El soldado pidió a su capitán que le diera permiso para regresar al campo de batalla.
—Mi mejor amigo quedó allí, mi capitán. No puedo dejarlo abandonado. ¡Es mi hermano!
—Es inútil. Tu amigo está muerto. ¡Están todos muertos!
El soldado se saltó la guardia. Atravesó las líneas y llegó al campo de batalla. Regresó cargando el cuerpo de su amigo, ya muerto.
—¿Lo ve, soldado? Estaba muerto... arriesgó su vida de forma estúpida.
—No, mi capitán. Cuando llegué hasta él aún estaba vivo. Antes de morir alcanzó a decirme ..."sabía que ibas a venir".
Había que ver a esos guerreros llorando como niños. Como mineros que rescatan a un compañero arriesgándolo todo y se quiebran fundiéndose en un abrazo que contiene el dolor y la belleza de este mundo.
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