lunes, 17 de septiembre de 2018

Aceleración del progreso

La crisis de 2008, cuyos efectos aún perduran, ha producido la sensación de que lo único permanente es el cambio, pero tengo la impresión de que aún no hemos visto nada. En la próxima década asistiremos a una serie de prodigios antes soñados por la ciencia-ficción de la mano de la Inteligencia Artificial, la robótica y las técnicas de aprendizaje automático. El mundo laboral tal como lo conocemos experimentará cambios sin precedentes.
Tengo curiosidad por ver cómo se enfrentan los algoritmos de Inteligencia Artificial corriendo sobre sistemas cuánticos al problema de la existencia de Dios. "No computable.... no computable" me parece oírlos musitando con sus aterciopeladas voces de Scarlett Johansson. Mientras sea Scarlett...

Un sistema de IA autoentrenado y alimentado por bases de datos virtualmente infinitas se convertirá en un abogado de lujo a la hora de encontrar jurisprudencia y buscar grietas lógicas en el discurso.
Las actividades que comporten rutinas susceptibles de ser descritas como un conjunto de pasos -qué otra cosa es un algoritmo- serán candidatas claras a la automatización.
Con todos los cambios que se avecinan, los jóvenes se siguen educando en sistemas diseñados en la época de la Ilustración.
Se calcula que para 2025, es decir, pasado mañana, el 52 por ciento de los trabajos que ahora realizan seres humanos serán efectuados por máquinas.
No podemos preparar a la gente para el futuro inmediato porque una parte importante de los trabajos que estarán disponibles aún no se han creado, solo podemos aventurar su aspecto. Es una paradoja fascinante.
Todo esto lleva a pensar en la interesante cuestión de qué es aquello que resulta genuinamente humano. Qué nos distingue de la máquina. ¿Acaso una actividad que la máquina hace mejor que nosotros -véase el caso del ajedrez desde Deep Blue- es susceptible de ser considerada una "actividad superior"?
Criptomonedas, Blockchain, posverdad, redes sociales enloquecidas... todo esto ha sucedido en un espacio de tiempo muy breve. La aceleración del progreso se ha convertido en algo cotidiano y peligroso.
Junto a todas estas potenciales maravillas, una clase política mundial que supone un salto atrás de décadas. Trump, Putin, Orban, Salvini recuerdan peligrosamente los modos de la década de 1930, si bien en la Casa Blanca estaba Roosevelt. Qué podría hacerse con toda esta tecnología en caso de conflicto abierto. ¿No se estará haciendo ya?
De momento, me voy a comer un cous-cous de verduras. Si gustan...

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