Un avance de mi próximo libro, Cartas de Ultramar.
Dedicado a todos los que tuvieron que marchar de la tierra que los vio nacer.
... Y un día las cartas dejaron de llegar.
Un avance de mi próximo libro, Cartas de Ultramar.
Dedicado a todos los que tuvieron que marchar de la tierra que los vio nacer.
... Y un día las cartas dejaron de llegar.
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A la Costanera
Después de aquel incidente decidimos continuar la joda en la ciudad, junto al río. Nos pusimos a bailar milongas en la Costanera con los altavoces del coche a todo lo que daban y, después de una hora o así de sacarle viruta al pavimento, a Pedro le entraron ganas de comer asado. Tenía que ser asado completo con chorizo, morcilla, mollejas, entraña y vacío, hasta un par de provoletas era capaz de engullir, así que buscamos un lugar que estuviera abierto a esa hora totalmente absurda. Pedro era una máquina de morfar.
Buenos Aires es volver a ser adolescente. Como si la muerte, la tuya y la de tus amigos, no fuera a ocurrir nunca. Como si no pudiera suceder por imposibilidad metafísica. Porque Dios hubiera decidido demoler las puertas del cielo. Se cansó de tanta muerte. Y todo el tiempo perdido, cada instante de separación de la gente que vive en tu alma para siempre, deja de existir. Se volatiliza. El espacio-tiempo del corazón colapsa. Si nombras a alguien querido en sus calles repletas de locura y violencia desatada, vuelve a la vida. En su mejor momento. Con su mejor aspecto. Brillando como una moneda nueva.
Todo en Buenos Aires son palabras y abrazos de no te vayas. En una sola palabra habita la Creación, el universo entero. Si te quedas conmigo te haré la mujer más feliz del mundo. Si te vas, me mato. Ya no quiero seguir viviendo.
Escribí esta novela como homenaje a mis queridos abuelos, Szeyna y Leizer, que participan en la acción. Por eso la firmo con mi apellido materno, Gutman, y con mi nombre compuesto como gustaba de llamarme mi abuelo.
El primer tercio del siglo XX coincidió con el momento de mayor esplendor del tango. Triunfó en todas partes y Carlos Gardel fue la primera "estrella pop", el Elvis Presley de su tiempo. Sus discos y sus películas se conocieron en el mundo entero.
Paralelamente, en el lejano sur del continente americano florecieron redes de tráfico de mujeres llevadas desde Europa a Montevideo o Buenos Aires con toda clase de engaños. Esas redes llegaron a acumular un poder inconmensurable, abriendo incluso "sucursales" en muchos países.
Tango, redes de prostitución, impunidad en territorios sin ley. Se supone que todas esas mafias se disolvieron en 1930. Pero la historia no resulta tan sencilla, enormes fortunas que surgían de la noche a la mañana. Eran las redes de tráfico de drogas de la época. Todo el mundo en el ajo... ¿Quién iba a renunciar a semejante botín?
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