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lunes, 14 de octubre de 2019

Allen y Trueba

Un excelente diálogo entre dos grandes creadores. Me recuerda el documental que Volker Schlöndorff hizo sobre Billy Wilder (para ver y degustar varias veces).

Desconocía el artículo de Umberto Eco sobre Allen, declarando que se trata del cómico más importante desde los hermanos Marx. Coincido al cien por cien. Es más, sin proponérmelo tiendo a considerar el amor o el desprecio por la obra de Allen como parámetros de calado a la hora de calibrar la inteligencia y la sensibilidad de mi interlocutor. Todos tenemos algún prejuicio.

Raras veces me he equivocado. Creo recordar que fue con Trump. Pero no cuenta porque se trata de un holograma trufado de interferencias subsónicas procedente de la lejanísima nebulosa Oligofrenón. Su existencia confirma que no estamos solos en el Universo.

Diálogo entre Woody Allen y Fernando Trueba

domingo, 30 de enero de 2011

El gran doctor Hugo Z. Hackenbush



Conviene regresar de tanto en tanto a los genios del humor. Es saludable y cuesta mucho menos que visitar al psicoanalista. En esta entrevista, el inimitable Groucho Marx da una lección magistral nada menos que a Bill Cosby. Aquellos que aún no hayan leído "Groucho y yo", las memorias del genio de Brooklyn, ya están tardando.

Groucho es un antídoro perfecto contra la tristeza, como lo son cada una de sus películas. Al mismo tiempo, los hermanos Marx nos enseñan que todo es absurdo, que la vida carece de sentido y que no vale la pena calentarse por nada.

John Lennon solía decir sobre los Beatles: "lo mejor de todo lo que hicimos nunca se grabó". Lo mismo afirma Groucho, quien considera que la etapa de teatro de variedades fue el punto álgido en la carrera de la enloquecida troupe de hermanos a la que incluso se sumó su madre -bien es cierto que de forma muy fugaz y, como no podía ser de otro modo, en un episodio desopilante.

Esta entrevista tiene además el valor histórico de ser la última que concedió el comediante. Corría 1973, en plena crisis del petróleo, Groucho tenía más de ochenta años y le quedaban cuatro de vida.

Aún así, su inteligencia para el humor surrealista, su permanente contorsionismo lógico y su capacidad de anticipación a la velocidad de la luz siguen presentes. El hijo del peor sastre de Brooklyn es la clase de personas que uno desearía que no se murieran nunca.

Señoras y señores, con ustedes: Groucho Marx.





En la siguiente escena, Groucho nos enseña cómo se adjudican los puestos de importancia en cualquier organismo. Estoy dispuesto a jurar sobre una Biblia en pasta que los nombramientos en el ministerio de Cultura, la SGAE o el Cervantes se hacen así. Debería estudiarse atentamente en todas las escuelas de administración de empresas.