Hace algunos días participé en un encuentro iberoamericano de bloggers que se celebró en la UCA, Managua. Se trata de una afortunada iniciativa de Miguel García-Herraiz (Cónsul de la Embajada de España en Nicaragua) y David Ruiz (Coordinador del Centro Cultural de España).
Al celebrarse en una universidad pensé que el debate sobre lo que significan los blogs como herramienta de comunicación para América Latina, las implicaciones de la era del prosumidor, el surgimiento de una nueva mentalidad empresarial, etc., estaría servido. Pero no. Al menos en la parte en la que estuve presente -ya que durante las mañanas y las tardes tengo que atender a mis alumnos en el INCH- el debate brilló por su ausencia.
No obstante, el encuentro sirvió para tomarle el pulso a la creación bloguística por estas tierras. La cuestión de la domesticación de nuestras universidades lo dejamos para otra ocasión.
Conocí gente brillante y encantadora. Rodrigo Baires, Vicente Luis Mora, Jacinta Escudos, Rosa Chávez. Gente de luz.
También conocí a algún que otro imbécil de cuyo nombre no me acuerdo (es extraño que no se haya investigado la obvia relación que existe entre la endogamia universitaria y la falta de riego sanguíneo al cerebro: debería ser tema de tesis).
Vicente Luis Mora, más allá de su natural condición de guru de la blogosfera, hizo una exposición realmente brillante, con un nivel muy alto. Es una de esas raras personas que combinan el rigor intelectual con un discurso -no exento de humor- que se recibe con el mismo disfrute que un cuento. Dirige actualmente el Centro Cervantes de Nuevo México. Conocer personas de su joven edad con esa claridad de ideas y la cabeza tan bien amueblada hace bien. Su trabajo en la blogosfera es de todos conocido.
Rodrigo Baires, periodista de El Faro (elfaro.net), un medio digital salvadoreño, me pareció un personaje superlativo. Representante del nuevo periodismo latinoamericano, que se abre paso de forma inexorable, es capaz de transmitir la pasión por el periodismo de una forma contagiosa (me recordó a Walter Matthau y Jack Lemmon en Primera Plana).
La jornada acabó con una copa -alguna más de una...- en donde Rodrigo nos iluminó y nos conmovió con los relatos de la reciente historia salvadoreña. Tanto él como la novelista Jacinta Escudos son testigos directos del desarrollo de uno de los conflictos enquistados más terribles de la reciente historia de América Latina.
Al celebrarse en una universidad pensé que el debate sobre lo que significan los blogs como herramienta de comunicación para América Latina, las implicaciones de la era del prosumidor, el surgimiento de una nueva mentalidad empresarial, etc., estaría servido. Pero no. Al menos en la parte en la que estuve presente -ya que durante las mañanas y las tardes tengo que atender a mis alumnos en el INCH- el debate brilló por su ausencia.
No obstante, el encuentro sirvió para tomarle el pulso a la creación bloguística por estas tierras. La cuestión de la domesticación de nuestras universidades lo dejamos para otra ocasión.
Conocí gente brillante y encantadora. Rodrigo Baires, Vicente Luis Mora, Jacinta Escudos, Rosa Chávez. Gente de luz.
También conocí a algún que otro imbécil de cuyo nombre no me acuerdo (es extraño que no se haya investigado la obvia relación que existe entre la endogamia universitaria y la falta de riego sanguíneo al cerebro: debería ser tema de tesis).
Vicente Luis Mora, más allá de su natural condición de guru de la blogosfera, hizo una exposición realmente brillante, con un nivel muy alto. Es una de esas raras personas que combinan el rigor intelectual con un discurso -no exento de humor- que se recibe con el mismo disfrute que un cuento. Dirige actualmente el Centro Cervantes de Nuevo México. Conocer personas de su joven edad con esa claridad de ideas y la cabeza tan bien amueblada hace bien. Su trabajo en la blogosfera es de todos conocido.
Rodrigo Baires, periodista de El Faro (elfaro.net), un medio digital salvadoreño, me pareció un personaje superlativo. Representante del nuevo periodismo latinoamericano, que se abre paso de forma inexorable, es capaz de transmitir la pasión por el periodismo de una forma contagiosa (me recordó a Walter Matthau y Jack Lemmon en Primera Plana).
La jornada acabó con una copa -alguna más de una...- en donde Rodrigo nos iluminó y nos conmovió con los relatos de la reciente historia salvadoreña. Tanto él como la novelista Jacinta Escudos son testigos directos del desarrollo de uno de los conflictos enquistados más terribles de la reciente historia de América Latina.
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