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martes, 19 de junio de 2012

Alivio

La crisis ruge, pero no todo van a ser malas noticias. Los ricos, aquellos que en virtud de su inteligencia, su sensibilidad, su sabiduría, su altruismo y su permanente preocupación por el bien común son los amados de Dios, apenas notan nada. Eso nos permite deducir que, sobre todo en momentos de crisis, resulta mucho más aconsejable ser rico que ser pobre. Los ricos viven más, siempre se han llevado bien con los representantes espirituales del Altísimo en la Tierra e irradian felicidad y alegría dondequiera que vayan. Pero para ser rico hay que valer, nunca mejor dicho.

¿Por qué empeñarse en ser pobre cuando se puede ser inmensamente rico? ¿Acaso no es mejor conducir Ferraris o Lamborghinis de 300 caballos, disponer de mansiones en los cuatro puntos cardinales y degustar manjares exquisitos preparados por nuestro chef particular que pudrirse en la miseria haciendo malabarismos en Lidl, pegando sablazos a diestro y siniestro y levantándose a las 5 de la mañana para ir a un trabajo de mierda en transporte público que no te permite llegar a fin de mes y por el que tienes que dar las gracias?

Si eres pobre y te prestan estás peor que el peor de los esclavos. Si no devuelves lo prestado, te partirán las piernas, devorarán a tus hijos y te sodomizarán en las mazmorras de la Oficina del Bien Supremo, pero si eres rico dispondrás de crédito ilimitado, te podrás gastar hasta lo que no es tuyo y cuando sobrepases todos los límites disfrutando de fiestas y bacanales que harían palidecer al mismísimo Berlusconi alguien te rescatará, quitándoselo a los pobres para dártelo a ti, que eres EL ELEGIDO. Y lo que es aún mejor... todo seguirá tal cual, porque el rico todo lo merece y el pobre ha nacido para el dolor. Nadie pondrá el grito en el cielo: es el orden natural de las cosas.

El que vale para trabajar es que no vale para otra cosa. En cambio un rico... qué elegancia natural, qué saber estar, que innegable inefabilidad... Un rico es como los toros de lidia, que existen porque existe el toreo. Si no hubiera ricos no habría palacios, campos de golf, barcos impresionantes, coches de ensueño, playas en el Paraíso convenientemente cercadas. Nadie extraería diamantes ni mataría por oro envuelto en lodo. ¿Quién iba a pintar la Capilla Sixtina si no hubiera alguien dispuesto a pagarla? ¿Y Versalles, El Escorial, San Pedro, los palacios de Sintra, los 365 puentes de San Petersburgo? ¿A qué pobre se le podría ocurrir una cosa así, un puente para cada día del año? Sólo los grandes piensan en grande. A los ricos debemos todo avance, ¡luz que ilumina nuestros pasos!

No hay nada que un rico no pueda comprar. Un nonagenario repugnante logrará que la más bella de las ninfas se arrodille ante sus fondos de inversión, mientras que una vieja de 100 años con el riñón bien forrado que sólo aparenta 96 con los labios como un tomate, tetas de plástico e innumerables cerebrosucciones será virtualmente acosada por Adonis, Antínoo y Aquiles -reducidos a putos por la crisis helena- que se enfrentarán a puñetazo limpio para poder disfrutar de una noche de amour fou en su compañía. ¿Y cuál es el denominador común que encandila por igual a putas y putos? La pasta, naturalmente. La pasta es la piedra filosofal de la moderna alquimia. Pronto permitirá vivir para siempre adquiriendo todos los adelantos de la ciencia. En el mundo del futuro, los ricos se perpetuarán sin necesidad de reproducirse y los pobres se morirán, de asco y literalmente. No habrá necesidad de engendrar incómodos herederos, buenos para nada que nacen a mesa puesta. Será todo para ellos solos. Así. poco a poco, sólo habrá ricos y el mundo conocerá una nueva Edad de Oro. Entonces quedará sellada de una vez y para siempre la alianza entre ricos y Arquitecto Supremo, ya que los ricos habrán conquistado todos y cada uno de sus atributos incluyendo la inmortalidad.

¿Crisis...? No, no. ¡Oportunidad! Sólo hay que nacer en el lugar y el momento adecuados y, sobre todo, saber elegir bien a los padres. Lo demás se da por sí solo. ¡Atrévete a ser rico! ¡Deja de ser un perdedor del montón! ¡Madruga que Dios te ayudará (siempre que le pises la cabeza al que se quedó durmiendo)!

La crisis económica solo reduce un 2,6% el número de ricos en España

por Íñigo de Barrón, publicado en El País - 19-6-12

Tras cuatro años de tormenta, los que más tienen siguen a buen refugio, como suelo ocurrir. La crisis inmobiliaria, la menor inversión empresarial y la caída de la Bolsa han afectado a los ricos españoles, pero muy poco. Según el informe anual de la consultora internacional Capgemini y la gestora de patrimonios del Royal Bank of Canada (RBC Wealth Management), el número de ricos ha caído un 2,6%, al pasar de 141.000 en 2010 a 137.300 el año pasado.

Este estudio considera ricos a los que tienen propiedades valoradas en más de un millón de dólares (625.000 euros), excluyendo la primera vivienda y los bienes consumibles. En el resto del mundo, la situación es la contraria, quizá porque la parte más grave de la crisis ya ha pasado. Así, la población mundial con alto patrimonio sube, aunque el montante total que acumulan ha descendido un 1,7%. Es la primera vez que se reduce el patrimonio total desde el inicio de la crisis económica mundial de 2008, año en que la riqueza global cayó un 19,5%. Los polos de riqueza están cambiando en el mundo.

Donde más ricos hay es en la zona Asia-Pacífico Los polos de riqueza están cambiando en el mundo. La prueba es que este informe, que se ha realizado durante 16 años, demuestra que donde más ricos hay es en la zona Asia-Pacífico. En concreto creció un 1,6% el grupo de privilegiados, hasta situarse en 3,37 millones de individuos en 2011. Es la primera vez que ocurre esto. Asia-Pacífico supera a Norteamérica, que se queda con 3,35 millones de ricos. No obstante, el que tuvo retuvo y el patrimonio acumulado todavía es mayor en Norteamérica. La riqueza de los grandes patrimonios en Norteamérica se situó en 11,4 billones de dólares, frente a los 10,7 billones de dólares de la región de Asia-Pacífico.

Por países destacan EE UU, Japón y Alemania en los primeros puestos, acumulando el 53,3% de la cifra total de ricos, algo más que en 2010. Entre los doce primeros países por población, Brasil muestra el mayor aumento porcentual (6.2%) en el número de grandes patrimonios mientras que India y Hong Kong son los que registraron un mayor descenso. Otro dato significativo es la entrada de Corea del Sur en la posición número 12 por número de grandes patrimonios, desplazando a India.

martes, 5 de abril de 2011

La próxima revolución

Predice un cataclismo económico y una revolución social en EE UU. Pero no es el polémico y a veces abiertamente demagogo director de cine Michael Moore. Ni el predicador televisivo Glenn Beck, insignia mediática del movimiento conservador estadounidense del Tea Party. Ni, más cercanamente, Niño Becerra, el catedrático que vaticina el cataclismo de la economía española cada año y cada año lo aplaza. Se trata de Paul B. Farrell, un prestigioso columnista de The Wall Street Journal, el diario financiero por excelencia nada sospechoso de sensacionalismo. Y esta semana ha lanzado un aviso ciertamente preocupante aunque con argumentos y cifras mucho más contundentes que la de los otros teóricos apocalípticos citados.

"O los ricos comienzan a pagar impuestos o se enfrentarán a una revolución"
. Con ese provocativo arranque, Farell, que trabajó para Morgan Stanley, advierte en su columna que la brecha entre el 1% de los "súper ricos" y el 99% restante de la población en EE UU no había sido tan grande desde la Gran Depresión de 1929, y que solo el "engaño" o el "espejismo" que lanza esta clase privilegiada desde sus diversas tribunas, ya sean políticas o mediáticas, impiden a la gente darse cuenta de que estamos a punto de vivir otro colapso como el de hace casi un siglo. Y concluye que o los ricos vuelven a pagar los impuestos que les corresponden por su nivel de riqueza u Occidente se enfrentará a una revuelta social como las que se están viviendo en el norte de África

Farrell señala que, tras el estallido de la crisis financiera en 2008 y la intervención del Estado para salvar el sistema, Estados Unidos vive ahora de la falsa esperanza que le transmiten los súper ricos, las "estadísticas del Gobierno que tratan de exagerar la recuperación" o los mensajes sobre un nuevo mercado alcista de Wall Street.

"Sigan soñando", apunta Farrell, que avisa de que el 93% de lo que se oye acerca de los mercados, las finanzas y la economía "son conjeturas, ilusiones y mentiras con el único fin de manipular en la toma de decisiones para sacar el dinero de los bolsillos" de la gente. "Ellos se enriquecen diciendo mentiras sobre los valores. Odian las normas de la SEC [regulador de la Bolsa de EE UU] que les obligan a decir la verdad". Y pone un dato como ejemplo: en los últimos 10 años, el 20% de los fondos de pensiones de los trabajadores -10 billones de dólares- se ha esfumado en Wall Street.

Apoyado en otros testimonios, el columnista establece un paralelismo entre las revoluciones como las que han ocurrido en Egipto, y las que están por venir en los países desarrollados. Ambas serán impulsadas por los jóvenes, las mayores víctimas de la crisis, condenados a un desempleo crónico. "Los jóvenes van a ser los más doloridos cuando los gobiernos traten de reequilibrar sus presupuestos. Se elevarán los impuestos de los trabajadores y caerá el gasto de educación (...) mientras que los recortes fiscales para ricos siguen intocables"."¿Cuánto tiempo resta para que el resto de los países ricos estalle como Egipto?", se pregunta.

El análisis de Farrell no es aislado. En Estados Unidos se está formando una creciente corriente de opinión que denuncia que la crisis se ha cerrado en falso, que la recuperación económica que vende la Administración Obama no es sino un maquillaje estadístico y que cuando toque pagar la factura del rescate del sistema financiero mediante más impuestos para la clase media y recortes sociales, se desvelará la verdadera gravedad de la situación.

Una de las abanderadas de esta teoría es Arianna Huffington, la editora que acaba de hacerse multimillonaria tras la venta de su portal de noticias online a AOL. Pese a que su actitud personal no sea muy ejemplarizante (se vanagloria públicamente de no pagar a la mayoría de sus periodistas), su opinión es muy crítica hacia el sistema. "Se está madurando la América del Tercer Mundo. Washington se apresuró al rescate de Wall Street, pero se olvidó de Main Street (la calle principal, metáfora para expresar a la gente común en EE UU). Uno de cada cinco estadounidenses es desempleado o subempleado. Una de cada nueve familias no tiene un saldo mínimo en sus tarjetas de crédito. Una de cada ocho hipotecas está en mora o ejecución hipotecaria. Uno de cada ocho estadounidenses vive con cupones de alimentos. La movilidad social hacia arriba siempre ha estado en el centro del sueño americano. Y esa promesa se ha roto. El sueño americano se está convirtiendo en una pesadilla. Y pronto va a implosionar", asegura.

El magnífico documental Inside Job, ganador del último Oscar, también ha desperezado muchas conciencias, sobre todo las de aquellos que confiaron en que con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca se cambiarían las reglas del juego, se restablecerían los controles y la regulación sobre el sistema financiero y se pondría coto a la "avaricia de Wall Street"como prometió el ahora presidente durante la campaña electoral. Pero como denuncia la cinta, las tímidas reformas que inició están varadas en las comisiones del Congreso o han sido bloqueadas por el poderoso lobby financiero que controla no solo la esfera política sino la académica para hacer valer su falso mensaje.

Inside Job deja en evidencia también que Obama no solo no ha perseguido a los "avaros" que provocaron el desastre con productos financieros tóxicos como las subprimes o los CDO, sino que ha puesto al mando de su equipo económico a algunos de sus más señeros representantes, que participaron o, al menos no quisieron ver el inmenso fraude que se estaba fraguando, y fueron reclutados por el anterior presidente, George W. Bush, para diseñar el rescate a costa del contribuyente y sin pedir responsabilidad alguna a sus causantes. Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, Timothy Geithner, secretario del Tesoro, o Lawrence Summers director del Consejo Nacional Económico de la Casa Blanca, están entre ellos.

El capitalismo refundado de rostro social con el que se presentaba Obama en las primeras reuniones del G-20 tras al estallido la crisis sigue teniendo el mismo perfil injusto e inmisericorde en EE UU: récord de desahucios en 2010 y récord de bonus para los ejecutivos de las agencias de calificación como Moody's o Standard & Poor's, que avalaron los productos financieros basados en las hipotecas basuras precipitando el desastre financiero. También fuera de las fronteras de la primera potencial mundial hay una creciente corriente en la misma dirección y que tiene en ¡Indignaos! (Destino), del francés de origen alemán Stèphane Hessel, uno de sus puntos de ignición. En España, el testigo lo ha cogido, entre otros, el escritor y pensador José Luis Sampedro.

Desde la sección de mercados del periódico de referencia de Wall Street, a Farrell no le tiembla el pulso al hacer un llamamiento a que la gente despierte ante "el espejismo de los súper ricos que está destruyendo el sueño americano para el resto de nosotros". "Los súper ricos no se preocupan por usted" exhorta a sus lectores, porque viven al margen de la crisis, a lo sumo se preocupan "en abstracto" por el bienestar del país, envueltos en una burbuja en la que "disfrutan de vacaciones en los mejores resorts, de los mejores profesores de pilates, el mejor masajista, los mejores cirujanos y las mejores escuelas privadas para sus hijos". "Y nada de lo que se escriba va afectarles". Y acaba: "No digan que no fueron advertido. Tienen tiempo para preparar la revolución que se avecina, la depresión".