Recuerdo haber leído hace muchos años en las páginas de Cesare Pavese -cuando era un joven muy culto, nada que ver con la bestia parda en que me he convertido- que uno de los dramas femeninos tenía su origen en el hecho de que aquel a quien amaban no era la misma persona que las extasiaba sexualmente, que las hacía volar. Claro que el bueno de Cesare no llegó a conocer mi caso particular, porque no coincidimos en el tiempo. Una pena.
Siguiendo a Pavese, una mujer debería tener como mínimo dos hombres en su vida y de forma simultánea. El hombre sensible capaz de llorar porque la cuchara de café tiene una forma muy triste de girar y un rugbier inmisericorde que apenas pronunciara palabra y pasara a la acción sin más. La primera parte de la hipótesis explicaría la recurrencia entre las mujeres de buen gusto en lo que respecta a las relaciones con homosexuales masculinos. La segunda parte de la parte contratante... me estoy metiendo en un jardín...
Mejor me presento. Aladín Romeo Quijano, piloto de alfombras mágicas, para servirla a Usted, por la Gracia de Dios.
viernes, 24 de enero de 2020
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