Al Capone solía afirmar que cobrar más allá de un 16 por ciento de intereses resulta inmoral. A diferencia de los ladrones de guante de blanco que campan a sus anchas por el planeta azul, los gangsters de los años treinta parecían tener cierta ética.
Inside Job es un documental valiente y bien estructurado que ofrece una explicación de cómo se ha generado la inmensa crisis financiera en la que estamos inmersos. Su director, Charles Ferguson, huye del humor a lo Michael Moore. Es que la cosa se parece más a una película de terror. Y los protagonistas somos todos nosotros. Ver esfumarse los ahorros de toda una vida o las esperanzas de tener un techo es cualquier cosa menos gracioso.
La matematización de las finanzas -generando estructuras ininteligibles para el ciudadano medio que permiten mezclar activos tóxicos o bienes inexistentes con elementos reales y que se compran a precio de oro en el banco de toda la vida bajo el nombre de "Fondo de Inversión TRANQUILIDAD" o "Ahorro Feliz"- y la codicia infinita de unos pocos que siempre caen de pie hacen que suceda lo que nos muestra Inside Job.
El horror... el horror... decía Marlon Brando en Apocalypse Now musitando las palabras de Conrad.
La mayor parte de los criminales que han causado con todo el conocimiento de causa esta debacle siguen en sus mansiones. ¿Alguien fue a la cárcel por el corralito argentino, preludio del mal que se ha extendido por todo el globo? ¿Acaso la administración Obama ha castigado a los responsables de todo esto? No. Los únicos que han tomado cartas en el asunto han sido los islandeses, que están capitaneando un movimiento que podríamos denominar el "In Transition" de la vida política. Reglas del juego más férreas y castigo a los culpables. Implicación y control popular de las cosas que nos pueden borrar del mapa, como es el caso de las finanzas globales o la voracidad de las corporaciones multinacionales de producción de energía.
Los encorbatados personajes que diseñan fondos de inversión, hipotecas subprime, derivados, opciones, warrants y mil y una etiquetas más para rebautizar el timo del tocomocho, son potencialmente más destructivos que 30 Fukushimas juntas. Sin embargo, todo sigue como estaba. El que ganó millones con todo esto (en el documental se dan nombres y apellidos, obviamente la mayor parte se niega a comparecer pero hay algunos caraduras que intentan exculparse) los tiene a buen recaudo en paraísos fiscales. Nuestro sistema funciona de tal manera que los ladrones de verdad, los que roban los sueños a la gente, tienen todo diseñado para escapar a cualquier clase de castigo.
Salvo en los países musulmanes... y nuestros gobernantes deberían tomar buena nota de lo que está sucediendo allí, que no sólo corre como un reguero de pólvora por el norte de África, sino que afecta también a Siria, Yemen y los Emiratos del Golfo.
Inside Job debería verse en los colegios y discutirse en las calles. Lenta, aburrida, plúmbea y amodorrante como el 99 por ciento de las clases universitarias, pesada, abstrusa, más terrorífica que La matanza de Texas, pero infinitamente real.
A esto hemos llegado. What's next? ¿Qué nuevas engañifas legales estarán diseñando en estos precisos instantes?
He aquí un sitio donde ver esta película imprescindible en versión original con subtítulos. Deberías verla. Como mínimo sirve para practicar tu inglés y al paso que vamos en España, lo vas a necesitar. Lo siento Sinde, tú tranquila en tu despacho que, de momento, cobras a fin de mes. El pueblo debe conocer los formas y modos del diablo.
viernes, 25 de marzo de 2011
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