jueves, 28 de marzo de 2013

And the Oscar goes to...

Lo bueno de ir cumpliendo años es que los actos de la tragicomedia empiezan a sonarte. Aunque solo sea por repetición, por "cansinidad". Un ser humano se parece muchísimo a otro ser humano. Diríase que, en ocasiones, además de ser blandos, peludos y suaves como el bueno de Platero, sus respectivos comportamientos se asemejan como dos gotas de agua. Sobre todo cuando se trata de obrar MAL.  

Familia Bardem. Martillo de herejes, guardianes de las esencias de la progresía, adalides de todas las causas perdidas... ¡Caiga quien caiga! Pero, ¡ay, corazón! En qué hora estos lindos y bermellones gatitos se metieron a empresarios -la Bardemcilla y otros emprendimientos gastronómicos tengo entendido.

Llegué a conocer la Bardemcilla situada cerca de Barquillo. Cuando estábamos trabajando en la película de Koen Suidgeest fuimos un par de veces. La comida era escasa, de regular tirando a mala pero eso sí, era cara. En la línea pijoprogre. Cierto ambiente de paladar cubano (prefiero los paladares de verdad) o bodega de barco pirata y camareros de ambos sexos que, a la sazón, parecían frecuentar el gimnasio. Nada que justifique la pobre relación calidad-precio. Nada que merezca la pena reseñar.

No obstante, la cuestión no es de naturaleza gastronómica. El caso es que, al parecer, el clan Bardem se ha visto afectado por los desfavorables vientos que soplan en esta nuestra península. Sobre todo a la hora de hacer negocios (emprende tú que yo te sigo...el banco es tu amigo y te ayudará...).

Haciéndola corta, hartos de perder pasta en sus establecimientos de restauración, los Bardem decidieron cortar por lo sano. En el argot de los trabajadores -esos epsilones que tanto juego dan a la hora de los discursitos- los Bardem dijeron hasta aquí y a la puta calle. Nihil Obstat. A nadie le gusta perder dinero y cada uno tiene familias que mantener, hipotecas que afrontar, vicios que satisfacer, etc. etc.

Pero HETE AQUÏ, que nuestros deudos de Durruti y Trotski, decidieron despedir a toda la plantilla acogiéndonse (en realidad, a quienes pretendían "acoger" era a los trabajadores pero en sentido perfectamente argentino) a la última reforma laboral del gobierno del Partido Popular. Esa misma que los Bardem actuando como un solo hombre pusieron al pie de los caballos. Ya se sabe, menos, menos y cada vez menos a los currantes que nosotros tenemos que seguir a lo nuestro. Veinte días en lugar de los antiguos 45 o los 33 posteriores y así sucesivamente.

En cuanto los medios de comunicación más conservadores (una de las ventajas de Internet es que uno puede leer de todo, incluso aquello que produce arcadas, a la velocidad del rayo y no existe periódico tan malo que no alimente una punta de inquietud) airearon la cuestión el CLAN BARDEM publicó un encorsetado comunicado redactado en jerga jurídica, cero calorías, cero espontaneidad, desdiciéndose, afirmando que todo aquello lo había decidido un GESTOR (como ocurre con los menores de edad o los débiles mentales, decide otro) y que válgame Dios (calle cercana a la citada Bardemcilla) voto a Brios, esto no quedará así y que sus trabajadores serían justa y adecuadamente recompensados y que dónde se ha visto, ellos, que tanta lucha acumulan en contra de los abusos a la sufrida clase proletaria, bla, bla, bla. A POSTERIORI. Como si el pueblo español fuera SUBNORMAL.

Me encanta. La gauche divine. Que se cagan en todo lo que hacen y dicen los fachas pero que a la hora del té, cuando se trata de su propio dinero, de sus intereses, de sus propiedades o sus terrenitos, actúan igual o peor que cualquier tiburón de tres al cuarto. La pela es la pela. Incluso los imitan viviendo en sus pisazos de diseño o sus chalets de las afueras. Con su nutrido personal de servicio -también conocidos como esclavos- que limpia sus miserias, faltaría más. A fin de cuentas, nada hay más parecido a un payaso conservador que un payaso progre. No hay diferencia. No hay ética alternativa. Como si la única meta de vida fuera vivir como un soplapollas. Los mismos pijitos de cole privado, los mismos cochazos para compensar no se sabe qué carencias, las mismas damas con perrito. Pero los señores de Bardem y Bardem... ¡qué penilla! Con el patriarca ligado al comunismo en la clandestinidad y ellos siempre en primera línea. El patrón es el patrón, qué cojones. Donde manda capitán... A mí la legión... Qué hay de lo mío... En fin.

Vosotros, ¡a la puta calle! Fenomenal. Para la GAUCHE DIVINE hay cartuchos de dinamita marca ACME reservados con la que se avecina. Tranquilos que para vosotros también hay.

No es una cuestión de rojos o fachas. Es una cuestión de valores. Si ambos comparten los mismos valores de inspiración animal no hay diferencia alguna y terminan siendo como aquellas personas que dicen no interesarse por la política. Es decir, de DERECHAS. De toda la vida de Dios.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ennoblece a los medios conservadores tanta preocupación por los trabajadores de la Bardemcilla. Solo les falta organizar una colecta.

¿No será que al rojo Javier Bardem le sobra el talento, el éxito y el dinero? Ese es su verdadero pecado para la derechona soberbia y feroz. En este caso encima se permite ser hipócrita, la cualidad por excelencia de nuestra clase privilegiada de toda la vida. Si pudieran lo crucificaban boca abajo. De momento se conforman con desatar los perros del odio y que truene la Cope, Intereconomía, la Razón y Jiménez Losantos Flamígero. Deus irae.

Anónimo dijo...

Estando de acuerdo en que la comida(?) allí servida era un auténtico timo, el servicio nefasto y el ambiente bardemcil más falso que un euro chipiotra creo que el debate interesante podría ser el siguiente: ¿Porqué se debe cobrar una indemnización por despido? ¿porqué en los paises con menos paro del mundo el despido es libre?¿porqué esa cultura latina de aferrarse a un puesto de trabajo de por vida?