domingo, 21 de septiembre de 2014

Gordito querido

Inventar historias no tiene mayor sentido. Ahí está la prensa diaria.

La familia de un tipo descubre su infidelidad por las esquelas que publican su esposa y su amante. Los genios del periódico las publican una a continuación de la otra, de forma que se entera medio mundo. La esquela de la amante es una pieza de colección.


La diferencia de temperatura entre ambos mensajes resulta ostensible. Graciela, la esposa, parece castellana, aunque en tal caso puede que sobrara "con dolor". Sabido es que las mujeres florecen después de la muerte de sus maridos, sobre todo si han estado sometidas al yugo eterno de un cabrón con pintas, voz en grito, puñetazo en la mesa y porque lo digo yo. Resulta sorprendente que en pleno siglo XXI haya mujeres que aún soporten payasos trogloditas -desprovistos de cualquier clase de gracia- que viven en la Edad Media. Inexplicable.

Lo he comprobado en decenas de ocasiones. Si había amor, y ella se va primero, los tipos se arrastran por el fango como en un tango sombrío. "Hoy, después de un año atroz..."

Hay un cuento de Cortázar que se llama "Las puertas del cielo" y que no puedo releer sin sentir un puñal. "...Sin haber encontrado las puertas del cielo entre ese humo y esa gente". Sobran las palabras.

Las minas no. Reverdecen y a los 10 días, ¡a otra cosa!


Pero Susana, la amante.... ahhh... qué delicia de mujer. "Tu amor por siempre", firma. "Gracias por estos 5 años de felicidad". Qué salada.

¿Cómo transmutar una esposa en amante? He ahí la genuina piedra filosofal.

¡Vamos GORDITO todavía!

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