jueves, 2 de agosto de 2018

España y olé

Sáhara central, 1 de agosto. Acompaño a mi hijo al dentista. El autobús viene puntual. Me arrellano en sus cómodas butacas. Nivel de estrés: menos 15. Agresividad vial: ¿qué es eso? No hay hilo musical. Silencio en la noche, ya todo está en calma, el músculo duerme, la ambición descansa.... tangazo!

A medio camino de la ciudad monta un chico negro, con pinta de recién llegado. Más perdido que turco en la neblina. Y entonces se da una escena conmovedora. El pasajero le pregunta al conductor por una dirección que está situada donde Napoleón perdió el gorro y este pone la luz de advertencia, echa el freno de mano y consulta Google Maps. Y le explica al chico cómo llegar a su destino con lujo de detalles. Con un buen rollo y una mano tendida que daban ganas de abrazarlo (aunque yo suelo dar abrazos de oso ruso de más allá de los Urales y son un peligro). El resto del pasaje y el que suscribe colaboramos: el pasajero hablaba tres idiomas, ninguno de ellos español. Vamos, lo normal en la Piel de Toro.

Esa es la esencia de España. Gente de mano franca y dispuesta a echar un cable donde haga falta.

¿Lo pillas...? bromeaba el conductor con su acento caló. Ole, ole y reole. Y el autobús estalló en una sonora carcajada.

Mientras en otras partes del globo discuten si permitir que cualquier enfermo mental tenga acceso a armas de fuego indetectables, aquí la gente pone el corazón encima de la mesa en cada gesto cotidiano.

Por eso, entre otro millón de cosas, España es un país único. TODOS los pueblos que componen España. ¿Racistas? Haberlos, haylos. Pero ni punto de comparación con otros lares...

Hasta Pablo Casado tiene su corazoncito. O entendí mal o dijo que está dispuesto a financiar con fondos de procedencia X la llegada de millones de seres humanos. ¿Qué importancia tiene el origen de esos dineros si es amor la empresa? ¡Bravo, Pablito coño, cago en tó lo que se menea...! Tío grande. ¡El pijerío de escuela concertada, de Conde Orgaz en ristre, de Moraleja frondosa, de Fuente el Fresno del Proletariado de abajo te hace la ola desde Villa Potato in the Mouth! De Cifuentes lo único que se comenta es que sigue rebuscando concienzuda y sistemáticamente -con la sistematicidad cartesiana que caracteriza su pluma- en cajas y más cajas y el ensayo candidato al Pulitzer no aparece. Madre mía del Amor Hermoso... ¡Que aparezca ya, por Dios! Trata de arrancarlo, Carlos...!

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