miércoles, 18 de mayo de 2011

Lars von Trier tiene un coágulo en el cerebro

Hace tiempo que tenía la impresión de que Lars von Trier tenía un grave problema de riego sanguíneo al cerebro. Ahora llega la confirmación. Es oficial, Von Trier es un retrasado dental. Se le desean muchos años de depresión, a ser posible, profunda, insondable.

La rueda de prensa iba bien. Melancholia ha gustado esta mañana en Cannes con su visión de la relación entre dos hermanas, una organizadora, activa, otra atravesando una depresión justo el día de su opulenta boda. De fondo, una amenaza, el fin del mundo en forma de un planeta que puede estrellarse contra la Tierra. "La película no es sobre el fin del mundo, sino sobre un estado de la mente", comentaba Lars von Trier. "He pasado momentos de depresión y no quiero añadir mucho más, salvo que estoy feliz por estar aquí". El danés parecía calmado, aseguró que quería la Palma de Oro: "Lo pasé muy bien rodando la película. Cuando la vi acabada pensé que era basura, ¡pero claro que quiero el premio!". Se reflexionaba sobre el cine, sobre cómo alguien puede casarse sin convencimiento -"Posiblemente busca estabilidad en la vida", decía el director; "La gente cree que una boda te va a cambiar la vida para bien y no es así", aportaba Kirsten Dunst, que ha heredado un papel escrito inicialmente para Penélope Cruz- o lo que supone de exploración personal interpretar a alguien deprimido.

Incluso sobre la mano del danés con los personajes femeninos, pregunta que respondió la otra hermana, Charlotte Gainsbourg (protagonista hace dos años de Anticristo, que también se presentó en Cannes, cuando Von Trier se calentó y se definió como el mejor director del mundo): "No creo que exista esa separación entre hombres y mujeres en sus películas, aunque es cierto que escribe unos papeles femeninos maravillosos".

En esas estábamos cuando el danés se arrancó por peteneras: "Yo entiendo a Hitler aunque comprendo que hizo cosas equivocadas, por supuesto. Solo estoy diciendo que entiendo al hombre, no es lo que llamaríamos un buen tipo pero simpatizo un poco con él", soltó cuando le preguntaron por su acercamiento al judaísmo. "Lo único que puedo decir es que durante mucho tiempo pensé que era judío y estaba contento. Luego comprendí que no lo era. Quería ser judío pero en realidad me di cuenta de que era un nazi porque mi familia era alemana, lo cual también me agradaba". No pudo arreglarlo: "No estoy a favor de la Segunda Guerra Mundial ni estoy en contra de los judíos".

Dio igual que comentara que tras presentar esta película "romántica" y de aspecto como los filmes que detesta, quiere radicalizar su postura y rodar pornografía, su apoyo al nazismo se había quedado flotando en el aire. Gainsbourg dijo que aunque todo ha sido muy distinto a Anticristo, la aproximación de Von Trier a Melancholia "ha seguido el mismo proceso". Y que le gusta dialogar con los actores. "Discutimos mucho el guión. Rodamos primero la boda, y luego la segunda parte, más íntima, y nos sirvió para perfilar bien los personajes". Y es que Melancholia se abre con una obertura como Anticristo, para seguir con dos episodios, bautizados como las dos hermanas, Justine (Dunst) y Claire (Gainsbourg), que sin embargo no suponen ninguna disrupción temporal. Muchos efectos digitales después, el público ha aplaudido. Puede que no sea una obra maestra; sin embargo, es una de las grandes películas de Von Trier.

Antes el danés, el resto del festival ha quedado eclipsado. Ni la chorrada que ha traído Alain Cavalier, perdido en un chiste demasiado privado con Vincent Lindon, con quien dialoga en Pater delante de la cámara como si estuviesen encarnando a un presidente y a un primer ministro, o la pretendida poesía de Hanezu, de la directora japonesa Naomi Kawase, que deriva como las dos parejas cuya vida muestra en pantalla. Solo La conquista ha despertado interés, porque Xavier Durringer, su director, estrena a la vez en el festival y en los cines comerciales franceses hoy miércoles su visión del ascenso de Nicolas Sarkozy al poder. En realidad, es una historia de amor, la del futuro presidente en su lucha por recuperar a Cécile, su esposa, en mitad de la campaña electoral. Muy buenas caracterizaciones y un duro retrato de un hombre profundamente obsesionado con los medios de comunicación.

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