En esas me hallo. Rodeado de cajas, cajitas y cajotes. ¿Hay algo peor que mudarse? ¿Es peor que divorciarse? ¿Acaso es mejor que quedarte encerrado en un ascensor con tu suegra? Pero qué tontería, ella me AMA. ¿Mejor que ir de caza con tu suegro y percatarse -tarde, of course- de que el muy cabrón puso balas de fogueo en tu escopeta?
Teniendo en cuenta que casarte o juntarte o lo que sea te permite hacer una sociedad de hierro, un todo indisoluble, una Unidad de Destino en lo Universal, algo capaz de enfrentarse a toda clase de problemas, vicisitudes y dificultades. Dificultades, vicisitudes y problemas que nunca habrías tenido de no haber decidido ese paso suicida y homicida, ese impulso de sangre que surge en las tripas, esa necesidad ciega de tener a alguien que te recuerde de que es tarde, de que te tienes que levantar, de que te muevas de una vez. De que así no se hace, de que mira cómo vas vestido, de que te afeites, de que, de que.
La supervivencia de la especie depende de nuestro gen más estúpido. El cien por cien de los seres humanos somos accidentes absurdos, rescoldos de sábado por la noche. Un ser que sueña con los siete mares y que se desespera si le otorgan la libertad condicional. Un retrasado dental. Alguien se lo debe estar pasando de miedo Allá Arriba. Si quieres hacer reír a Dios no tienes más que contarle tus planes para el futuro. ¡Qué risa, tía Marisa! Truena Zeus y en Colombia se parte un avión.
Mudanzas. Cuántas habré hecho. Fragmentos de tu yo de quince, de veintidós, de treinta años que vienen a buscarte. Que reaparecen perdidos en medio de facturas, recibos, partituras, fotos de gente que se murió. A Leen le gustaba hacer el amor en la playa junto a las barcas de pescadores; a Charo, los trenes abandonados. A Isabel no le gustaba que le hicieran fotos, pero vino a rescatarme de mí mismo a El Ferrol en diciembre de 1982. Su familia fue mi familia durante más de cinco años. Una gente magnífica que me trató como a un hijo en una época de la vida difícil. Siempre los llevo en mi corazón, a todos ellos. Carlos París, Matilde, Inés, Nacho. Después he conocido a cada personaje... Gott in Himmel...
El joven que camina por el barrio judío de París con gesto decidido inexplicablemente soy yo. Es abril de 1987. "C'est mignon ce mec...!", oigo que dicen las minas cuando atravieso el Boulevard Saint Michel para volver a casa en el 21 de la Rue Monsieur Le Prince. Odéon. Qué pena ir acompañado...
Maraike, 1988. Primer viaje a Deutschland. Supera los límites contemplados por la policía del blog. Bredde Straße, lo que me costó encontrar esa calle. Llegué sin avisar un sábado por la noche. Mientras ella estaba de parranda, terminé tomando vino yugoslavo con un vecino, Dietrich, que había estado en la Wehrmacht y que lo único que sabía decir en dizque español era "Mamma mía! Mamma mía!". Menos mal que había bebida de por medio. Ella apareció hacia las tres de la mañana, acompañada, of course. En cuanto me vio saltó a mis brazos. ¡¡Martin!! ¡¡¡Oh, Martin!!! Pobre Paul..., le fastidié la noche. La cuestión de los celos en el norte no tiene nada que ver con los países tangueros: luego se convirtió en uno de mis mejores amigos y terminamos haciendo el macarra por las calles de Düsseldorf en su Spider 2.0. Soy un macarra, soy un hortera, voy a toda hostia por la carretera. Me encanta ese coche.
Makke me enseñó más de un par de trucos. Desayunos en el Treibsand. Aquelarres en Um Mitternacht. Fue un viaje de cagarse de risa. Qué habrá sido de ella.
Me miro en el espejo y en la Espejo. Su familia me adora. Yo también los quiero. Me invitan a tortitas con cianuro. El amor fou es así: se tira con munición de verdad. La Hermandad de los Santos Mirlos Blancos. Grupo Inmobiliario La Amistad.
Lentamente, las cosas vuelven a su ser. Tengo cuarenta y cinco años. Todavía no sé bien qué quiero ser de mayor. Ni si quiero ser mayor.
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3 comentarios:
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la espejo también te adora.
Compremos la fregoneta!!
besos desde el farol da Saudade, da rua da Saudade.
No puedo sino preguntarme si, metáfora sobre metáfora, Espejo te adora en verdad desde la rua da Saudade. Todo sería más sencillo, y también más manejable, si fuera sólo una licencia poética. Me temo que no, que en verdad esas realidades te envuelven. Estás tú para envejecer... A estas alturas!
[un post precioso]
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