Se fue nomás. El poeta vuelve a lo esencial, como el guardián de los bosques de Nemi. La realidad es terca: tu vida y tu muerte no se detienen. En Retiro, en Santa Apolonia, en Austerlitz, un tren siempre está a punto de partir.
Va una foto que me recordó a un amigo que también se olvidó de respirar. Uruguayo y lleno de talento, como don Mario. La vieja Suiza de América tiene grandeza. Sin necesidad de ir pregonándolo a los cuatro vientos, los orientales dejan huella.
Mi amigo también padecía de asma y murió con el Ventolín puesto. Se llamaba Manuel Picón y yo lo quería mucho. Cantaba tangos como nadie y jugaba al fútbol como un dios. Qué más se puede pedir... ¿músculos?
Mi amigo también padecía de asma y murió con el Ventolín puesto. Se llamaba Manuel Picón y yo lo quería mucho. Cantaba tangos como nadie y jugaba al fútbol como un dios. Qué más se puede pedir... ¿músculos?
Aún late.
No hay comentarios:
Publicar un comentario