En esta época donde la puerta siempre está entreabierta -puedes estar cenando con tu pareja y ambos, tú y ella, recibís cincuenta mensajes "proponiendo" cosas, alabando tus/sus virtudes, incordiando en resumidas cuentas. Hasta aparece gente del más remoto pasado porque justo acaba de separarse y entra en pánico. Y tu teléfono o el de ella están a mano. La facilidad es lo contrario de la profundidad.
Mensajes que aseguran que la hierba del vecino siempre es la más verde. Una pérdida de tiempo atroz... pero el ser humano siempre sucumbe al halago, de una forma u otra- ¿cómo reconocer entonces el amor que deja marca indeleble?
Por el ruido inmisericorde que hace al marcharse para siempre. El ruido de los camposantos. El silencio perfecto.
De las palabras a la realidad. Y a las palabras nuevamente.
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