viernes, 1 de marzo de 2013

Ratzinger Bueno Mártir

En el año 2006, al comienzo del papado de Joseph Ratzinger, escribí un breve texto sobre un gesto suyo que me conmovió especialmente. En aquel año, Benedicto XVI visitó el campo de concentración de Auschwitz en Polonia y dijo en voz bien alta: "Uno se pregunta dónde estaba Dios en aquellos días".

¿Dónde está Dios? 

Muchas cosas han sucedido desde 2006. Madoff, Lehman Bro, preferentes, Bankias, desahucios masivos, una destrucción de empleo más allá de lo soportable, Bárcenas. El desastre de Zapatero. El espanto del PP. 

El ahora papa emérito generaba un debate no exento de interés. El conflicto entre razón y fe estaba servido, no en vano Joseph Ratzinger ha sido un papa con una dimensión intelectual fuera de lo común.

Ahora, en 2013, habiendo comunicado su decisión de abandonar el papado -cabe imaginar las insoportables presiones a las que ha estado sometido quien, pese a declararse guardián de las esencias y adalid de la ortodoxia, se atreve a poner el dedo en la llaga en temas especialmente sensibles- Ratzinger, a modo de despedida y con una inspiración impregnada de cierto halo poético, declara lo siguiente:

"El Señor nos ha dado muchos días de sol y ligera brisa, días en los que la pesca fue abundante, pero también momentos en los que las aguas estuvieron muy agitadas y el viento contrario, como en toda la historia de la Iglesia y el Señor parecía dormir".

... "Y el Señor parecía dormir..." Vuelve Ratzinger sobre la misma herida abierta. La duda que planteó en Auschwitz está bien arraigada en su espíritu. Un Dios que se inhibe ante el mal, que suspende su tutela sobre el mundo. Que parece dormir. ¿El Supremo Bien deja de serlo en ciertos periodos por propia voluntad? La otra solución sería no menos turbadora, pero más heroica. Un poder absoluto vencido en tiempos de penuria. Que se interna en el desierto y retorna purificado. O retorna transformado. O simplemente, decide no volver.

Un papa para el Fin de los Tiempos. Un Dios intermitente. El Mal desencadenado. No faltará quien piense que alguien que al frente de El Vaticano se atreve a plantear esta clase de cuestiones estará mejor en Castel Gandolfo o en un monasterio de clausura.

La razón es un arma peligrosa. Ahora y siempre. Galileo y Giordano Bruno bien lo sabían.

La hoguera. Siempre la hoguera.

1 comentario:

Joseba dijo...

"Y el Señor parecía dormir", ¿no te recuerda al "comunicando" de Ernesto Cardenal, amigo Rasskin?
Recuerdo perfectamente aquel comentario tuyo sobre la visita del Papa Benedicto XVI al campo de exterminio.
Un abrazo.