Emilio Lledó pertenece a una generación en la que la Universidad gozaba de prestigio. Allí se cocían las grandes cosas. Lledó, Carlos París, Aranguren, Julián Marías, García Calvo... Gente que enlazaba directamente con Unamuno y las glorias patrias del 98.
Otros tiempos. Hoy tenemos el caso Cifuentes. En general todo es un poco así: Hesíodo tenía toda la razón. A la edad de oro sigue una de plata, luego de bronce y finalmente, de caca.
Ya nadie lee, no hay debate, no hay nada. Hay Facebook e Instagram.
Gaudeamus igitur!
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