Jacques Attali, antiguo oráculo de François Miterrand, hombre de letras, ingeniero, director de orquesta y pianista, periodista interesado en la transformación que las nuevas tecnologías -no tan nuevas- están produciendo en la sociedad, y un largo etcétera, comenta en una breve entrevista publicada en El País que a Europa le quedan 10 años antes de sucumbir ante las potencias emergentes.
Según Attali, la hora de Europa ya pasó y a la Vieja Dama le espera un acusado declive y una "argentinización" de la economía -Sic.
Es la hora de los países del BRIC y de los propios Estados Unidos que, siempre según el francés, lograrán capear el temporal.
Nótese lo que costó el desayuno de Attali con el periodista (hasta él mismo está sorprendido) y se encontrarán algunas de las causas del fin de fiesta europeo. Tirando manteca al techo. Atando los perros con longanizas.
Hay que ir aprendiendo chino cuanto antes.
Cuando el escritor y economista francés Jacques Attali llega a la cita (las siete y media de la mañana en un lujoso café de París, a un paso de los Campos Elíseos, elegido por él), ya lleva, según confiesa, tres horas levantado, escribiendo en su casa. Elige con determinación una tarrina con queso, una ensalada de frutas y un té. El periodista, algo dormido, elige otra ensalada de frutas por imitación y un café doble por necesidad. Attali habla mientras come, sin dejar de mirar los continuos mensajes que estremecen su Blackberry. Atildado, algo distante, este antiguo consejero de François Mitterrand ha publicado un libro que ha pasado varias semanas entre los más vendidos de Francia, de título intimidante: ¿Todos arruinados en 10 años? Dada la factura del desayuno, se diría que eso se debe a lo que se gasta uno en determinados sitios. Pero Attali tiene otra teoría.
El economista y asesor de Mitterrand pronostica la ruina de Occidente
"Bueno, como todas las sociedades algo agotadas, Occidente ha tendido a superendeudarse para mantener su nivel de vida. Así, hemos mantenido, desde los años ochenta, una especie de ilusión de crecimiento económico basado, esencialmente, en la deuda. No es algo nuevo: recuerde Venecia... También ellos pensaban que lo de arruinarse era algo que les pasaba solo a otros".
La pregunta se impone: ¿Y solo nos quedan 10 años? Sin dejar de comer queso responde tranquilamente: "Es difícil saberlo con exactitud, pero sí, no creo que nos queden más de 10 años".
El periodista, claro, a estas alturas de la revelación ya está completamente despierto. ¿Y qué pasará?
"Asistiremos a la victoria de los más fuertes: China, EE UU y los bancos estadounidenses, que no están a las órdenes de EE UU. Y ganarán, me temo, los mercados. En Europa, veremos un lento declive del nivel de vida, como lo conocieron Venecia, o Argentina, en su tiempo. Todo dentro de un círculo vicioso, porque las élites, los jóvenes bien preparados que podrían sacarnos de esto, se irán a trabajar a otros sitios, a EE UU, a China o a Australia. De hecho, ya lo están haciendo".
¿Y qué se puede hacer?
Attali sonríe. Ya ha terminado de desayunar. El periodista también. Solo queda flotando en el aire una confusa sensación de apocalipsis que el economista disipa con una sonrisita algo indescifrable. "Actualmente, en un mundo globalizado, no hay cabina de piloto. La última reunión del G-20 lo prueba. Y triunfa la economía ilegal, los paraísos fiscales. Y en esos paraísos fiscales se hacen cosas que en cualquier otro Estado estarían prohibidas. Y eso afecta a todo y a todos. Hace falta una especie de policía económica internacional".
Mira la minipantalla de la Blackberry y repite que no tiene más tiempo del acordado (media hora). "Soy director de orquesta, escritor, economista, novelista: como no estoy seguro de poder reencarnarme siete veces, trato de vivir siete vidas a la vez".
De su etapa de asesor presidencial le quedan dos certezas. Una: "Para prevenir, para pronosticar, lo mejor es ponerse verdaderamente en la piel de otro". La segunda devuelve al ambiente esa sensación molesta de que el fin del mundo ya está en marcha y nadie se ha enterado: "La realidad avanza siempre más rápido de lo que uno se cree".
Café Baretto. París
- Un desayuno bufé: 29 euros.
- Un café: 7 euros.
- Una ensalada de frutas: 9 euros.
Total: 45 euros.
viernes, 3 de septiembre de 2010
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1 comentario:
Miérda! Ya lo decía Olmedo: La mano es más rápida que la vista, y no me estoy burlando, no...
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