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martes, 6 de septiembre de 2022

Cartas de Ultramar V - Cuando regrese

De un vuelo sin destino un día me verás. Será dentro de mucho. En otro lugar. La costanera, la playa de San Clemente, las fogatas. No es una máquina de hacer pájaros pero vuela y nos dejará caer en un punto del río, el más ancho del mundo. Lo calcularon, lo decidieron así. Es mucho mejor que enterrarnos en algún lugar de la República, que es muy grande y rica. Hay dinero para todos. Pocos.

Nadie podrá encontrarnos jamás, pero no te preocupes mi amor: yo voy a volver.

Veo muchos pibes de origen judío en el vuelo. El que levantó la mano para que todo esto sucediera también lo es. Un tal Kissinger. Morirá tranquilo en su cama. Las dos puntas. Qué es el mal, el bien. Una prueba más de que los judíos son como el resto de la gente. Ni mejor ni peor.

Qué extraño, no. Soy el primero de la familia que se sube a un avión. Y es para no ir. ¿Te acordás cuando planeábamos ir juntos a Europa? A París, a Roma, a Madrid. De Lisboa mejor no hablar. No va a haber nadie esperándome en el aeropuerto, no estará Manuel y su Seat 132 verde oliva. No lo veré jugar al fútbol. No iremos de gira.

No salgas, no vayas. Mirá bien la calle al cruzar. Quedémonos acá.

Cómo quisiera decir algo que pudiera servirte. No hay una gran verdad, las últimas palabras. El misterio. No voy a envejecer, me iré así: intacto. Es más difícil vivir, créeme. Nunca logré verla venir hasta que se iba.

No me dará tiempo a escribir un libro sobre todo lo que no sé.

Pero me verás volver.



sábado, 18 de mayo de 2013

Epitafio

No seré yo quien me alegre ante la muerte del Teniente General Jorge Rafael Videla. La muerte no es motivo de alegría. Tampoco se me ocurriría decir "un hijo de puta menos" o "un sorete menos" ni nada por el estilo. Qué vulgaridad, Doña Gertrudis. Ni siquiera se me pasaría por la cabeza señalar que el Teniente General que nos ocupa ganó sus galones en tiempos de paz, porque si se trata de enfrentarse a un ejército regular como si sucedió en la guerra de las Malvinas, ahí tenemos los ejemplos del teniente de navío Alfredo Astiz, extremadamente valiente a la hora de pegarle un tiro por la espalda a una piba de 16 años pero ¡ay! un cagón de primera en cuanto asomaron los súdbitos de Su Graciosa Majestad, soldados como él, entrenados para matar, y entregó la posición sin disparar ni una sola vez o del presidente Galtieri, otro Padre de la Patria, que permanentemente ahogado en alcohol lanzó a los conscriptos argentinos -jóvenes y con una preparación y equipos muy deficientes- a una aventura militar suicida, con el patriótico propósito de salvar su propio culo. Un ejército que en lugar de defender asesina a su propia gente.

El ex dictador Videla se lleva a la tumba un montón de secretos. Historias del horror que han tenido que reconstruirse con técnicas propias de la novela negra. Un rompecabezas de infamias.

Nunca se arrepintió de nada, antes al contrario. Pudo aportar algo de paz a los familiares que aún buscan y se despiertan en medio de la noche, pensando que quizá, a lo mejor, podría ser. Pero no lo hizo. Para pedir perdón hay que ser muy hombre.

Su alma -caso de tenerla- bien hecha, por favor. Vuelta y vuelta.

El diablo nunca deja de sorprenderse ante la sofisticación de sus alumnos más aventajados. "¡Qué hijos de puta! Ni siquiera a mí se me habría ocurrido..."

viernes, 13 de abril de 2012

Disposición final

Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial la mayor parte de los asesinos escaparon al castigo de una forma u otra. Mordieron cápsulas de cianuro, se pegaron un tiro, huyeron lejos o bien fueron reintegrados en la nueva Alemania Federal, ya que los aliados tenian que parar a los rusos y utilizaron a los nazis todo lo que pudieron y más.

El teniente general Jorge Rafael Videla, comandante en jefe de una junta militar que arrasó la República Argentina en los años setenta aún vive. Y habla.

He aquí una nota publicada hoy mismo por el periódico La Nación. No es ficcion. Es real.

El ex dictador Jorge Rafael Videla admitió por primera vez que su dictadura mató a "siete mil u ocho mil personas" que estaban detenidas o secuestradas y que hizo desaparecer sus restos "para no provocar protestas dentro y fuera del país. Cada desaparición puede ser entendida ciertamente como el enmascaramiento, el disimulo, de una muerte".

"No había otra solución; (en la cúpula militar) estábamos de acuerdo en que era el precio a pagar para ganar la guerra contra la subversión y necesitábamos que no fuera evidente para que la sociedad no se diera cuenta. Había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la justicia ni tampoco fusiladas", señaló.

Videla hizo estas declaraciones al periodista Ceferino Reato para el libro Disposición Final, la confesión de Videla sobre los desaparecidos , en el cual el ex dictador describe en forma detallada el "método" utilizado durante la represión ilegal, justifica el uso de la tortura y destaca la influencia de la llamada Doctrina Francesa en la lucha contra las guerrillas.

El libro de Reato

Reato entrevistó a Videla durante veinte horas entre octubre de 2011 y marzo de 2012 en la celda número 5 de la prisión federal de Campo de Mayo. Videla también reconoce que hizo desaparecer cuerpos de personas muertas en tiroteos, como el del jefe del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Mario Santucho, porque "era una persona que generaba expectativas; la aparición de ese cuerpo iba a dar lugar a homenajes, a celebraciones. Era una figura que había que opacar".

"La frase "Solución Final" nunca se usó. "Disposición Final" fue una frase más utilizada; son dos palabras muy militares y significan sacar de servicio una cosa por inservible. Cuando, por ejemplo, se habla de una ropa que ya no se usa o no sirve porque está gastada, pasa a Disposición Final", señala Videla.

El libro incluye testimonios de otros jefes militares, guerrilleros, políticos, funcionarios y sindicalistas que permiten reconstruir el contexto histórico en el que Videla y sus tropas decidieron tomar el poder, el 24 de marzo de 1976, y matar y hacer desaparecer los restos de las miles de personas a las que consideraban "irrecuperables".

Además, explica que el país fue dividido en cinco "zonas" ya antes del golpe del 24 de marzo de 1976, y que el jefe de cada uno de esos territorios ordenó entre enero y febrero de aquel año la confección de las listas de personas que debían ser detenidas inmediatamente después del derrocamiento de la presidenta Isabel Perón.

Según militares consultados, esas listas fueron integradas por "líderes sociales" y por "subversivos", cuyos nombres fueron aportados por los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas y de Seguridad pero también por empresarios y ejecutivos, sindicalistas, funcionarios nacionales y provinciales, profesores y dirigentes políticos y estudiantiles. La mayoría de los muertos y desaparecidos proviene de esas listas.

"Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir para ganar la guerra contra la subversión", asegura Videla en el libro. "Por su preparación militar e ideológica, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) era más enemigo que Montoneros; era algo ajeno, otra cosa. Montoneros guardaba algo del nacionalismo, del catolicismo, del peronismo con el que había nacido", señala el ex dictador.

En otro punto del libro, Videla afirma: "No hay listas con el destino final de los desaparecidos. Podría haber listas parciales, pero desprolijas. Nuestro objetivo era disciplinar a una sociedad anarquizada. Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica; con relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal. Queríamos también disciplinar al sindicalismo y al capitalismo prebendario".

"Dios sabe lo que hace, por qué lo hace y para qué lo hace. Yo acepto la voluntad de Dios. Creo que Dios nunca me soltó la mano", le dijo a Reato el ex dictador.

sábado, 21 de enero de 2012

Y el mundo sigue andando


¿Puede existir un partido político que aúne corrientes de ultraderecha y ultraizquierda en su seno? ¿Resulta posible que el culto a la personalidad y a la infalibilidad de un determinado dirigente/prócer lleve a aceptar la designación de sucesores o dirigentes sea cual sea su naturaleza y su preparación? ¿Cuántos jueces como Garzón, dispuestos a ensanchar el alcance del concepto de derecho internacional pese a quien pese, harían falta para castigar crímenes que no pueden prescribir?

Mis recuerdos de niño coinciden con el gobierno de Isabel Martínez de Perón, la antesala del terror. Hoy gobierna la Argentina otra presidenta, perteneciente al mismo partido pero que practica una política supuestamente de izquierdas y ha obtenido un apoyo popular masivo en las últimas elecciones. Una frase que se oye a menudo referida a estas cuestiones en boca de peronistas convencidos cuando se plantea la naturaleza esquizofrénica de este movimiento es "usted es peronista, pero aún no sabe que lo es". No alcanzo a entender si la frase se refiere a una u otra concepción del mundo dentro del mismo marco presidido por la imagen del General, un personaje que designó a su última mujer como sucesosa plenipotenciaria. En ese sentido, la frase sería una tautología: sean cuales sean sus parámetros, la ecuación siempre arrojaría un resultado de verdad. Todo el mundo sería peronista. Uno y lo contrario. El fascismo, el liberalismo, la socialdemocracia y el pensamiento revolucionario de izquierdas. Como la vida misma. Tal vez es así y dentro de una misma persona conviven todas estas sensibilidades. Uno se despierta fascista por las mañanas, se vuelve liberal hacia la hora de comida, entra en crisis a media tarde y opta por las barricadas de la Comuna de París cuando el sol empieza a declinar. Y al día siguiente vuelta a empezar.

El líder no puede ser cuestionado, sus dictados han de ser seguidos con fervor religioso y sus ideas, por peregrinas que estas puedan ser, son aceptadas como dogmas de fe. La naturaleza del hombre egregio, el proceso por el cual alguien se transforma en un pozo de sabiduría sin fondo, inagotable e incuestionable resulta un misterio. Lo realmente misterioso es el mecanismo que hace que el resto de la gente acepte que esto es así. Da igual si el líder carismático propone a un chimpancé como sucesor: los fieles verían en ello una prueba más de su omnisciencia. "Algo habrá visto en ese noble animal", pensarían.

La imagen de Isabel Perón, que aún vive en un lujoso barrio de Madrid, es suficientemente elocuente y no necesita comentarios. Una pesadilla de sombra muy alargada. Un viaje que acaba en las turbias aguas del Río de la Plata.

A continuación, un artículo de J.J. Aznárez publicado en el día de hoy sobre esta señora.

Mario Rotundo, pícaro albacea de los bienes del expresidente argentino Juan Domingo Perón (1895-1974), se declaró testigo de la pesadilla supuestamente sufrida en España por la segunda viuda del caudillo gaucho: María Estela Martínez, Isabelita, que en 1973 accedió a la jefatura del Gobierno del país sudamericano por voluntad de Perón y sin otra preparación que la propia incompetencia. Los militares la derrocaron en 1976, y desde principios de los ochenta Madrid se convirtió en su residencia habitual.

Congenió con Pilar Franco, frecuentó al Opus Dei y saraos de Madrid y Marbella

"Sufrió mucho al ser detenida en 2007; necesitóayuda psicológica", dice Aceves

"Ella dice que no entendía de política, que fue puesta en la presidencia por designio de Dios"

Verdades, misterios y fabulaciones convergen sobre la evanescente María Estela Martínez Cartas, de 80 años, que no sabe, no contesta, o se hace la loca cuando la prensa indaga sobre los episodios y responsabilidades de su pasado personal y político. La pesadilla mencionada por el albacea argentino habría ocurrido en los noventa: una noche madrileña, Isabelita despertó a Rotundo, que en esos años era su amigo, con el apremio de que acudiera a toda prisa a su domicilio de la calle de Casado del Alisal. Cuando entró en el dormitorio de la compatriota, la encontró de pie sobre la cama, pálida, desencajada, dando aterradores gritos. La alucinada habría dicho a Rotundo que durante media hora la habitación fue tomada por una luz cenital, intensa, envolvente, que salía de la cómoda donde guardaba el sudario de Eva Duarte de Perón, Evita (1919-52), primera viuda del general.

Rotundo, de 61 años, debió llevarse el mueble para que la perturbada dejara de chillar, según afirmó. "Por eso me da la risa cuando leo o escucho que López Rega [José, exministro y secretario privado de Isabel Perón, alias El Brujo] hacía acostar a Isabel junto al cadáver de Eva para pasarle su alma".

El delirio narrado por Rotundo, presidente de la nebulosa Fundación por la Paz y Amistad de los Pueblos, viene recogido en el libro El heredero del general, publicado en mayo del año pasado por el periodista Miguel Prenz, que no entra en valoraciones sobre la veracidad del relato. "En la historia que cuento, quienes podrían confirmarla o negarla murieron o prefieren callar", dice el autor, profesor de la escuela de periodismo TEA de Buenos Aires.

Analfabeta políticamente, el desgobierno de 632 días de Martínez de Perón, que sentó a militares gorilas en el Consejo de Ministros, facilitó el cuartelazo de 1976 y un terrorismo de Estado cuyos desmanes aún estremecen.

María Estela Martínez, bailarina de vocación, se casó con Juan Domingo Perón en España en 1961, donde habían decidido establecerse. El amancebamiento de la pareja repelía a las sotanas y monaguillos de la democracia orgánica, apostólica y romana de Franco. Fue nombrada vicepresidenta de Argentina el 12 de octubre de 1973, y el fallecimiento del fundador del peronismo en julio del año siguiente la colocó directamente en la presidencia, donde fue presa fácil de los conspiradores castrenses. La historiadora argentina María Sáenz Quesada dice en una biografía sobre su trayectoria que la Isabelita joven nunca representó al feminismo moderno y, contrariamente, exhalaba "un sabor añejo, casi machista". "Miren qué linda la señora, ¿qué me dicen de su vestido?", comentaba Juan Domingo Perón al paso de su señora por el Senado.

La presidenta, derrocada en marzo de 1976, arrancó su prolongada residencia española en el año 1983, cobijada por un franquismo residual deudor de Perón que había sido despachante de carne de la Pampa hacia la madre patria cuando esta padecía subdesarrollo. Isabelita congenió con Pilar Franco, hermana del Generalísimo; frecuentó sacristías del Opus Dei, mesas petitorias y alcurnias de otro siglo; hubo saraos y abolengos de Madrid y Marbella que se disputaron su presencia para vestir las tertulias. María Estela Martínez vivió en una mansión de Puerta de Hierro hasta su venta para sufragar el juicio por la herencia de Perón promovido por las hermanas de Evita, a las que debió pagar cerca de cuatro millones de euros. Al objeto de impedir que los bienes del caudillo almacenados en la casona, desde el sudario del desvarío hasta el capote de gala del general, pudieran ser objeto de nuevas reclamaciones, María Estela Martínez optó por donarlos ante notario madrileño a Mario Rotundo. La viuda se arrepintió pronto y quiso anular el trato, pero no pudo. Para entonces, el taimado adulador de Perón, quien supuestamente le había nombrado su albacea, ya había puesto a buen recaudo el patrimonio. Actualmente vende los objetos, más de 14.000, por Internet. El sudario fue comprado en 2004 en una subasta por el español Antonio Mata, entonces presidente de Aerolíneas Argentinas, para regalarlo al Congreso argentino.

El itinerario existencial de la señora discurre hoy plácido, monacal, encarrilado en el conservadurismo y en una rutina de ancianidad apenas rota por esporádicas merendolas y reuniones con amigas y comadres de salón de belleza. Coqueta y frugal, juega a cartas, charla con su amigo Octavio Aceves y sus asesores fiscales y abogados la tienen al día. Ocasionalmente, pega la hebra con las caritativas damas del rastrillo Nuevo Futuro, en cuya mesa de famosos colabora con donativos y filantrópicas manualidades. Leandro de Borbón, hijo natural del rey Alfonso XIII, ha sido compañero de cuestación. La embajada argentina asegura saber poco sobre los hábitos de una mujer que cumplió seis años de reclusión en su país tras la asonada de los generales genocidas. "Los militares la quisieron asesinar mientras estuvo detenida", afirma un argentino que la frecuenta. "Fue después de una intervención quirúrgica de ovarios. Se llegó a decir que la vaciaron y le dejaron las gasas del quirófano dentro para que se muriera".

La clausura de la anciana en Villanueva de la Cañada sufrió un sobresalto el 12 de enero de 2007, cuando la policía acudió a su domicilio después de que la justicia argentina hubiera pedido su extradición por supuestos delitos de lesa humanidad durante su presidencia. Denegada la entrega, Isabelita, ciudadana española desde 2000, pudo regresar a su cenobio madrileño, a las misas de precepto y a las timbas con pastas y reflexiones astrales. "Sufrió mucho al ser detenida y necesitó ayuda psicológica. Ese proceso le pareció inverosímil y la consumió", se duele el hispano-argentino Aceves, con despacho profesional de vidente. "La conozco desde hace más de 30 años. Fue una víctima de las circunstancias. Contrariamente a lo que algunos creen, es muy culta y divertida, muy afectiva, que ayuda a los amigos. A mí me ha ayudado mucho, incluso económicamente". El adivino es generoso, superlativo, en el elogio de la amiga y en la negación de que fuera bailarina de cabaré y de teatrillos de tercera cuando conoció a Perón en Panamá en 1955. "Isabel ha bailado danza clásica desde que era jovencita. Llegó a bailar en el teatro Colón. Todavía es capaz de hacerme posturas de ballet con 80 años. Le pides hoy en día que te haga una pose y te la hace. Pone los pies donde hay que ponerlos y levanta la pierna hasta la altura del hombro. Camina erguida, y se mantiene guapa. Tiene una agilidad fantástica", agrega Aceves.

Pero si María Estela Martínez Cuartas nunca rebatió públicamente las calumnias de quienes casi la llamaron furcia de garito, tampoco se manifestó muy combativa en la defensa de su inocencia política. Le llovieron las acusaciones y demandas de quienes atribuyen a su nulidad como presidenta, cuando no a la complicidad por acción u omisión, el nacimiento de la criminal Triple A (Alianza Anticomunista Argentina): los escuadrones ultraderechistas concebidos por quien fuera su ministro de Bienestar Social José López Rega, El Brujo, responsables de cientos de atentados y asesinatos. Les tomaron el relevo los verdugos uniformados de la dictadura militar (1976-1983), que acabaron con la vida de más de 20.000 personas en los calabozos de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) de Buenos Aires y otras dependencias castrenses.

El abogado argentino Carlos Slepoy piensa que María Estela Martínez de Perón se hace la pendeja y la enferma bipolar, y establece una analogía entre la postración física y psiquiátrica esgrimida por sus abogados durante las citaciones judiciales de hace cinco años y los argumentos de la defensa de Augusto Pinochet en Londres, en 2000, para evitar su entrega a Chile. Nada más aterrizar en Santiago, el dictador chileno saltó de la silla de ruedas.

"Ella dice que no se enteraba de nada, que no entendía de política, que fue puesta en la presidencia por designio de Dios", dice Slepoy. "Pero de ninguna manera puede alegar desconocimiento. Sabía perfectamente lo que ocurría en Argentina". Baltasar Garzón la citó como testigo en 1997 y llegó a la conclusión de que María Estela Martínez de Perón poco pudo decidir porque otros, fundamentalmente los generales y sus cómplices en la vida civil, lo hicieron en su nombre.

Para el abogado español Antonio Hierro, que fue miembro del Tribunal Supremo y la defendió hace cuatro años, el capítulo reabierto por la justicia argentina está cerrado. "Las resoluciones de la Audiencia Nacional denegando la extradición ganaron firmeza con arreglo a nuestras leyes y, como usted entenderá, se acabó el asunto". No acabó para los jóvenes argentinos de la asociación HIJOS, víctimas de la Triple A y de la dictadura militar, que un día empapelaron los accesos a su chalé en la urbanización Mocha Chica de Villanueva de la Cañada con exigencias de juicio y castigo: "Aquí vive una genocida", escribieron en un afiche.

María Estela Martínez todavía es pieza apetecible para aquellos que, como Rotundo, pleitean por el resto de los bienes de Perón y por los millones supuestamente ingresados en cuentas suizas y españolas. De hecho, la jueza Pilar Saldaña, del Juzgado de Instrucción de Móstoles, ordenó en 2007 el embargo de los bienes de Isabelita en respuesta a una reclamación judicial del albacea. "La jueza Saldaña no va a decir nada, pero, de todas formas, su sentencia fue recurrida ante la Audiencia Nacional, y una resolución definitiva puede tardar tiempo", precisan fuentes de ese juzgado.

Como el tiempo es valioso, Isabelita lo aprovecha virtuosamente, según sus amigos. Le encanta hablar sobre ópera y música de cámara, y se conserva estupendamente para su edad. No camina como una abuela, sino erguida, ágil, cuentan. Isabelita fue una víctima de las circunstancias. ¿Y por qué no atiende a la prensa para explicarse? "Pues porque está harta de que le pregunten sobre Perón". Está harta de que le pregunten por Juan Domingo Perón y, muy a su pesar, por los asesinatos cometidos por pistoleros con licencia para matar durante su Gobierno.

lunes, 9 de mayo de 2011

Antonio Di Benedetto

"Bailar no sé, nadar no sé, beber sí sé. Coche no tengo. Prefiero la noche. Prefiero el silencio".

Así se definía el escritor argentino, utilizando palabras como cuchillos.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Massera

Acaba de morir Massera, un siniestro personaje responsable de algunas de las peores barbaridades de un tiempo de terror. Argentina, 1976-1983. Las juntas militares implantan un régimen dictatorial en el que la vida de sus ciudadanos vale poco y nada.

Una generación entera arrasada, miles de jóvenes torturados y la terrible realidad de los desaparecidos, esa particular contribución de los países del Cono Sur a la historia de la infamia universal.

Con todos los medios a su alcance, el Estado se convierte en una máquina de matar precisa y de eficacia insuperable. Los vuelos de la muerte, la evaporación de los cuerpos, el robo de los hijos de los desaparecidos. Resolviendo graves problemas logísticos con singular habilidad: esa misma que brilla por su ausencia a la hora de dar de comer o de educar a sus ciudadanos.

El mal en toda su extensión. Massera, el más siniestro de un trío de siniestros, de gentes sin alma. El responsable de la Escuela de Mecánica de la Armada, espeluznante centro de tortura inspirado en la Gestapo. A día de hoy, 2010, 27 años después del retorno de la democracia, siguen apareciendo hijos robados, "educados" por los verdugos de sus verdaderos padres. Como los nazis, sus maestros, superando en ocasiones al original.

Incluso en el mismísimo Infierno las almas condenadas se negarán a pasear por el patio en compañía de este tipo: para ciertas aberraciones de la naturaleza el Fuego Eterno resulta excesivamente confortable. Hasta en el Averno hay clases y a un genocida convencido que por activa y por pasiva ha asumido con orgullo las bestialidades cometidas durante el eufemísticamente denominado "proceso de reorganización nacional", le aguarda peor destino que a un violador en una prisión convencional. Todo ello, claro está, caso de existir la Justicia Divina que, al igual que la justicia ordinaria en su momento, se inhibió en esta y en tantas otras cuestiones desde que el mundo es mundo. Pibes y pibas de apenas veinte años pagaron un terrible tributo en sangre y este animal se muere en un hospital cumplidos los 85.

Ni descanse, ni en paz. Ni por supuesto, olvido.