El truco para ganar en este mundo de trileros es relativamente simple y está al alcance de todos. Se trata de parecer bastante más tonto de lo que en realidad se es. El problema de partida es que eso aparentemente tan sencillo -al igual que ocurre con todo aquello que es estructuralmente simple-, requiere una inteligencia superior.
Una paradoja digna de Zenón de Elea.
Bienaventurados los presuntos tontos, porque no dejarán títere con cabeza.
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