miércoles, 27 de mayo de 2015

Aguirre, Esperanza

Representa lo peor de la peor derecha española. Chula hasta decir basta, intolerante, inculta, no respeta a nada ni a nadie. Tiene el aplomo que da el dinero viejo, el saber que siempre caerá de pie, HAGA LO QUE HAGA. Por no respetar, ni siquiera respeta a los "cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado", baluarte inviolable del conservador de pro.

El patético episodio del cajero automático, si hay que tirar la moto de un agente de movilidad en plena Gran Vía, pues se tira, Sara Mago, la operación terrenos del AVE en Guadalajara y su extraña familia (con esa estación que queda tan lejos de la capital que sale más a cuenta ir andando hasta Madrid), etc., etc.

A la derecha, a cierto sector de la derecha, la "Espe" le hace gracia. Mucha gracia. Les encanta que vaya por derecho, cargándose a quien sea. Torera. Incluso con los suyos: el idilio con su compañero de partido Alberto Ruiz Gallardón -el hombre que habría podido reinar si no fuera tan meapilas- hizo historia.

Su lista de amigos es virtualmente infinita. Cifuentes, Relaxing cup of coffee, el propio Rajoy. Conocerla es amarla. La Espe mueve el avispero. La Espe da espectáculo. Donde esté, la derecha sabe que la diversión está asegurada.

Ahora se ofrece para inmolarse en el altar de la Patria y parar a la "izquierda radical". La jueza Carmena. No pasarán. Estos rojos piojosos que se atreven a hablar del lumpenproletariat, de los desahuciados, de aquellas familias que no pueden pagar los servicios básicos y, como es lógico, SE LOS CORTAN. Su catecismo es simple como un cubo: tanto tienes, tanto vales.

Ella. Ella que juega al golf y fue educada en la tradición liberal británica. A ella qué mierda pueden importarle esas ratas de cloaca que han malgastado su vida y ahora no pueden dar de comer a sus hijos. Promiscuos. Tiempo de silencio. ¡Que se mueran!

Llama la atención que, con todo lo que ha caído, Madrid siga votando al PP (a lo que hay sumar ahora su marca blanca: Ciudadanos) de esta manera. Madrid es facha, qué le vamos a hacer.

Que un tipo que vive en La Moraleja y escupe a los humanos de a pie desde su atalaya vote a la derecha es lógico y comprensible. Natural. Pero un obrero... que un obrero vote a aquellos que lo putean... esto sí que es un misterio metafísico y no la Santísima Trinidad.

Aguirre nos asusta: ¡que se acaba la democracia...! SU democracia, gobernando para aquellos que no tienen la más mínima dificultad para llegar a fin de mes. Aquellos que planifican las vacaciones con tiempo y consumen como si fueran cuatro personas. Gente bien. Gente de orden. Los tienes en todas partes. Hasta en Portugal, golpeado por la crisis como del rayo. Los betinhos y las betinhas. Incluso en Grecia están. Hablando de sus memeces, de sus estúpidas vidas vacías.

No les hables del papa Francisco porque pierden los papeles. Ese rojo en el Vaticano... sudaca tenía que ser.

Aguirre. La cólera de dios. De un dios menor.

Insignificante.




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