar seres humanos. "Procesarlos" cabría decir. Del escape invertido de los camiones al gas Zyklon B. El Himmelweg. La negación de cualquier clase de piedad. La muerte de Dios.
Como occidentales hemos de responder de todos esos crímenes, así como de los cometidos en las distintas colonizaciones que, disfrazadas de dominio económico, alcanzan nuestros días.
Sin embargo, de alguna manera, hemos creado una civilización en la que caben palabras como "tolerancia", "comprensión" o "aceptación". Enemigos irreconciliables hoy se sientan a la mesa y tratan de resolver sus diferencias mediante el diálogo. Personas de todo el mundo acuden a Europa en busca de una oportunidad.
Francia. Cuna de la libertad. Primer lugar del mundo donde se soñó un mundo distinto, a la medida del ser humano. Primero la ideas, luego la realidad. Voltaire, Rousseau, Montesquieu. La Enciclopedia. La ciencia que se abre paso después de siglos superstición y frío. Masas que se alzan y toman prisiones, palacios, reductos de elegidos. Poniendo el pecho a las balas, sacrificando a sus hijos. Una Revolución que ilumina al mundo, que alcanza América, que el propio Napoléon extiende a sangre y fuego en una Europa feudal. A pesar de la contrarrevolución, ya nunca nada volvería a ser igual. España, como siempre, algunas décadas por detrás, pero ahí está Cádiz 1812. A pesar de los pesares y los cuervos negros.
París, la ciudad que ha iluminado generaciones de creadores de todas las disciplinas. Ahora golpeada en lo más íntimo. ¿Prohibir el humor? ¿Acaso no es permanente la burla y los chistes sobre curas, sobre rabinos, sobre las diferencias culturales y sobre los anacronismos de los distintos cultos? ¿Hemos de volver a los tiempos de la censura?
¿Cómo gestionar la idea del multiculturalismo a la luz de los recientes -y no tan recientes- acontecimientos? ¿Una sociedad abierta que admite en su seno personas dispuestas a destruir lo que se ponga por delante con una crueldad ilimitada? Dispuestos a saltarse cualquier medida de proporcionalidad.
En ocasiones se habla del final de ETA como un fenómeno derivado de la presión policial. Las propias contradicciones internas y la conciencia de la inutilidad de su lucha también cumplirían su parte. Pero, ¿acaso no cabría considerar el salto cuántico que suponen los atentados del 11M en Madrid como una especie de sentencia de muerte de la banda? Porque si, a pesar de las barbaridades cometidas en su medio siglo de existencia, a ETA se le hubiese ocurrido empezar a volar trenes con cientos de trabajadores y estudiantes a bordo, aquí habría ardido Troya. Y ojo, que Hipercor o la voladura de la casa cuartel de Zaragoza apuntaban en esa dirección de barbarie.
La dialéctica del terror presupone que el ciudadano medio está demasiado idiotizado por su alienante trabajo (eso cuando hay) y cinco horas de televisión diarias como para conmoverse. Entonces decide subir las apuestas. Si en la mesa se aceptan fichas de hasta 100, ellos arrojan un par de cientos de millones. Para que te enteres, para que te acojones.
Se trata de un terreno muy pantanoso. ¿Acaso un muerto tiene menos valor que otro? No, en absoluto. Nunca. Cuando la aviación aliada decidió bombardear Dresde y sumirla en una tormenta de fuego que asesinó a cerca de 100.000 civiles, la Segunda Guerra Mundial estaba más que ganada. No hacía falta. Fue una especie de venganza por Londres 1941. Totalmente desproporcionada. Una bestialidad gratuita. Como lo fue la segunda bomba atómica arrojada sobre Nagasaki (la primera también lo fue, pero los mandos estadounidenses se enfrentaban al dilema de invadir Japón a sangre y fuego en tiempos de kamikazes).
Tras una historia truculenta, hemos logrado superar la pena de muerte, hablamos de reinserción, del mal como subproducto de la ignorancia. Hemos abierto fronteras interiores entre pueblos que hace cien años se lanzaban gas mostaza.
¿Qué debemos hacer? ¿Qué cabe esperar? ¿Qué valores hemos de defender de forma irrenunciable? ¿Dónde están las voces de los moderados en los países musulmanes, aquellos que quieren vivir en paz, alzarse para controlar a su propia gente? ¿Ha habido manifestaciones multitudinarias en El Cairo, en Beirut, en Rabat defendiendo la libertad de expresión y el derecho del ser humano a vivir independientemente de sus ideas? Claro que para poder defender la libertad de expresión previamente debería existir la libertad de expresión. Un problema en bucle. Durante años, ETA y su entorno sumaban un universo de aproximadamente 300.000 personas, pero la sociedad española supo aislarlos como un cáncer y sobre ellos cayó todo el peso de la ley.
Cosas como la matanza de Charlie Hebdo, los relatos de la consciente resignación de su director, que prefería morir de pie a vivir de rodillas, te hielan la sangre. Te dejan en un estado de incredulidad como si un meteorito hubiera vuelto a impactar Yucatán. Heraldos negros.
¿Qué será lo próximo?
Me encantaría oír las voces de la izquierda -la derecha ya sé lo que pretende hacer. Son sota, caballo y rey. A ver esos cráneos privilegiados, carne de beca universitaria, que acumulan doctorados y honores. Ideas bienvenidas. Porque siempre les he oído hablar de comprensión y buenismo. Ole. Me encanta el buenismo, pero parece escasamente eficaz. Hace falta hilar más fino.
Con coletas o sin ellas. Esos mismos que hablan de la multiculturalidad, de aceptar al otro tal como es. Porque si el OTRO quiere exterminarnos como civilización y al mismo tiempo carece de sentido del humor, me parece que tenemos un problema.
miércoles, 7 de enero de 2015
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